Denuncian acoso, vigilancia atípica y discriminación en El Campanario
Fernando Fernández Morales, encargado de la seguridad de El Campanario, es señalado por los vecinos como uno de los responsables del acoso en su contra
* Los nombres de las personas entrevistadas para este reportaje
han sido cambiados por cuestiones de seguridad
A manera de represalia, la actual administración condominal de El Campanario ha emprendido una serie de acciones de vigilancia atípica, acoso y hasta discriminación en contra de algunos habitantes, de acuerdo con el testimonio de los propios afectados.
Así lo señala Víctor*, vecino de dicho lugar, quien explica que todo se detonó a raíz de su oposición a un proyecto inmobiliario que busca anexar cerca de 400 hectáreas a El Campanario, mediante el cual se derrumbaría una parte las bardas circundantes para que, así, las viviendas que se desarrollarán en el nuevo predio tengan uso de las vías del actual fraccionamiento.
“Eso podría ser (400 hectáreas) alrededor de 4 mil casas más y que sería una locura tener un fraccionamiento de 6 mil casas, imagínate lo que sería, la cantidad de problemas se nos cuatriplicaría, a los problemas que tenemos hoy de seguridad, en cuestión de agua, en cuestión de muchísimas cosas”, explica.
El proyecto se presentó ante los vecinos a finales del año pasado, y tras mostrar su desacuerdo, Víctor detalla que en los últimos meses ha sufrido acoso por parte de los elementos de seguridad, pues le han impedido el libre acceso al fraccionamiento, han instalado patrullas al exterior de su domicilio para vigilar sus actividades, y le toman fotografías, señala, como forma de intimidamiento.
Víctor señala a Jesús Fernando Fernández Morales, encargado de la seguridad del fraccionamiento, como uno de los responsables del acoso hacia su persona, pues los guardias de seguridad operan bajo sus órdenes y en más de una ocasión, los propios trabajadores le han señalado que solo siguen órdenes de su jefe.
“Buscan la manera de empezarme a presionar a tal grado de, no nada más a mí, sino a mi familia, de mandar patrullas a mi casa, de que me tomen fotos, y me empiezan a presionar por todos lados intentándome sacar, con amenazas, con muchísimas cosas a través de Fernando Fernández”, indica.
Una de las principales diferencias que ha tenido Víctor con la administración de El Campanario es con el cobro de multas -el año pasado la administración tomó la determinación de hacer cobros retroactivos de tolerancias-, las cuales se ha negado a pagar debido a que, considera, la Junta de Gobierno excede sus funciones al realizar actividades que solo le conciernen a la administración pública.
“Se toman la justicia por su propia mano, nos mandan un comunicado a muchos vecinos en donde nos hacen unos cobros retroactivos (…) en donde señala ‘miren, aquí había unas tolerancias, vamos a quitarlas, vamos a cobrarles lo pasado y cobramos retroactivamente y de allí podemos sacar 13 millones de pesos’, ¿por qué? Porque necesitaban dinero”, explica.
Fernando Fernández: abusos, malos tratos y humillaciones
Jesús Fernando Fernández Morales ingreso a prestar sus servicios a El Campanario en 2018, como asesor en temas de seguridad, y pronto comenzó a dar trazos de su personalidad, pues empezó a ejercer presión no solo sobre el encargado del área de seguridad – el capitán Salvador Gilberto Pérez López- sino también sobre los guardias, a quienes exigía que cumplieran sus indicaciones sin cuestionamientos, aunque eso implicará vigilancia atípica y violaciones a la privacidad de algunos vecinos.
En 2020, el capitán Gilberto Pérez renunció al cargo y Fernández Morales asumió por completo el control del área de seguridad de El Campanario, lo que implicó que guardias que tenían varios años laborando en este lugar terminarán siendo despedidos debido a que no accedían a sus peticiones.
Así lo explica Juan, quien laboraba como guardia de seguridad desde el 2015, sin embargo, fue despedido a finales del año pasado a causa de una falta injustificada, a pesar que el había pedido permiso para permutar su día de descanso con varios días de anticipación.
“(Las razones del despido fueron) personales. Ya era una forma de acoso laboral del licenciado Fernando Fernández, él era el que hacía marcas personales con la gente que a él le caía mal. Si uno no hacía lo que él decía, o sea, en sí, uno hacía el trabajo, lo que le mandaban, pero él quería que hiciéramos otras cosas, por lo que él decía… por sus ‘huerfanos’, se puede decir”, explica.
