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8M. Ante la violencia, resistencia

Por Expertos TEC - 09/03/2022

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Las mujeres que protestan reciben amenazas, declaraciones estigmatizantes, y son sujetas de abusos verbales que se basan en estereotipos de género.

 8M. Ante la violencia, resistencia
Por Argelia Carrera, Profesora de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno, Tec de Monterrey Campus Querétaro.
argelia.carrera@tec.mx
Twitter: @argelia_carrera

¡Ante la violencia, resistencia! Entre las consignas del 8M (8 de marzo) que hemos escuchado y volveremos a escuchar.

Resistencia ante las distintas formas de violencia de las que somos sujetas las mujeres y ante la estigmatización de los derechos de reunión y de expresión.

Las mujeres que participan en manifestaciones públicas son y han sido víctimas de violencia y sus derechos han sido vulnerados de forma constante y sistemática. El derecho internacional en materia de derechos humanos dictado por el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas establece que las manifestaciones son consideradas como pacíficas y están protegidas por el ‘derecho de reunión’ y el ‘derecho de expresión’.

Sin embargo, informes como el de Amnistía Internacional del 2020 ‘La Era de las Mujeres’ y diversas notas periodísticas serias de distintas fuentes, han puesto sobre la mesa que las mujeres que se manifiestan sufren del uso excesivo, innecesario y arbitrario de la fuerza; detenciones arbitrarias e ilegales por autoridades que no se identifican frente a ellas, sin indicarles el motivo de la detención y en ocasiones sin ser presentadas ante las autoridades competentes; son trasladadas en transportes que no cuentan con identificación oficial, a través de rutas que no son las comunes o usuales y sin conocer el sitio al cual se les lleva.

Las mujeres que protestan reciben amenazas, declaraciones estigmatizantes, y son sujetas de abusos verbales que se basan en estereotipos de género. Han sido heridas en la cabeza con objetos pesados sin que se les preste la atención médica requerida, han sido sujetas de persecución, han sido incomunicadas, y han recibido amenazas de sometimiento a violencia sexual. Las manifestantes han sido víctimas de tocamientos y violaciones sexuales. Todo ello no solamente por parte de las autoridades gubernamentales, sino también por una sociedad que parece castigarlas por atreverse a salir, a gritar, a manifestarse; por tener un comportamiento contrario al que se espera de ellas. Quedarse en casa, no salir, no buscar problemas.

Y sin embargo, las mujeres siguen (seguimos) saliendo a las calles. Se estima que entre 80 y 100 mil mujeres protestaron en la Ciudad de México en las manifestaciones por el 8 de marzo (denominado 8M) en el 2020 y 2021. El año pasado más de 15 estados de la República Mexicana, incluyendo Querétaro, Morelos, Yucatán, Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Tabasco, Zacatecas, Veracruz, Jalisco, Nuevo León, Puebla, Estado de México, Michoacán y San Luis Potosí, vivieron la marcha de las mujeres por las calles a viva voz diciendo “Mujer, si no luchas nadie te escucha”, “¡Policía, escucha, tu hija esta en la lucha!” y “Ante la violencia, resistencia”.

¿Porqué las mujeres siguen saliendo a las calles? ¿Porqué las protestas siguen siendo relevantes? ¿Porqué soportamos críticas, vejaciones, abusos, miedo, detenciones arbitrarias e ilegales cuando las calles tomamos?

Porque en México las mujeres seguimos siendo víctimas de violencia física, simbólica y estructural. Porque en las calles exigimos lo que en los juzgados no conseguimos.

Las consignas como “Ni una Más” tienen sentido cada minuto, cada segundo en un México que registra 659 llamadas diarias (en promedio) a los sistemas de emergencias relacionadas con violencia contra la mujer. El grito y las pancartas que se escuchan y se leen “México feminicida”, resuenan con crudeza ante una realidad que nos golpea de frente para exigir un alto a las más de 10 mujeres que son asesinadas todos los días. “Te cansas de oírlo, nosotras de vivirlo”, debería marcar los oídos y las conciencias de nuestros sistemas de justicia que registren 43 violaciones (delito sexual) a mujeres cada día y solamente sentencian menos del 5 por ciento. “Somos el grito de las que ya no están”, se convierte en la voz de las cuatro mujeres que desaparecen cada 24 horas en nuestro país.

¡Vivas nos queremos!, es la demanda de las mujeres para entidades federativas como el Estado de México, Jalisco, Veracruz, Ciudad de México y Nuevo León que tienen los índices más altos de feminicidio en el país. ¡Feliz, va a ser el día que no falte ninguna!, es el grito cuando se suman a estas entidades las de Puebla y Tamaulipas que en conjunto con las anteriores dan cuenta del 67 por ciento de todas las niñas desaparecidas en el país.

Ninguna crítica, ninguna vejación o insulto, ningún abuso o amenaza, y ninguna detención arbitraria e ilegal, es más grande o tiene más valor que la vida de una mujer.

Por ello la muestra de descontento de las mujeres fue y sigue siendo hoy vigente.

Si la manifestación le incomoda al ciudadano porque pasará muchas horas en el auto, porque el tráfico es insoportable, porque ante el tumulto hubo pintas y pancartas, porque las consignas son contaminación ambiental, porque quizá hoy llegará tarde; espero que el ciudadano pierda cuidado, porque – aunque tarde – hoy sí llegará a su destino. Ellas probablemente no.

¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!, habrá resistencia ante la violencia.

 

Expertos TEC


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