Una tarde en la Alameda de Querétaro
En Querétaro cerca de 280 mil niños se encuentran en condición de pobreza lo que representa el 43 por ciento de la población entre los 0 y 17 años de edad.
El día 30 de abril se festeja en México el Día del Niño, fecha en la que millones son celebrados en medio de regalos y eventos especiales; y es también en este que se conmemora el Día del Niño de situación de calle -12 de abril- una fecha que quizá pasa desapercibida pero que es en nuestra ciudad la realidad que tiene una población infantil que fluctúa entre los 600 niños provenientes de los espacios con mayor marginalidad al interior del estado así como de otras entidades.
Ante una situación precaria y muy compleja de la infancia en México reflejada en los diversos índices elaborados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) y el fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dentro del estudio “Pobreza y Derechos Sociales de Niñas, Niños y Adolescentes en México 2010-2012” se destaca que en México 1 de cada 3 niños vive en situación de pobreza y pobreza extrema; también que dicha condición afecta a un promedio mucho mayor a los menores de 17 años que a la población de adultos.
Las entidades que presentan un entorno más adverso para la niñez de nuestro país son Chiapas, Guerrero, Puebla, Chiapas, Estado de México y Veracruz. En Querétaro son cerca de 280 mil niños de acuerdo a este informe que se encuentran en condición de pobreza lo que representa el 43% de la población entre los 0 y 17 años de edad.
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) dio a conocer por medio del estudio “El Derecho a una Educación de Calidad en México” que más de 3 millones de personas entre los 12 y 17 años de edad trabajan más de 20 horas a la semana, 6 de cada 10 de ellos no acuden a la escuela.
De los niños que trabajan en México 7 son niños y 3 niñas; 16 de cada 100 destinan la mitad de su salario o más al hogar, 1 de cada 4 percibe un salario mínimo y 5 de cada 10 no percibe remuneración económica alguna.
Derivado de lo anterior un 7.2 de lo menores de edad en Querétaro labora, de acuerdo con el Documento Informativo Sobre el Trabajo Infantil en México elaborado por el Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Discriminación (Conapred).
En días recientes se llevaron a cabo eventos en torno a la celebración del Día del Niño en Querétaro, una de las sedes para este tipo de eventos fue la recientemente remozada y quizá contrastante Alameda, ahí a unos cuantos metros de la zona infantil de este importante centro de esparcimiento familiar, sobre avenida Pasteur; Jessika Martínez –líder del proyecto- Ricardo Zamora, las religiosas Lupita y Elí, junto con un grupo de jóvenes estudiantes prestadores de servicios social del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, están llevando a cabo diversas actividades lúdicas con un grupo de al menos 15 niñas y niños en situación de calle.
“Escuela Móvil” es el nombre del proyecto que encabeza Jessika en México, esta iniciativa forma parte del programa internacional “Mobile School” que forma parte de una organización cuyo origen es Bélgica con la finalidad de ayudar por medio de Fundaciones que trabajan a favor de mejorar las condiciones de vida para niños en situación de calle en todo el mundo.
En la “Escuela Móvil” primera en nuestro país que trabaja en Pasteur y en el Mercado del Tepetate, es el Banco de Alimentos de Querétaro es la organización que apoya al staff con los gastos de operación que necesita este proyecto para poder llevar a cabo sus sesiones de manera permanente.
Este esfuerzo busca crear una experiencia lúdica que le brinde dignidad a los infantes, bajo la premisa de que “si los niños no van a la escuela, la escuela irá a los niños…” de acuerdo a lo que nos compartió la propia líder del proyecto.
La escuela en sí, es un pequeño carro con pizarras y material educativo que se despliega para ofrecer a los chicos un amplio espacio donde trabajar, escribir, dibujar y aprender. Esta fundación participa en diversos países en los cinco contenientes.
Sus aspiraciones son realistas, los voluntarios que encabezan este proyecto saben que lograr que un niño o joven pueda integrarse a un modelo educativo formal son muy escasos, ante un escenario hostil y complejo como el que viven los menores que acuden con ellos todas las tardes.
Pero se centran en la profunda convicción de que al menos por dos horas, esos menores que acuden a la “Escuela Móvil” estarán por un momento –al menos- alejados de la violencia, de la marginalidad y de los vicios que en esa esquina y en sus lugares de origen se vive.
Los niños sonríen se les percibe contentos, mientras sus monitores y los voluntarios del programa les brindan afecto y compartan con ellos diversas experiencias, un joven cercano a la mayoría de edad se hace presente, él al igual que otros que alguna vez tuvieron cercanía con la “Escuela Móvil” tiene dicho por Jessika enormes capacidades para racionar procesos matemáticos, lo confirma con algunos ejercicios propuestos por alumnos de ingenierías que prestan servicio en este programa, sin embargo su oportunidad hubiera sido hace años, hoy por nada dejarían las esquinas.
El contraste en el espacio es inmediato, niños aprendiendo y mayores que constantemente rondan el lugar y distraen a los más chicos, por otro lado muchos de los conductores quizá ni siquiera perciben este invaluable esfuerzo de estos jóvenes, sin embargo, algo lograron sembrar en ellos, y lo hacen de manera frecuente, les imprimen seguridad y estima herramientas fundamentales en el desarrollo de cualquier menor, y cuanto más de ellos.
Al final de la sesión, llegan a una jardinera próxima a la escuela un par de jóvenes mayores de edad, un hombre y una mujer, presumiblemente hermanos o padres de alguno de los menores que acababan de recibir su clase, a los pocos momentos comienzan a fumar un cigarro de marihuana, mostrando esa frontera en la que se acaba la ilusión e inicia la realidad de esos menores.