Innovación traumática
Cambios innecesarios y un inexplicable rechazo a las formas tradicionales tienen al municipio de Querétaro sumido en una importante crisis política
No se debe subestimar el poder de la costumbre. Esta lección es difícil de asimilar cuando la visión que se tiene de lo que significa un trabajo bien hecho, implica la imperiosa necesidad de “inventar el hilo negro”. A veces, un trabajo bien hecho no implica otra cosa más que administrar correctamente el estado de cosas.
En política, la costumbre adquiere un matiz especialmente importante. Saber respetar y reconocer la tradición puede significar la sutil diferencia que defina el éxito o el fracaso. Modificar el status quo por decreto suele llevar, inexorablemente, a la derrota.
La regla número 45 de Las 48 Reglas del Poder define perfectamente el protocolo de actuación cuando se trata de cambios en la política: Predique la necesidad de introducir cambios, pero nunca modifique demasiado a la vez.
“En teoría, todo el mundo comprende la necesidad del cambio, pero en el nivel cotidiano el ser humano es hijo de la costumbre. Demasiada innovación resulta traumática y conducirá a la rebelión. Si usted es nuevo en una posición de poder, o un tercero que intenta construir una base de poder, haga alarde de respetar la forma tradicional de hacer las cosas. Si se impone un cambio necesario, hágalo aparecer como una leve modificación positiva del pasado”.
Hace falta, con urgencia, que en el municipio de Querétaro lean el clásico de Robert Greene, pues las impericias políticas y la abierta necesidad de “dejar huella” están generando un efecto negativo que perdurará en el imaginario de los queretanos, en detrimento de la administración 2015-2018.
Las crisis políticas provocadas por la sublevación de los policías de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Querétaro (SSPMQ) y de los trabajadores de recolección de basura de la Secretaría de Servicios Públicos Municipales (SSPM) tienen su origen en la incapacidad de mantener el control sobre la propia administración del municipio de Querétaro, pero sobre todo, a raíz de la ola de cambios innecesarios que se han planteado de octubre de 2015 a la fecha.
La figura de Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, polémica desde el inicio, no propicia la idea de continuidad en un cuerpo policiaco que, si bien pasaba por un bache institucional, es responsable histórico del buen nombre de Querétaro cuando se habla de seguridad y paz social.
El general, de personalidad conflictiva y de métodos cuestionables, no entró, no entra, ni entrará en la dinámica de las instituciones queretanas, fieles a la tradición y a los nombres conocidos, y este choque cultural no ha resultado menor para el municipio, que ha visto sus peores horas gracias a la insistencia en imponer un cambio tan grande como innecesario.
Por otra parte, la recolección de basura, uno de los servicios menos cuestionados en una ciudad que se distingue, tal vez más por percepción que por realidad, por ser una de las más limpias del país, entra ahora en una dinámica de concesión que resulta poco justificable en lo automático, y más aún cuando no se hizo ni el mínimo esfuerzo por predicar la necesidad de ese cambio.
El resultado de estos dos errores de concepto tiene que ver con el ciudadano, y es ahí donde radica la gravedad del asunto. En una ciudad en la que los niveles de inseguridad no han sido revertidos completamente, el paro de casi dos días de los policías municipales sentó muy mal en el queretano de a pie, que no olvidará ese episodio tanto como no olvidó los famosos paros del servicio de transporte público RedQ hace pocos años.
Tampoco olvidará que durante algunos días, la basura que sacó a la calle para ser recogida por la autoridad amaneció ahí, mientras los trabajadores ataviados de intenso naranja se manifestaban en la Plaza de Armas en contra de la concesión del servicio de recolección de basura en Querétaro, lo que les ha provocado incertidumbre laboral.
Se necesita un golpe de timón en el municipio de Querétaro. El desarrollo político de las propuestas del gobierno capitalino simplemente no existe, y esto provoca que cualquier acción, por mínima e insignificante que sea, genere desconfianza en un amplio sector de la ciudadanía que, después de llevar varios varapalos, suele ser escépticos con todo lo que se llame gobierno.
Alrededor de estos conflictos, siempre revolotearán los cuervos de la política, que tratarán de alimentarse de carroña electoral rumbo a los próximos comicios. Pero hay que entender el origen de los problemas y no agenciar cualquier conflicto a agentes externos que suelen, más bien, flotar en el área rival esperando el error para empujar la pelota a gol. En la jerga futbolística se les conoce como cazagoleros.
Más allá de los vaivenes políticos, que están siempre a la orden del día, el municipio de Querétaro debe preocuparse especialmente porque sus problemas no afecten la percepción que la ciudadanía, aquella que de política sabe nada, tiene del gobierno. Porque una vez que los servicios, y más aquellos enclavados en la tradición y la costumbre, dejan de llegar, el riesgo de rebelión se vuelve latente. En la capital del estado van dos servicios detenidos en apenas una semana.
Demasiada innovación, resulta traumática.