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Coordinador a la Vista…

Por - 17/08/2015

La inscripción como candidato único de Manlio Fabio Beltrones Rivera para presidir el Partido Revolucionario Institucional (PRI) infiere la necesidad de una suerte de acuerdo […]

 Coordinador a la Vista…

La inscripción como candidato único de Manlio Fabio Beltrones Rivera para presidir el Partido Revolucionario Institucional (PRI) infiere la necesidad de una suerte de acuerdo entre Beltrones y el Presidente de la República, Enrique Peña Nieto, que permita mantener la unidad del partido, construir una agenda aplicable a los retos electorales en 2016 y 2018, así como encarar la segunda mitad del gobierno federal.

La necesidad de dicho acuerdo y la inferencia del mismo, se explicarían bajo el hecho de que al interior del PRI existen diferentes corrientes que responden a diversos liderazgos; y, ni el ahora candidato, ni Peña Nieto son parte de la misma corriente. Si bien es cierto que el titular del ejecutivo no es quién estatutariamente designa al presidente del PRI; sí figura como fiel de la balanza para apuntalar a aquel que a su consideración lograría operar políticamente de forma eficaz y en paralelo mantener el equilibrio en la correlación de fuerzas que integran al partido.

Bajo la premisa de un acuerdo –y en caso de existirlo-, el contenido del mismo quedaría circunscrito a un grupo íntimo y cercano de colaboradores de ambos personajes. Sin embargo, la necesidad de dar operatividad a las reformas estructurales, estandarte de las acciones del Poder Ejecutivo, hacen suponer que parte del acuerdo podría estar situado en la designación de piezas clave en la Cámara de Diputados.

No cabe duda que la LXIII Legislatura carecerá de un operador político de las capacidades de Manlio F. Beltrones, quien fungió como coordinador parlamentario del PRI en la legislatura que está por concluir. Con esta carencia, el titular del ejecutivo deberá contar en la coordinación del grupo con un legislador eficaz sin duda, pero sobretodo de todas sus confianzas; capaz de procesar las diligencias de la presidencia en el plano legislativo y que paralelamente no sea ajeno al liderazgo de Beltrones Rivera, con quién deberá –a su vez- establecer, procurar y defender los intereses del partido.

Por lo anterior, el coordinador del grupo parlamentario será pieza clave y piedra angular en la construcción de consensos con las demás fuerzas políticas; deberá de ser capaz de mantener el “espíritu de la ley” sobre lo ya legislado en las reformas estructurales; deberá contener los embates y minimizar los costos políticos que se presentan previo a todo proceso electoral, dos en su caso –uno de ellos federal-. Todo ello sin dejar de lado que al menos durante los primeros dos años de la legislatura deberá manejar un bajo perfil en lo que a su agenda política personal se refiere, precisamente para mantener el equilibrio en la citada correlación de fuerzas.

Quizás y sólo quizás es aquí donde la figura de César Camacho puede surgir entorno al acuerdo y retomar fuerza frente a otros legisladores sobre quién deberá coordinar a los diputados del tricolor. Si bien es cierto que previó a la designación ‘anticipada’ del presidente del PRI, Camacho per se ya se mencionaba dentro de los círculos de actores cercanos al ejecutivo como un legislador fuerte para ocupar el cargo, conforme el tiempo avanzó, nuevos actores con diversas afinidades en cuanto a liderazgos se refieren, surgieron como posibles candidatos al puesto, Enrique Jackson, Ivonne Ortega, Jorge Carlos Ramírez. Sin embargo, hoy parece que el acuerdo de las cúpulas favorece a un mexiquense que ha resguardado los intereses de su paisano Enrique Peña y ha sabido tejer fino entre Beltrones y su grupo, su nombre César; ya el tiempo dirá.

El Corte

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