Al toro, al toro
Para mis queridos amigos JUAN GERMAN y EL POLLO TORRES LANDA GARCIA con cariño y admiración. En días pasados, 29 y 30 de agosto, hubo […]
Para mis queridos amigos JUAN GERMAN y EL POLLO TORRES LANDA GARCIA con cariño y admiración.
En días pasados, 29 y 30 de agosto, hubo dos efemérides muy importantes para la tauromaquia mundial: se conmemoraron 68 años de la muerte por asta de toro de MANUEL LAUREANO RODRIGUEZ SÁNCHEZ “MANOLETE”; y 30 de la sentida y llorada muerte de JOSÉ CUBERO “YIYO”, también por cornada mortal.
Hoy, dejaré el zafio y vulgar tema de la política y los políticos y comentaré de algo mucho más sublime, como lo es el Arte de CUCHARES; jugarse la vida toreando con verdad a un animal hermoso en su fenotipo y feroz y bravo por su genética…
Permítanme recordar a estas dos figuras de la tauromaquia mundial que murieron con 38 años de diferencia; con expresiones distintas en su quehacer taurino, pero tan iguales en la entrega, la pasión y la honradez de su toreo.
MANOLETE como fue conocido en todo el mundo taurino, MÉXICO incluido, nació en Córdoba, ESPAÑA el 4 de julio de 1917 -misma edad que nuestro PEDRO INFANTE- y murió una aciaga tarde en Linares, Jaén el 29 de agosto de 1947; el día anterior había sido herido mortalmente por el toro ISLERO de Miura, al entrar por derecho en la suerte de matar; el burel lo empitonó en el muslo derecho, destrozando el Triángulo de Scarpa y produciéndole una hemorragia tan intensa, que cuando fue llevado al hospital ya poco pudieron hacer por él; incluso hay versiones que señalan que su deceso fue provocado por plasma en mal estado que le trasfundieron en el hospital; la verdad es que todo son rumores.
Esa tarde MANOLETE, también conocido como EL MONSTRUO DE CÓRDOBA, partió plaza llevando como alternantes a otros dos grandes del toreo, si bien no a su altura aún, me refiero a LUIS MIGUEL DOMINGUIN -padre del cantante MIGUEL BOSÉ- y a RAFAEL VEGA DE LOS REYES motejado como GITANILLO DE TRIANA.
Aquí van algunos datos biográficos de este portento del toreo, cuyo rostro serio y triste parecían presagiar la tragedia.
MANOLETE, fue hijo de un torero con poco nombre y poca gracia y poca suerte para caminar en el mundo del tauro y menos, yantar de el; también le apodaban Manolete y de doña ANGUSTIAS SÁNCHEZ- figura señera y de grandísima influencia para su hijo MANUEL- ” Doña Angustias” así conocida, estuvo casada anteriormente con otro torero de dinastía, con LAGARTIJO CHICO; siempre mantuvo una férrea relación de tutora con su hijo, como si supiera que serían muy pocos los años que EL CRISTO DEL GRAN PODER le permitirían vivir a su hijo.
MANOLETE- IV CALIFA DE CÓRDOBA- està considerado en la historia del toreo como uno de los más grandes de todos los tiempos; con un estilo elegante y vertical, evolucionó el toreo con la muleta, toreando de frente y citando de perfil; pareciera que en su toreo se habían reunido dos expresiones máximas de la torería para dar luz a una sola y portentosa expresión: la revolución del toreo de JOSÉ GÓMEZ “JOSELITO” y la estética y pureza de JUAN BELMONTE, quizá los padres del toreo moderno, y lo habían hecho en los 20’s.
Toreó por vez primera en Cabra, Córdoba en 1931 y 8 años después en ’39 -2 de julio- se doctoró en la REAL MAESTRANZA DE SEVILLA y ese mismo año confirmó la alternativa; para 1943 ya encabezaba el escalafón taurino en España; y la consolidación de su toreo, quizá se dio con aquel faenón que le cuajó al toro “Ratón” en la corrida de la Prensa en LAS VENTAS de Madrid.
