“Ilegible”: pensamiento literario en la búsqueda de un texto ideal
Ilegible es un ensayo narrativo del escritor mexicano Pablo Duarte, en el cual se cuestiona sobre el arte de escribir y el proceso de pensamiento literario que está en búsqueda de la creación de un texto ideal. Este libro es el cuarto en la colección editorial queretana de Gris Tormenta, que publica ensayo y memoria desde 2017
El taller literario comienza a las cinco de la tarde, dice la voz lírica del escritor Pablo Duarte; aunque es muy probable que ese taller no exista en un espacio físico. Es aún más probable que ese taller literario tenga cita solo en el pensamiento mismo y que nunca empiece de forma puntual porque el lenguaje todavía tiene muchas preguntas que resolverse antes de llegar a la reunión. Estos son algunos de los guiños que Duarte se cuestiona en “Ilegible” (2020), una obra que en palabras de la poeta Carla Faesler podría ser una especie de metaliteratura: literatura que escribe sobre sí misma.
Para que Pablo, escritor originario de la Ciudad de México, pudiese entregar a los editores de Gris Tormenta, Jacobo Zanella y Mauricio Sánchez, la versión final de Ilegible, un montón de preguntas le atravesaron. Preguntas que, piensa, son la base de todo ejercicio literario; por ejemplo, ¿por qué escribir? ¿qué tan fácil es entendernos? ¿qué tan sencillo es que la otra persona decodifique la intencionalidad del mensaje? y ¿qué tanto se pierde cuando la otra persona lo lee?. Para el autor, a estas preguntas se le sumó su afición personal por la incertidumbre del lenguaje y de revelar cosas que no son tan sencillas en el proceso de escribir.
“La literatura es el espacio perfecto, a mí parecer, para regodearte con esas ideas y para poner en juego muchas de las cosas que la gente antes que yo se ha preguntado (…) Me interesaba hacer un experimento que se preguntara por escribir desde la idea de antes de escribir, de ponerte a escribir cuando ni siquiera tienes claro si escribir o no”, dijo el escritor.
De este experimento ensayístico que inició a finales del 2019 -cuando Gris Tormenta lo invitó a ser parte de la colección Editor que explora sobre los procesos que existen antes de que un libro sea abierto- le quedaron más dudas que respuestas, pero sobre todo, una forma obsesiva de deconstruirse sobre otros sentidos del cuerpo: “terminé dándole ese mismo giro al sentido del gusto, de cómo describir un olfato, de cómo procesamos las cosas que escuchamos y cómo se traduce eso”.
Además, ahora que ve Ilegible terminado, Pablo Duarte confirmó que ese tipo de literatura, la que se pregunta a sí misma y su condición, es la literatura que más le gusta porque piensa que es una interrogante que nunca se agota.
En 2018, Vivian Abenshushan escribió el ensayo “Disolutas (A ante cabe con contra) las pedagogías de la crueldad”, un texto que problematiza sobre el sexismo que surge en un taller literario, sus dinámicas de poder y la estructura que sostiene esa institución con más de 50 años de existencia.
Para Pablo Duarte, aunque el lugar desde donde él escribe sobre los talleres literarios en Ilegible es muy distinto al de Abenshushan, sabe que el taller literario es un mal necesario puesto que se reproducen dinámicas de jerarquías, pero todavía no sabe qué otros puntos de encuentro pueden habitarse más allá del taller.
“Me gustaría buscar cómo generar –otros espacios-, porque esa idea de la escritura acompañada más allá del taller, del proceso físico de la escritura es muy padre, supongo que por ahí podría haber algunos experimentos que valdrían la pena hacerse. Quizá la virtualidad y esas cosas que estamos viviendo con la distancia obligada comiencen a abrir otros puntos de cuestionamiento”.
Considera que la clave fue pensar en el taller literario como un lugar común de la literatura, pues considera que en el proceso de escritura el taller no es el lugar ideal para terminar una versión del texto, sino el lugar en donde la discusión continúa porque esa es su naturaleza, de ahí que en su libro piense que el “taller literario sea la metáfora perfecta para hablar de ese proceso mental en el que uno está metido una y otra vez”.
“En mi caso la idea del taller surgió no como un crítica en sí, sino como este fenómeno que, me parece, le sucede a toda persona que se plantea escribir un texto y que se empieza a hacer una especie de consejo o sala de juntas en la cabeza con la que empiezas a rebotar ideas y a dudar. Ahí se empieza a instalar una especie de otra mirada que te va diciendo “no, cómo vas a decir esto así” y la idea del taller era llevarlo a algo más metafórico, a esta proliferación de voces que uno solito va generando, que agarran la forma del taller y terminan de instalar esa duda que, en muchos casos, no te deja escribir o a pensar que eso que escribiste podría decirse de otra manera si le haces caso a otra voz del taller.”
El escritor considera que la sinceridad del texto se ve alterada en el taller literario que se forma en la cabeza o en un espacio físico, pues en el proceso de escritura se revelan cuestiones personales que van desde vicios, inseguridades, pequeñas carencias y muchas veces el taller no es el mejor lugar para hacerlo.
A diferencia de una escritura testimonial, Pablo Duarte quería explorar en una escritura lo más despersonalizada posible; sobre todo, al estar en medio de una pandemia en donde estaba obligado al encierro porque le pareció que para este ejercicio en particular iba a ser más un estorbo que una ventaja.
Por eso Pablo coincide con Isabel Zapata cuando se refiere a que Ilegible se escribió, tal vez, desde un lugar acuoso, en donde no hay nada sólido. Esto tiene que ver con el lugar desde donde el autor escribió este libro, ya que de alguna manera quería hacer una crítica a ese tipo de ensayo que parte del yo íntimo, y escribir como si fuera más bien una máquina o una voz que imagina que escribe.