Corrupción. José Woldenberg
Para el querido Enrique Florescano en sus ochenta. Salud. Quizá no exista un disolvente más poderoso de la confianza en las instituciones que la corrupción. […]
Para el querido Enrique Florescano en sus ochenta. Salud.
Quizá no exista un disolvente más poderoso de la confianza en las instituciones que la corrupción. Cuando se desvían recursos para beneficio personal, se demandan “moches” para autorizar una obra o realizar una compra, cuando se utiliza la infraestructura material y humana para fines diferentes a los programados, además de cometerse delitos claramente tipificados, se inyecta una dosis importante de incredulidad en los organismos públicos.