En MÉXICO, recuerda JUAN ANTONIO DE LABRA, el IV CALIFA toreó 36 corridas en un lapso de 14 meses comprendido entre el 9 de diciembre de 1945 al 9 de febrero de 1947; el torero mexicano con quien mas veces alternó fue con SILVERIO PEREZ, lo hizo en 16 ocasiones; y la ganadería que mas toreó fue LA PUNTA en 18 corridas.
El 5 de febrero de 1946 queda en los anales de la tauromaquia mexicana, pues esa tarde se inauguró la plaza “más grande del mundo” LA MÉXICO y en el cartel se leían los nombres de MANOLETE, LUIS CASTRO “EL SOLDADO” y LUIS PROCUNA, quien cortó la primera oreja concedida en ese histórico coso; los toros fueron de SAN MATEO y el de Córdoba tumbó un apéndice al toro Fresnillo. Mucho toreó MANOLETE en nuestro país y la afición se le entregó sin reservas, haciéndolo suyo y compitiendo en afectos con el torero, quizá más querido entonces y hasta hoy: el gran SILVERIO- Monarca del trincherazo torero, torerazo Azteca y Español- aquí dejó constancia plena de su entrega, pundonor y arte a raudales; y también de esa melancolía de la que pareciera nunca despojarse, desde que partía plaza hasta que el mozo de estoques recogía los avíos de torear para salir de los cosos mexicanos.
Aquella tarde de jueves 28 de agosto de 1947 la trompeta desde las alturas anunció la muerte inminente de ISLERO, diez mil silencios vibraron ante el final de una gran faena realizada a ese toro que encarnaba La Muerte Viviente, la Tormenta de Bravura y de Cólera!!.
El tiempo se detuvo por instantes eternos y la brisa de aquella tarde se escondió temerosa tras los burladeros de la plaza de Linares; el público se estremeció ante lo inminente: ISLERO esperó a su matador, quien se volcó tras su espada refulgente al sol; de pronto el burel en movimiento poderoso hizo una herida de más de 20 cm de largo y penetró en la región inguinal rompiendo venas y arterias y vaciando la vida del TORERO en el albero de Linares; dicen los que recuerdan aun, que fue tal el grito de esas miles de gargantas que pareció ensordecer por toda la eternidad.
Fue llevado a la enfermería de la plaza donde se le practicó una operación para detener la hemorragia y luego trasladado al hospital hasta donde llegó la única mujer que hubo en su vida y a quien amó hasta la locura: LUPE SINO quien en realidad se llamaba ANTOÑITA BRONCHALES y quien era aborrecida por Doña Angustias, quien la veía como ave negra en la vida de su hijo, su ” MAL SINO” (destino); por eso, ella y ALVARO DOMEQ, amigo y albacea del “MATAOR” no la dejaron entrar al lecho de muerte, temiendo que si los dejaban solos se consumara un matrimonio en “artículo mortis” y la barragana se quedara con la fortuna del Coleta.
Por fin, en la madrugada del viernes 29 de agosto cerraría MANOLETE esos ojos enormes, redondos, tristes y misteriosos que parecían dos ventanas abiertas a todo el dolor y melancolía del mundo; sus últimas palabras serían: “que disgusto le voy a dar a mi madre”.
MANOLETE, la tarde anterior, había caminado pausado -como solía hacerlo siempre- pero decidido al encuentro de su destino -su SINO- y lo encontró aquella tarde del verano del ’47.
Aun resuena en mis tímpanos la frase de la canción del Gran SABINA: “…niño, sube a la suite dos anicetes, que hoy vamos a perder los alamares…de PURÍSIMA y GRANA MANOLETE…”
YIYO
JOSE CUBERO SÁNCHEZ conocido en el mundo taurino como EL YIYO nació en BURDEOS, Francia un 16 de abril de 1964 y fue a entregar su alma al creador para subir al cielo de los toreros, un 30 de agosto de 1985 en Colmenar Viejo, Madrid.
Siempre se consideró a si mismo, y los madrileños también, un madrileño mas; pues se crió en el barrio de Canillejas y fue destacado alumno de la Escuela Nacional de Tauromaquia; debutó de luces y con picadores en 1980 y ese mismo año obtuvo el anhelado Zapato de Oro de Arnedo.