Entre las actividades que estaban fuera de sus labores, se encontraban peticiones de vigilancia atípica sobre algunos vecinos de El Campanario: “Tanto a mí como, bueno, en sí, a casi todos los compañeros, él nos decía que teníamos que andar cuidando a los residentes; qué hacían, qué no hacían, había, ahora sí que, una marca personal”, añade.
De acuerdo con el ahora exguardia, Fernández Morales pedía que se hicieran reportes sobre las personas que entraban y salían de las casas que indicaba; que se revisaran los autos entraban y que se sacaran fotos. A las personas que monitoreaban el circuito cerrado les solicitaba videos de estas viviendas; esta información, sin embargo, desconoce para qué era utilizada.
Además, Fernando Fernández pedía que a estos condóminos se les aplicara de manera estricta el reglamento para buscar imponerles una sanción o multa: “pues les agarraba mala fe, y decía ‘con ellos quiero infracciones, todo con ellos’, hasta sus tapiales, que le llaman, al señor este que tenía los tapiales tirados, era multa”, comparte.
Estas situaciones y los constantes insultos y humillaciones provocaron, de acuerdo con el testimonio de Juan, la baja de aproximadamente unas 60 personas desde la llegada de Jesús Fernando: tanto de trabajadores que “no le hacían caso”, hasta los que recibían presiones e insultos. Poco a poco, Fernández Morales ha sustituido las vacantes “con su gente”, explica el exguardia de seguridad.
Entre algunas irregularidades bajo la gestión de Fernando Fernández, agrega, se encuentran la falta de pago de horas extras, el cobró de cuotas para ser promocionado a un mejor puesto en el organigrama de seguridad, que a los guardias se les obliga a firmar de recibido uniformes inexistentes, y que se disminuyera a casi la mitad el número de guardias que cubren la vigilancia en El Campanario.
Sin embargo, pese a que los trabajadores han denunciado las irregularidades a la Junta de Gobierno de El Campanario, esta no ha atendido los señalamientos, pues Fernando Fernández asegura tener su respaldo, así como tener contactos en la Fiscalía General del Estado.
“Nos decía que el conocía gente de la Fiscalía y que, si no, luego, luego les hablaba, y sí, efectivamente, llegaban las patrullas luego luego”, concluye.
Discriminación como bandera
Un caso similar es el de Luisa, también vecina del lugar, quien, explica, ha enfrentado ataques y discriminación en su contra por parte de los integrantes de la Junta de Gobierno del Campanario, debido a que, considera, también mostró su clara oposición al proyecto de anexar las 400 hectáreas antes mencionadas, además de que ha criticado, de manera abierta, la forma en que la actual directiva de El Campanario administra los recursos del fraccionamiento.
Entre las irregularidades que denuncian los vecinos entrevistados se encuentran el tráfico de influencias, conflicto de interés, manejo discrecional de los recursos, adjudicaciones directas de contratos a proveedores externos sin el debido consenso, entre otras.
En temas de discriminación, Víctor señala que se le han hecho burlas en torno a que no puede pagar las multas por falta de dinero, mientras que en el caso de Luisa, ha recibido tratos discriminatorios en razón de género, aduciendo que no entiende los procesos porque es mujer.
En cuanto a la seguridad interna, Luisa señala que en una ocasión un vehículo suyo sufrió daños cuando estaba estacionado al interior de su propiedad, sin embargo, al solicitar los videos de las cámaras de seguridad para ver quién era el responsable, estos le fueron negados. Esta situación, explica, es debido al uso discrecional que se hace de la infraestructura, la cual debería ser un derecho de todos los condóminos, pues entre todos se paga.
“Solamente en las zonas de ellos (la directiva), es donde la seguridad está presente, con nosotros, la seguridad solamente está presente para estar averiguando que estamos haciendo, no para cuidar, sino para averiguar qué estamos haciendo”.
Al respecto, Víctor expresa su preocupación sobre esta vigilancia implementada por Fernández Morales a los vecinos de El Campanario: “A mí, lo que me llama la atención, y lo peligroso que puede ser el que una persona como esta sepa a qué hora entra, a qué hora sale (…) quién va a visitar al presidente municipal a su casa (quien vive en el fraccionamiento), yo no sé si de esto estén enterados”.