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¿Un peligro para México o un peligro para el PAN?

Por Staff Códice Informativo - 21/08/2015

El queretano Ricardo Anaya, 10 años después, rescata el discurso de miedo y crispación que, con la privilegiada voz de Carlos Segundo llenando las horas de radio y televisión, advertían a los mexicanos que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México.

 ¿Un peligro para México o un peligro para el PAN?

Ricardo Anaya desempolva el discurso de choque del 2006 y lo pone nuevamente en la palestra. ¿A quién ve fuerte el PAN rumbo al 2018 para sacar las viejas armas?

Cuando en el año 2000, Vicente Fox ganó la presidencia de la República, el guanajuatense se convirtió en el presidente más legitimado en la historia de este país. El sistema autoritario priista de los 70 años ininterrumpidos de poder generaron una masa social critica que en primera instancia, se asumía como opositora de ese priismo rancio, entonces representado en la figura de Francisco Labastida.

En esa masa social crítica cabían todos los espectros ideológicos y todas las posiciones políticas habidas y por haber. En el PRI apenas se quedó el voto duro. La decisión que debía tomar el antipriista era si debía votar por la derecha empresarial de Vicente Fox, o la izquierda progresista que como bandera enarbolaba a Cuauhtémoc Cárdenas. La apuesta menos arriesgada, en sintonía con el concierto internacional, era el panismo, y por ahí se fue la mayoría.

Quienes votaron por Fox, pero aún quienes votaron por Cárdenas, tenían el pulgar arriba para el panismo. De una u otra forma, el optimismo era mayor a sabiendas de que el PRI desalojaría Los Pinos tras toda una vida de control.

Pero Vicente Fox se encargó de dilapidar esa confianza. Le bastaron seis años para manchar la marca del panismo, acabar con su legitimidad de origen, y enfrentar a esa masa social crítica de principios del nuevo milenio. Con Fox a la cabeza, la crispación social volvió a aparecer.

En ese ambiente, con la figura de Andrés Manuel López Obrador en el tope de su popularidad, algo tenía que hacer el panismo para contrarrestar los efectos. En ese tenor, se creó el discurso del “peligro para México”.

En lugar de exaltar las capacidades de Felipe Calderón, la estrategia se basó en denostar a Andrés Manuel López Obrador hasta el punto de pintarlo como el villano más tenebroso en la historia política del país. Ningún priista del viejo sistema se mereció, por parte del PAN, aquellos improperios.

La estrategia funcionó, y combinado con algunos errores de López Obrador, labró la victoria del panismo por segunda vez consecutiva. El tema del fraude electoral da para otro análisis, pero Calderón recortó 20 puntos de preferencia a López Obrador, y ese fue su triunfo.

Con la legitimidad por los suelos, a diferencia de Vicente Fox, Felipe Calderón gobernó al país. Como era evidente, la victoria pírrica de 2006 le pasó factura al panismo en 2012, y a pesar de ser poder, llegó con las preferencias electorales por los suelos, detrás del mediático PRI y el esperanzador PRD. El PAN, en aquella ocasión, abandonó el discurso del “peligro para México” y de manera estéril trató de apelar a la figura femenina de su candidata y en puntuales críticas a sus contrincantes. El PAN perdió y  cayó a la tercera posición entre las fuerzas políticas del país.

Ahora, para 2018, la campaña negra vuelve a aparecer en los horizontes del panismo. Ricardo Anaya, quien en aquel 2006 tenía apenas 27 años y era secretario Particular del gobernador de Querétaro, desempolva el “peligro para México” y lo matiza con los nuevos tiempos.

En su campaña rumbo a la dirigencia nacional del PAN, Ricardo Anaya afirmó una y otra vez que el partido, bajo su liderazgo, quiere evitar dos escenarios. El primero, evidente, evitar que el PRI siga gobernando el país.

El segundo reviste una complejidad mayor. Evitar que un “líder mesiánico” llegue al poder. El discurso de choque vuelve a escena.

Cuando Anaya Cortés habla del “líder mesiánico”, pone ejemplos concretos a nivel mundial de países que han quebrado económicamente, como el caso de Grecia, Argentina, Ecuador y paradigmáticamente, como también se retomó en 2006, Venezuela. Aquí se detiene. Asegura una y otra vez que fueron condiciones de hartazgo social, como las que hay en México, las que permitieron que Hugo Chávez llegara al poder en 1998. Siguiendo con los símiles, afirma que el régimen mesiánico en Venezuela desarticuló al sistema eminentemente bipartidista, que como el PRI y el PAN en México, en Venezuela formaban el socialdemócrata Acción Democrática, y el democristiano Copei.

Además, saca a relucir a los Cuauhtémoc Blanco en México, esos famosos que se arrojan a los terrenos de la política y ganan por su popularidad, y los compara con Irene Sáez, la ex miss Universo que fue candidata presidencial en 1998, aunque en esto peca Anaya de prejuicioso, pues la antigua reina de belleza es, de hecho, politóloga con honores de la Universidad Central de Venezuela, fue alcaldesa y gobernadora, y posteriormente directora de un banco estadounidense.

El queretano, 10 años después, rescata el discurso de miedo y crispación que, con la privilegiada voz de Carlos Segundo llenando las horas de radio y televisión, advertían a los mexicanos que Andrés Manuel López Obrador era un peligro para México.

Hoy, los peligros para México parecen ser el propio López Obrador, que va por su tercer intento (Lula da Silva ganó la presidencia de Brasil en su cuarta candidatura), con su propio partido político; o Jaime Rodríguez “El Bronco”, quien arrasó como independiente en Nuevo León y será gobernador.

Lo cierto es que Ricardo Anaya, un tipo inteligente, ve condiciones políticas similares a las de 2006, y desde ahora comienza a articular el discurso rumbo al 2018. Más allá de quién será el candidato panista, que hoy más que nunca resulta imposible de definir, tal parece que al ungido o ungida le acompañará un discurso similar al que le dio su cuestionada victoria a Felipe Calderón. Anaya, como entonces lo hizo Manuel Espino (hoy expulsado y uno de los más férreos críticos del PAN) prepara la táctica para convertir a los enemigos del PAN, que paradójicamente no son los del PRI, en los enemigos del país. La pregunta es ¿volverá a ser efectiva la estrategia del “peligro para México”?


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