¿La zona de confort de verdad es tan cómoda?

La mayoría de las personas deseamos con mucha frecuencia cosas que no tenemos. Un viaje al otro lado del mundo, un fin de semana en las vegas o en equis lugar; un cuerpo más atlético, un trabajo mejor remunerado y más flexible, más y mejor ropa, celular, auto, accesorios, en fin, con mucha frecuencia estamos deseando cosas que de momento no tenemos.

La gran mayoría de aquello que deseamos y que sabemos no se obtiene de manera instantánea, está claramente fuera de nuestra zona de confort. Y a mayor distancia fuera de nuestra zona, más incómodo será conseguirlo. Pero ¿para qué incomodarnos si estamos en nuestra zona de confort?

Incomodarte es una decisión consciente en busca de lograr aquello que deseas. Lo que muchos no comprendemos es que la zona de confort no necesariamente es confortable. El no salir de tu zona de confort no es precisamente sinónimo de estar cómodos y confortables. Es simplemente el dar por ello que con lo que tengo y vivo ahora es suficiente como para no incomodarnos y salir en busca de algo mejor.

Existe un dicho que dice; más vale malo por conocido que bueno por conocer. En otras palabras, para que batallar por algo mejor si con lo que tenemos está bien, incluso si es malo. Esto que te comparto lo podemos ver una y otra vez en diferentes ámbitos de la vida. Muchas personas odian su trabajo o están en una relación tóxica y no la dejan, ¿por qué?

La incomodidad de salir en busca de otro trabajo u otra pareja, la incomodidad de estar sin un ingreso o sin una pareja. La incertidumbre de saber si podremos encontrar otro trabajo o uno mejor, de saber si encontraremos otra pareja o una mejor. Todo esto son diversas formas de incomodidad que nos detienen de salir de esa situación, dejar nuestra zona de confort, e ir en busca de algo mejor.

Tu zona de confort, en algún momento, seguro, fue confortable. Pero al pasar el tiempo, aquella zona que deja de crecer se vuelve incómoda. Y con seguridad podríamos dejar de llamarle zona de confort y mejor llamarle zona conocida. La zona de confort en cualquiera de sus facetas es más una zona conocida para ti, sea buena o mala.

La incertidumbre es una de las muchas caras de la incomodidad, que ronda los límites de tu zona de confort y evitan con mucha frecuencia que salgas de ella. Hace unos años, precisamente cuando me cambié de ciudad, pedí recomendados para acercarme con ellos y ofrecerles mis servicios. A una de esas personas le di seguimiento por más de dos meses consecutivos, en muchas ocasiones sus respuestas no eran muy alentadoras, sin embargo, yo continué con el seguimiento.

Conforme pasaban las semanas, más pensamientos y emociones negativas se presentaban que me invitaban a dejar de darle seguimiento a esa persona. No sabía si en algún momento esta persona se podría convertir en un cliente, era completamente incierto y por supuesto incómodo. Después de más de dos meses nos reunimos y un mes después empezamos a colaborar, al finalizar ese año, la colaboración con esa persona me había puesto una buena cantidad de dinero en la bolsa.

Si hubiera tenido la certeza de que ese seguimiento iba a derivar en esa cantidad de dinero, sin duda podría haber seguido por más semanas. Pero no lo sabía, nadie podría habérmelo dicho ni asegurado, era incierto e incómodo.

Aunque nadie te pueda asegurar puntualmente el resultado de salir de tu zona de confort, como profundicé en la publicación pasada, salir de tu zona de confort siempre traerá consigo un beneficio, siempre. Pero hay que pagar el precio y este se llama INCOMODIDAD.

También hay resultados que no son inciertos, pero que son inmediatos y eso no nos agrada. Alimentarnos bien y hacer ejercicio por un tiempo prolongado, sabemos a dónde nos lleva, no hay incertidumbre en ello, pero saber que no es inmediato lo vuelve incómodo.

No tener la salud, la condición y la apariencia física que deseamos no es cómodo, pero está en nuestra zona de confort. No tener el dinero suficiente a final de mes no es cómodo, pero está en nuestra zona de confort. No poner límites en nuestro trabajo, familia, amigos y relaciones en general no es cómodo y aun así está en nuestra zona de confort.

Cuando invito a las personas a incomodarse y salir de su zona de confort, es por el gusto y el deseo de verlos lograr cosas grandes, para ello es importante que tomemos consciencia de nuestra zona de confort. Y como alguien me preguntó en una conferencia que impartí ¿la zona de confort es mala? No, lo malo es dejar de hacerla grande, estancarte.

El objetivo no es rechazar o culpar a la zona de confort, sino más bien, el objetivo es hacerla cada vez más grande. Y la forma de hacer la zona de confort más grande es constantemente saliendo de ella hasta que por frecuencia, constancia y hábito tome su nuevo tamaño. Como una liga que estiras una y otra y otra vez hasta que su tamaño en reposo cambió a uno mayor.

Voltea a ver tu zona de confort y analiza las diferentes áreas de tu vida que realmente no son cómodas, solamente son conocidas. Por qué esperar a que esa zona conocida se vuelva realmente un tormento para decir basta y tomar la decisión de incomodarnos y salir de esa zona.

Generalmente, pagar el precio antes es más barato que pagarlo después. Cómo las reparaciones, son más costosas las reparaciones correctivas que las preventivas. Salir de tu zona de confort antes de que la situación te obligue a hacerlo será más barato, es decir, menos incómodo, a pagar el precio de la incomodidad forzada una vez que la situación ya escaló.

Deseo este espacio te haya permitido ver con otros ojos tu zona de confort y la idea de incomodarte y salir de ella este haciendo cada vez más eco en tu mente. Te invito a suscribirte a esta columna, al podcast en Spotify como Incomodidad ahí te voy y a mi canal de Youtube como Gumaro Bracho.