Se doctoró de Matador de Toros el 30 de junio de 1981 en BURGOS de manos de ANGEL TERUEL -padrino- y testigo, el recién malogrado, JOSÉ MARI MANZANARES con el toro “Comadrejo”; y la confirmación vendría un año después, el 27 de mayo, y la recibiría de manos del Maestro de Alicante Jose Mari MANZANARES, testigo Emilio Muñoz, matando al toro ” Bohemio”.
¿Porqué el destino escoge a hombres como El YIYO? Quien en plenitud de facultades y cuando había encontrado la onza en su toreo, se van, ¡dejándonos huérfanos de arte, de entrega, de bien torear!
Y cuando hablo del destino, hablo de lo que pareciera un cartel maldito: 11 meses antes en POZO BLANCO: FRANCISCO RIVERA “PAQUIRRI” , VICENTE RUIZ ” EL SORO”; y cerrando plaza JOSÉ CUBERO “EL YIYO”, vaya cartel; esa tarde maldita el toro “Avispado” le quitó la vida a uno de los grandes, a PAQUIRRI el marido de ISABEL PANTOJA; el ex marido de CARMEN ORDÓÑEZ, hija ésta, del gran ANTONIO ORDÓÑEZ; ahí están las imágenes impresionantes de esa muerte que se pudo evitar si no hubiese sido torpe el médico que atendió al padre de FRANCISCO y de CAYETANO RIVERA ORDÓÑEZ matadores de reses bravas.- y para colmo, pocos años después una lesión fatal en la rodilla derecha, retiraría para siempre de los ruedos a EL SORO.
Y cuando hablo del destino, me viene a la mente, como toro que embiste de largo, el recuerdo de que YIYO no estaba puesto en aquel cartel de Colmenar Viejo: sustituyó al Maestro CURRO ROMERO, uno de los más grandes, para hacer el paseíllo junto a otro figurón, ANTONIO CHENEL ” ANTOÑETE” y José Luis Palomar con toros de MARCOS NÚÑEZ.
La tarde transcurrió sin sobresaltos mayores, hasta que salió al ruedo madrileño “BURLERO” sexto de la tarde, que se prestó para lucimiento del torero; desplegó YIYO ese arte que guardaba a raudales en capote y muleta, ese “valor sereno” que dicen los clásicos de la crónica taurina; reviso una y otra vez el video de aquella tarde, de aquel toro y me recreo en el toreo templado y acompasado del coleta en la arena; hay gozo y fiesta en los tendidos al ver torear a éste PRÍNCIPE DEL TOREO” como ya le llamaban en España; se hizo el silencio y YIYO, el gran amigo de otro joven que tanta gloria le dio al toreo JOSÉ MIGUEL ARROYO “JOSELITO, remató la faena con una estocada de la que salió rebotado y para cubrirse rodó por el albero sobre sí mismo, pero BURLERO sin hacer caso de los capotes de la cuadrilla hizo por él y herido de muerte, le tiro al YIYO un derrote seco para penetrarle el costado izquierdo y partirle el corazón!!!, provocando así su muerte casi instantánea; el toro lo levanto del suelo y literalmente lo puso de pie con el pitón sepultado en su cuerpo esbelto de torero; se safó el matador y casi llegó al burladero, donde se desmadejò en brazos de su apoderado y subalternos, quienes angustiados lo cargaron para oír sus últimas palabras: “…Pali éste toro me ha matado…”.
Corrieron con él en andas por el callejón, rumbo a la enfermería pero el torero ya estaba muerto, se le había escapado la vida por ese corazón con el que toreó siempre, con el que río y gozo siempre, con el que había burlado tantas veces a la muerte…hasta aquella maldita tarde de agosto, cuando el mundo taurino pareció quedarse huérfano de Príncipes para siempre.
Las honras fúnebres fueron apoteósicas, la última vuelta al ruedo en LAS VENTAS, la multitud llorando desconsoladamente, como si sus lamentos alcanzarán las alturas, llegaran a Dios y éste conmovido e inoculado del MAL DE MONTERA, les devolviera al YIYO para seguirlo gozando alguna tarde o todas las tardes de Sol.
José Cubero tenía apenas 21 años y ya era un hombre, un pedazo de torero…ni más…ni menos.
Fue enterrado en el Cementerio de Almudena, en Madrid. después se levantaría un monumento a las afueras de LAS VENTAS donde se puede ver a toro y torero; ahí, reunidos para siempre…para la eternidad.