Diez razones para no anular. Germán Martínez Cázares
El grave problema del poder político en México es que lo queremos definir y repartir antes de que los ciudadanos lo definan y repartan en […]
El grave problema del poder político en México es que lo queremos definir y repartir antes de que los ciudadanos lo definan y repartan en las urnas. Obviar la rutina de las elecciones siempre ha sido una tentación. Antes para los ladrones de votos del viejo sistema autoritario, después para la plutocracia, los caciques y algunos líderes religiosos, todos dispuestos a colocar en el gobierno marionetas dóciles a sus reclamos. Ahora, una ocurrencia insiste en afirmar que es perturbador escuchar y obedecer la preferencia del ciudadano.