En la guerra arancelaria, China será el gran ganador
Los aranceles aumentarán el valor de las mercancías en Estados Unidos, provocando inflación en el mercado estadounidense y afectando a la propia base de votantes de Trump, esos que abogan por “Make America Great Again”

Foto: Archivo
La decisión de imponer aranceles a los productos mexicanos y estadounidense no solo implica el rompimiento de un acuerdo comercial que tenía una vigencia de más de 30 años entre los tres países de América del Norte, sino un punto de no retorno en las relaciones políticas y diplomáticas entre las tres naciones.
Con el objetivo de impulsar su agenda política, Donald Trump ha roto las relaciones de fraternidad que se habían gestado entre las tres naciones colocando impuestos a los productos provenientes de México y Canadá; con esta acción, la administración estadounidense no alcanza a dimensionar el balazo en el pie que acaba de darse.
Los aranceles aumentarán el valor de las mercancías en Estados Unidos, provocando inflación en el mercado estadounidense y afectando a la propia base de votantes de Trump, esos que abogan por “Make America Great Again”. Esos que ven desventajas competitivas porque, por ejemplo, se ha llevado la producción automotriz a otras regiones por la economía de costos.
Los aranceles también romperán la alta integración productiva que se había dado en la región y que aún permitía plantar cara a la competencia internacional en diversos rubros económicos. Pongamos por ejemplo el sector antes mencionado. Con un mayor costo en las piezas automotrices provenientes de México, los automóviles implicarán un gasto mayor para el consumidor final.
Si de por sí la industria automotriz ha enfrentado enormes desafíos para abaratar su oferta y poder competir contra las automotrices chinas, con las medidas impulsadas por Trump, China seguramente será el gran ganador.
Lamentablemente, la económica mundial está tan integrada que actualmente una guerra arancelaria tendrá pocas victorias y muchos perdedores. Solo basta poner en perspectiva cómo, cuando el mercado de los cereales y el gas se vio trastocado por la guerra en Rusia, los mercados internacionales tuvieron que enfrentar una virulenta inflación de la que apenas, recientemente, comenzamos a salir.
Qué pasará cuando China, a la que también se la han comenzado a aplicar aranceles, imponga sanciones en el mismo tenor. Pensar que los mercados globales pueden castigar a la nación que es considerada la fábrica del mundo es, por decir lo menos, optimista.
China ofrece actualmente productos buenos a precios accesibles. En un futuro, ofrecerá productos excelentes a precios que ningún otro mercado podrá igualar, mucho menos el de América del Norte, inmerso ahora en una guerra arancelaria solo por los dividendos políticos que esto le arroja al actual ocupante de la Casa Blanca.
Sin embargo, no tardará mucho en llegarle la factura a Trump, cuando la escalada de precios genere descontento popular. De nada servirán los discursos incendiarios cuando la economía esté colapsada.