Cuerdas tensas en la UAQ; ¿Por qué estalló la huelga?
Las negociaciones para evitar la huelga en la UAQ, que no fructificaron, llevan meses y tienen una intrahistoria
Una cuerda tensa, irremediablemente, terminará reventando. Y eso pasó en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ); si bien a finales del año pasado se ganó tiempo con la declaratoria de invalidez que hizo en su momento la anterior administración de la Junta de Conciliación y Arbitraje del emplazamiento a huelga del Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UAQ (STEUAQ), las negociaciones nunca encontraron un punto medio, y por ello el estallamiento de huelga de este 4 de marzo fue completamente inevitable.
Desde hace meses, la universidad vive una situación límite. Juegan un papel la pésima relación que sostienen Gilberto Herrera Ruiz, rector de la UAQ, y Laura Leyva, secretaria General del STEUAQ.
Laura Leyva y Rosa Delia Hernández, secretaria de Finanzas del STEUAQ, fueron despedidas de la UAQ el 6 de noviembre de 2015 por presuntamente no comprobar el destino de dos millones de pesos. Ese episodio fue crucial en las negociaciones de febrero de 2016.
Con un nuevo emplazamiento de huelga, esta vez en virtud de la revisión salarial que todos los años realizan los dos sindicatos de la UAQ, Laura Leyva puso sobre la mesa de las negociaciones el ser reinstalada en su cargo, junto a una serie de compañeros que han sido despedidos por razones diversas, como punto fundamental para no hacer estallar la huelga.
Aunque en declaraciones realizadas este 4 de marzo, aseguró que su reinstalación no fue un tema en las negociaciones, la realidad es que sí lo fue. La universidad, aunque renuente, aceptó la posibilidad de reinstalar a la líder sindical, pero con la fundamental condición de que comprobara el destino de esos dos millones de pesos. Ahí no hubo acuerdo y con ello, toda la negociación se vino abajo.
La cruzada personal de Leyva Saavedra le ha costado dividendos en su sindicato. Ya no tiene la misma fuerza que antes. El apoyo hacia su causa se ha dividido de manera importante entre los trabajadores adscritos al sindicato, y por ello las asambleas han sido un tanto atropelladas.
Ejemplo de esto es la asamblea del jueves 3 de marzo por la tarde, cuando se definió que el sindicato se iba a huelga. Y es que, de acuerdo con algunos de los que participaron, la votación se desarrolló de una forma irregular; al grado de que incluso fue retirada una escrutadora, que estaba en contra de la posibilidad de irse a huelga.
La huelga, en líneas general, es mala para la universidad. Primero que nada, pone en incertidumbre a los alumnos, sobre todo a los foráneos que hacen un esfuerzo por vivir en la ciudad para estudiar en la máxima casa de estudios del estado, y quienes ahora no saben si quedarse en Querétaro o regresar a sus lugares de origen, pues la huelga podría durar horas o meses, de manera indistinta.
También para los profesores investigadores representa un problema. Aquellas disciplinas que requieren de las instalaciones de la universidad, como laboratorios especiales, podrían ver mermado el trabajo de años por no poder dar seguimiento a sus avances científicos.
No es más halagüeña la situación de los trabajadores, quienes a partir del estallamiento no cobrarán sueldos, y aunque existe la posibilidad de que los recuperen como parte de las negociaciones para levantar la huelga, se sabe que el rector Gilberto Herrera se muestra contrario a esa idea, a pesar de que el gobierno del estado le ofreció pagar la mitad de esos sueldos. Si la huelga dura unos días, no habrá mayor problema, pero si dura meses, ¿de qué vivirán esos trabajadores?
Y a pesar de que son más los sectores que se ven afectados, siempre habrá quienes puedan sacar algo positivo del asunto. Alrededor del conflicto, giran como satélites personalidades como Arturo Castañeda Olalde, director de la Facultad de Contaduría y Administración; y Rosa María Vázquez Cabrera, directora de la Escuela de Bachilleres, quienes son tiradores a la rectoría y como parte de su estrategia política, apoyan al STEUAQ para desgastar a la actual dirigencia universitaria.
También hay un efecto político sobre la propia rectoría; aunque Gilberto Herrera ya no tiene derecho a reelección, la dirigencia tendrá que elegir un alfil que compita por mantener la línea y el estilo que han caracterizado al periodo del actual rector.
Es difícil aún saber quién sería esa persona, como en su momento fue Marco Carrillo con Raúl Iturralde, pero se sabe que el ala de izquierda institucionalizada que trabaja en la UAQ, y que promovió en su momento al propio Gilberto Herrera, tendría en la mira a Blanca Estela Gutiérrez Grageda, secretaria Particular del rector y anterior directora de la Facultad de Filosofía.
La UAQ está en un momento culmen. El futuro de la máxima casa de estudios dependerá, en buena medida, de lo que pase en los próximos días. Concordia y acuerdos deben ser conceptos que priven en las mesas de negociación, pues cada hora que pase y que la universidad siga cerrada, lejos de abonarle a alguien, significará un perjuicio para todos quienes tiene relación con la UAQ.
Ya lo dijo Gilberto Herrera; hay 32 mil universitarios, más 200 mil personas que están ligadas a la UAQ por el uso de alguno de los múltiples servicios que hace a la sociedad queretana. Para ellos, lo único que sirve es que esa cuerda se libere de presiones.