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¿Somos droides o humanos?

Por - 18/04/2013

Han pasado casi cinco días desde el atentado en el Maratón de Boston y todavía me indigno (y entristezco) cada vez que lo pienso. Pareciera […]

 ¿Somos droides o humanos?

Han pasado casi cinco días desde el atentado en el Maratón de Boston y todavía me indigno (y entristezco) cada vez que lo pienso.

Pareciera que el mundo continúa girando como si nada hubiese pasado y las noticias se amontonaran una sobre otra, dejando hasta abajo a los afectados por aquel episodio. Pero no es cierto. Se mantiene en la memoria de todos y ahora forma parte de nuestra historia; de lo que somos todos los seres humanos que vivimos en el planeta Tierra en el año 2013.

¿Por qué seguimos acumulando este tipo de recuerdos? ¿No nos damos cuenta de que si la vida fuese un currículum que llenar, éste estaría repleto de «faltas administrativas»?

Me cuesta muchísimo imaginarme que a un ser humano en su sano juicio le haya parecido una buena idea, o si quiera algo sensato, poner explosivos en un evento familiar y deportivo. Intento consolarme con la idea de que sólo un robot entrenado para hacer daño –estilo los «droides» de Star Wars– pudo haber colocado estos materiales listos para dañar a la gente que participaba en la carrera. Mi mente no me deja engañarme y siempre me lleva a la conclusión de que también un ser humano tuvo que haber creado ese supuesto robot. No hay salida.

Si no son los videojuegos ni las películas, y tampoco es el acceso a las armas, entonces sólo me quedan dos opciones: la educación que damos y nosotros mismos.

Me es difícil concebir al ser humano como un animal destructivo (al menos a ese grado); simplemente no lo quiero aceptar. Conozco tanta gente buena, honesta, con pasión por la vida; he visto tantos ojos de niños de ocho años ver las cosas con asombro por primera vez y revivirlo en mí. Soy testigo de personas que no pueden usar sus piernas, y que aún así se han mantenido mucho más vivos que otros (sin dificultad alguna). Me es difícil creer que hay gente tan enojada consigo mismos, con los demás, con su pasado, que se creen capaces de definir la vida de otro.

¿Qué vamos a hacer? ¿Sentarnos a llorar, lamentarnos, y cambiar la página? ¿Acaso hay algo que se arregle así?

Una persona sumamente inspiradora en mi vida vive bajo el lema: «victoria o muerte». Es hasta ahora que entiendo el significado completo que él le da y por el que lo admiro tanto. Y hoy es momento de que todos lo entendamos y lo llevemos a cabo (sin ser literales).

Si la conducta autodestructiva no radica en un chip interno del ser humano (y me consta que no porque yo sería incapaz de hacer algo así), entonces es algo aprendido. Y eso está peor que traerlo incluido porque quiere decir que fue creado por nosotros. Y somos nosotros mismos quienes lo debemos destruir. Es nuestra responsabilidad.


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