Maquilar sonrisas y construir relatos: la labor de Luis, guía turístico queretano
Todos los días se despierta a las 7:00 horas a desayunar con su familia para después arreglarse, tomar el camión y llegar al jardín de La Corregidora
Su nombre es Luis González Hernández y es guía turístico de la empresa Querebús. Todos los días se despierta a las 7:00 horas a desayunar con su familia para después arreglarse, tomar el camión y llegar al jardín de La Corregidora antes de las 10:00 horas para iniciar su jornada laboral, que concluye a las 22:00 horas aproximadamente.
Antes de trabajar en el área de tour city, recorría con los ciudadanos “La ruta del queso y el vino”, el centro de San Miguel Allende, la Sierra Gorda de Querétaro, así como los estados de México y Guanajuato; ahora sólo recorre la capital queretana, a través de dos rutas, pues el tranvía sólo tiene permiso para operar en la capital.
Su motivación diaria es conocer más gente, poder dejar una marca en quienes usan el servicio de tranvía y que se interesen en la historia de la entidad; todos los días sube a su unidad con una sonrisa al ver a los pasajeros, pero lo que más le emociona es escuchar reír a la gente, contar a los turistas (nacionales e internacionales) y queretanos la historia del estado y el país, verlos como prestan atención, y el asombro en sus rostros al escuchar los relatos sobre momentos históricos.
“Es importante conocer e identificar a las personas que suben al tranvía para saber cómo presentar la información. La verdad algo que nos motiva a levantarte todos los días es conocer gente nueva, porque todos los días conocemos gente nueva, con algunas personas llevamos experiencias muy bonitas y fuertes. Llegamos a cubrir nuestra jornada de trabajo, esperamos la coordinación y una vez que te asignan tu tranvía, inicia nuestro trabajo”, dijo.
Los guías turísticos son capacitados por la Secretaría de Turismo estatal, así como por la empresa, quien los impulsa a contar con incentivos para mejorar sus calificaciones y desempeño laboral; además, indicó, él todos los días estudia la historia de Querétaro e investiga más detalles de los acontecimientos más destacados ocurridos en la entidad, pues para él “si a uno le gusta la historia es más fácil transmitir el mensaje a los demás”.
“Agarrar un libro, ponerte a leer, encontrarle el interés a la historia, el gusto, porque si no te gusta la historia pues no podrías ser guía”, mencionó.
Luis gana aproximadamente seis mil pesos mensuales, más propinas, las cuales se reservó, sueldo que le parece suficiente para poder sostener a su familia. Él domina dos idiomas: español e inglés, sin embargo tiene compañeros que hablan español, inglés, francés y alemán.
Hablar uno o varios idiomas depende del ramo turístico donde se labora, pero principalmente de la entidad; por ejemplo, en el caso de Cancún, Quintana Roo, comentó, los guías hablan inglés y francés, mientras que en Querétaro es más usado el español.
“Todos los días te deja algo diferente, son diferentes todos los días, nunca ha habido uno que sea igual, todos los días he encontrado algo diferente. A mí lo que me gusta mucho es dar servicio ruta y vino, en eventos culturales, ir a la Sierra Gorda de Querétaro, hacer recorrido en moto, ver el paisaje, eso es lo que más me ha dejado una impresión de memoria. El gusto y lo que me motiva es que todos los días es diferente”, expresó con una sonrisa en el rostro.
El costo del recorrido va de 80 pesos a 120 pesos por adulto y de 50 pesos a 90 pesos un menor de edad. Las rutas que en Querétaro recorren son dos: la ruta Acueducto, donde se conoce el símbolo de la ciudad queretana, la historia de la fundación de la capital, además de conocer monumentos, atractivos turísticos, el río, el Panteón de los Queretanos Ilustres, entre otros. La segunda ruta es la del Cerro de las Campanas, en la cual se da a conocer la historia completa no sólo de Querétaro, sino del país.
Entrevistado en una banca del jardín de La Corregidora, mientras esperaba la salida de su tranvía, Luis relató a Códice Informativo que realiza ocho recorridos diarios, y en vacaciones incrementan uno o dos recorridos, y agregó que al laborar sólo seis de siete días a la semana, le permite pasar tiempo de calidad con su familia.
“A mí me ha dejado una enseñanza grande en cuestión de historia, pero también me ha enseñado poder estar con gente que no convives a diario y tratar de tener una experiencia con cada persona, robarle una sonrisa. He aprendido poderle sacar una sonrisa a cada persona y llevarte ese recuerdo, que es lo que me llena todos los días”, concluyó.