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Ciencia y desinformación

Por Expertos TEC - 30/05/2024

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Considero fundamental que tomemos conciencia de las fuentes de (des)información que consultamos, sobre todo en esta época en la que es fácil hacer búsquedas en línea sobre cualquier tema y podemos encontrar todo tipo de información

 Ciencia y desinformación

El pasado 8 de abril de este año, en algunas zonas de México se pudo observar un eclipse total de Sol, en el que durante alrededor de 4 minutos el cielo se oscureció atrayendo la atención tanto de locales como de personas que viajaron desde distintas partes del mundo para presenciar este evento sin duda inolvidable. Tanto es así que por ejemplo Airbnb, la plataforma digital dedicada a alojamientos, reportó un aumento significativo en las reservas durante los días previos y posteriores al eclipse, sobre todo en regiones donde se pudo observar una cobertura total del sol.

Los eclipses han intrigado a la humanidad desde los inicios de esta, tanto que cuando aún no se entendía el porqué de este fenómeno se tenía distintas explicaciones para este. En el mundo antiguo los eclipses totales de Sol atemorizaban a la sociedad porque estos parecían originarse de la nada, lo cual despertaba incertidumbre en la población.

En algunas culturas se pensaba que durante los eclipses alguna criatura mitológica devoraba al Sol; en Vietnam era una rana, en algunas partes de América del Norte podía ser desde un oso hasta una ardilla, en China era un dragón, etcétera.

Con el paso del tiempo, algunos curiosos comenzaron a registrar los eclipses de manera científica y el entendimiento de estos comenzó a avanzar. Para el siglo XIX grandes multitudes se juntaban para observar eclipses a través de vidrio ahumado para proteger sus ojos. Aun así, quedaban segmentos significativos de población que se aterrorizaban durante estos eventos.

El evento que algunos pudimos presenciar, aunque no fuera en su totalidad, nos debería de impresionar por el hecho de que no todos los planetas pueden experimentar este tipo de fenómenos. De hecho, nuestro planeta reúne una serie de condiciones únicas que hacen posible su observación. La distancia entre la Tierra y el Sol, la inclinación del eje de la Tierra, el tamaño relativo de la Luna y la forma de esta son algunos de los factores que permiten que la Luna proyecte una sombra sobre nuestro planeta que oscurece de forma parcial o total una sección de este.

Incluso con el entendimiento que tenemos actualmente de este fenómeno, sigue habiendo distintas teorías sobre los efectos de estos, las cuales no tienen fundamento científico, y en algunos casos son, en mi opinión, realmente preocupantes. Por ejemplo, en Estados Unidos, en el contexto de las próximas elecciones presidenciales, se difundieron teorías conspirativas sin sentido en las que se indicaba que el eclipse anunciaba el ataque a ciudades de este país por parte de migrantes indocumentados. Otras teorías sin sentido anunciaban desde tres días de oscuridad hasta terremotos en México y Estados Unidos.

En lo personal, a mí me tocó escuchar comentarios del efecto del eclipse en mujeres embarazadas, niños, personas mayores y mascotas. En estos casos también me tocó ver cómo la gente colocaba listones rojos a personas y animales para protegerlos de los supuestos efectos del eclipse, así como saber de personas que no salieron de su casa ese día. Estas ideas no tienen sentido, no existe ninguna evidencia científica que respalde estos temores.

Tristemente, la desinformación es en realidad un retroceso en el avance que se ha logrado en el conocimiento. Incluso si una parte importante de la población no comparte estos temores, es claro que no hay un entendimiento adecuado del fenómeno, a pesar de que muchos de nosotros aprendimos de esto durante nuestros años de educación básica.

Considero fundamental que tomemos conciencia de las fuentes de (des)información que consultamos, sobre todo en esta época en la que es fácil hacer búsquedas en línea sobre cualquier tema y podemos encontrar todo tipo de información al respecto de este, desde información con fundamentos científicos hasta teorías conspirativas.

Por lo anterior es relevante reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en el consumo crítico de información. Cuando realizamos una búsqueda, o se nos comparte algún contenido, hay algunas preguntas sencillas por las que podemos comenzar y que de menos nos pueden hacer dudar de la fuente que estamos consultando:

• ¿Quién es el autor que ha escrito o creado la información? ¿Es un experto en el tema?
• ¿Existen conflictos de interés en la fuente? Este podría ser por ejemplo el que se nos venda un producto novedoso o quizás polémico.
• ¿Se proporcionan fuentes que sustentan la información presentada?
• En el caso de un tema ya entendido, como lo son los eclipses, ¿la información es coherente con lo que ya se sabe?

Los puntos anteriores son muy generales, pero pueden ser un buen inicio en el consumo responsable de información digital. Debemos de ser conscientes del poder que tiene la información que difundimos y procurar que esta promueva el pensamiento científico basado en evidencia, al final este último ha permitido que podamos tener los avances científicos y tecnológicos a los que estamos acostumbrados actualmente.

Claudia Elena Ferreiro Cordova
Profesora de tiempo completo, Departamento de Ciencias Básicas, Tec de Monterrey, Campus Querétaro
claudia.ferreiro@tec.mx
@FerreiroCordova (twitter)

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