Miles de visitantes se llenan de energía positiva en la pirámide de El Cerrito, en Corregidora
El sitio prehispánico estuvo resguardado por personal de seguridad pública y Protección Civil
Junto a las jacarandas que florecen y tapizan las calles y patios de color lila, también llega la primavera a inundar de cantos de aves y ráfagas de calor las ciudades, y el estado de Querétaro no es la excepción.
Como cada 21 de marzo, además de festejar el natalicio de Benito Juárez, miles de personas en el país se toman su tiempo para acudir a la zona arqueológica más cercana y, vestidas de blanco, cargarse de energía para esta nueva estación del año.
El municipio de Corregidora tiene la dicha de contar con una construcción ancestral como es la Pirámide de El Cerrito, situada en la cabecera municipal, El Pueblito, a tan sólo unos minutos del Centro Histórico de Querétaro.
En esta magnífica obra, año con año se dan cita los creyentes y no tan creyentes de lo místico para cargar su cuerpo con energía positiva y continuar el resto del año con sus labores cotidianas. En esta ocasión, al ser día jueves, la afluencia se vio carente y lo máximo de visitantes congregados fue de unos mil 500.
A las 13:00 horas, cuando Códice Informativo acudió a visitar el mítico lugar, el calor y los rayos solares estaban en su punto y desde la parte baja de la pirámide se podían escuchar los tambores y se percibía el olor a incienso.
La calle de la entrada principal al centro ceremonial se encontraba cerrada al tránsito vehicular; en las inmediaciones había aproximadamente cuatro elementos de seguridad, dos de ellos vigilando el acceso al monumento.
En cuanto a estacionamiento había el suficiente lugar para albergar a más de 500 automóviles, pero en ese momento sólo había aproximadamente unas 150 unidades porque mucha gente llegaba a pie.
Todo se encontraba debidamente señalado para el rápido y fácil acceso a la piramide de El Cerrito; algunas familias, desde la entrada, alzaban los brazos para recibir la energía y otras más se tomaban fotografías cada dos pasos… uno que otro despistado bajaba por el camino de subida.
Al llegar a la explanada del centro prehispánico, se encontraba un círculo de danzantes haciendo el ritual llamado “Consagración Tzoalli”, en el que se vio cómo de poco en poco montaron un altar al ritmo de los tambores y la danza sobre la tierra caliente.
Los visitantes eran desde niños, todavía con su uniforme de la escuela, hasta adultos mayores que, mientras unos se acercaban a la pirámide y extendían sus brazos hacía el cielo, otros observaban el espectáculo de equinoccio, sentados en las tiendas montadas para taparse de los rayos del Sol.
En una pequeña carpa montada rumbo a la salida del monumento, había un par de elementos de Protección Civil y una paramédica obsequiando vida suero oral, ya preparada, y gel antibacterial.
El camino hacia la salida es más sinuoso ya que no cuenta con escaleras o trayecto de piedra como el de subida; justo pasando la reja que separaba las instalaciones de la pirámide se encontraba una ambulancia dispuesta a atender cualquier emergencia.
Y así es como se vive un día de equinoccio de primavera en la pirámide de El Cerrito, donde fue evidente la sonrisa de los visitantes por haberse llenado de buenas vibras y energía solar.