Dealer en Querétaro, la historia
Jóvenes son los que más consumen, pero no necesariamente los mejores clientes; la marihuana se comercializa más en el norte de la ciudad, especialmente los fines de semana
Es conocido como “El Toluco”, a sus 31 años lo mismo recibe llamadas de policías, amigos y clientes, a quienes distribuye la marihuana las 24 horas del día, pues su labor como dealer en Querétaro no tiene horarios.
Vestido austeramente para disimular su actividad, un pantalón de mezclilla viejo, con manchas de pintura y una playera negra sin mangas son su modo de vestir, con tenis para ir cómodo y sin faltar sus lentes negros, pues sabe que el ser ostentoso es uno de los errores que suelen cometer mucho en el negocio.
Su zona es el norte de la capital. “Mueve” la mercancía lo mismo en su vehículo, en taxis o a través de un taller mecánico, donde los clientes lo conocen y basta pedir la cantidad de droga para quedar un punto para la compra-venta, la cual se realiza en menos de dos minutos.
Él compra cerca de cinco mil pesos de marihuana a la semana, tiempo en el que duplica sus ganancias entregando las dosis en compañía de otros colaboradores.
“Yo compro unos cinco mil pesos semanales, y las ganancias que obtengo yo las convierto estos a 10, 12 mil pesos semanales”, apuntó.
Colonias como Satélite o San Pedrito Peñuelas son cubiertas por “El Toluco”, quien se encarga de la mayor parte de la venta, pues a pesar de tener contactos que le distribuyen, sabe que no hay mejor opción que hacerlo él mismo.
“Colonias Satélite, San Pedrito Peñuelas, Menchaca, Lomas, Santa Bárbara (…) hay gente que me hace llegar la mercancía, yo solamente la reparto con diferentes contactos, me llaman vía telefónica y yo acudo al lugar para entregar la mercancía y listo”, agregó.
Duerme por las mañanas la mayor parte del tiempo, se levanta por la tarde y sale a “trabajar”, pues hay pedidos por entregar, pero también formas de hacerlo, a veces en motocicleta, en taxis, y pocas veces en su vehículo, pues se cuida de no ser reconocido a su llegada, para evitar ser recordado.
Dice que vive solo, tiene una novia que ve en ocasiones, pues por las tardes supervisa la venta o entabla comunicación con quienes los suministra para agendar la siguiente compra.
La droga que compra a través de contactos ya establecidos en la zona metropolitana proviene en mayor parte de Michoacán o Sinaloa, aunque algunos fines de semana va al Estado de México por mercancía para distribuirla en Querétaro.
Los jóvenes estudiantes o grupos que se reúnen en algunas esquinas son sus mayores clientes, aunque no los que más le compran, pues los adultos que tienen empleos y hasta profesiones se llevan cantidades de hasta 500 pesos, mientras los jóvenes compran cantidades de 100 o 200 pesos como máximo.
Viernes y sábado son los días que más se compra la marihuana, por lo que su semana inicia desde el lunes, cuando pide la droga que recoge los días miércoles o jueves, y que queda lista para su venta los viernes, en dosis de 100, 200 y 500 pesos.
Con la adrenalina recorriendo su cuerpo y el gesto del nerviosismo volteando a todos lados para verificar si no hay patrullas o personas que lo hayan seguido cerca, es como hace la transacción.
“Vas”, es lo que le dice a sus clientes al entregar la droga de manera discreta, los que le consumen saben la forma de entregar y pagar la mercancía, un saludo y en el acto se intercambia el dinero por la envoltura de droga.
“Hay lugares donde no las prefieren, donde prefieren químicos, entonces vas viendo tú en listas y pues es la demanda que tú tienes, es conforme vas dejando”, indicó.
Cuando es tiempo de recoger las ganancias con la gente que lo apoya en esta labor va acompañado de una pistola, pues dice que lo mejor en el negocio es no confiar “ni en su propia sombra”.
Sabe cuánto entregó en producto y busca la misma cantidad de dinero, aunque también conoce algunos actos de sus colaboradores a quienes les deja hacer negocio.
“Yo le entrego tanta cantidad y voy por ese efectivo, si él (colaborador) quiere sacar más o darla más cara es su problema, yo voy por lo que sé que entregue”, afirma.
“El Toluco” entro a este negocio como consumidor, y más tarde se ofreció a colaborar con quien le surtía la droga; la necesidad lo orilló a dejar el consumo frecuente, pues fue una advertencia de quien en ese momento lo contrato, que tenía que rendir cuentas y no podía faltar dinero ni droga.
Debido a ello vio que las ganancias le retribuían cuando se dedicaba exclusivamente a la venta, Y ahora sólo fuma marihuana o inhala cocaína de vez en cuando.
Como toda labor de riesgo, “El Toluco” sabe que no puede trabajar solo, pues hay que cuidarse para no cometer errores, ya que al ser sorprendido, hay que “molestar” a algunos comandantes que saben de su actividad.
“En dado caso de que te caigan personas, estás de acuerdo con diferentes policías o comandantes para dar un pago, alguna mensualidad, pero normalmente andas con cuidado, solo en dado caso de que te agarren o algo ya está pactado”, relató.
Pese a que el negocio aún le deja ganancias, sabe que hay competencia, a la cual se le compite con mejor mercancía para el gusto de los clientes.