Virgen de los Dolores de Soriano; una parada antes del Domingo de Ramos en Colón
Más de un millón de personas acuden todos los años a Colón, antes de que empiece la Semana Santa, para venerar a la Virgen de Soriano
El viernes anterior al Domingo de Ramos, tiene lugar la celebración en honor a la Santísima Virgen de los Dolores de Soriano, conocida tradicionalmente como la “Fiesta Grande”, en el municipio de Colón.
Durante una semana se observa la gran cantidad de peregrinos y visitantes que acuden año con año hasta aquel rincón del estado de Querétaro a venerar a la “Madre Dolorosa”, como se le conoce entre los habitantes.
“Desde el domingo anterior, es notorio el aumento de fieles en la Basílica, que se incrementa al acercarse el viernes de Dolores, donde peregrinos llegan a la Plazuela de Soriano, recibidos por el Cristo de los Peregrinos y por los sacerdotes, quienes les dan la bienvenida, y posteriormente se les invita a visitar la capilla del Apocalipsis, Museo de los Milagros, el Camarín de la Virgen y la Huerta del Buen Pastor”, indicó Cristóbal Vega, cronista de la localidad.
Una de las múltiples peregrinaciones proviene de la Sierra Gorda, que llega desde el día miércoles, teniendo como punto de reunión el campo municipal, a la salida a Tolimán; después de tomar un descanso en espera de la imagen de la Virgen de los Dolores y la Banda de Viento, encaminan sus pasos hasta la Basílica Menor, durante el trayecto se escuchan oraciones y porras en honor a María Santísima.
“Al acercarse a la Basílica se escucha el estruendo de los cohetes y el repique de campanas, anunciando su llegada, de inmediato los sacerdotes salen al encuentro de los peregrinos y los rocían con agua bendita, haciendo mención del lugar donde provienen, que provoca aplausos y gritos de júbilo por concluir un largo caminar, en jornadas de nueve a cuatro días, provenientes de Xilitla, Jalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol, La Florida, El Extorax, Pinal de Amoles, Peñamiller, Higerrillas, San Miguel Palmas, etc.”, agregó.
Son múltiples los lugares de origen, pero al final todos se funden en un solo sentir: estar cerca de la Virgen, agradecer su llegada, cumplir sus mandas, orar por sus necesidades, encomendar a sus familias y recibir los favores.
El viernes de Dolores, los peregrinos llegan desde temprana hora y en la explanada, atrio y Basílica, se perciben las más variadas manifestaciones de fe; personas que de rodillas, suben las escaleras de la entrada principal, estableciendo una relación intensa con la Virgen, cubiertos bajo su manto, brindan sus peticiones.
No es de olvidar aquellos que con sus danzas y cantos veneran a la Virgen, convirtiendo la explanada en una multitud de colores, con plumas, trajes vistosos, realzando el folclore y las tradiciones prehispánicas, fundiéndose en signos y símbolos modernos, que preservan la cultura.