Paty Ruiz Corzo, una vida en armonía con la naturaleza
Un día dejó el violín a un lado y se fue vivir con la tierra. Treinta y tres años después es una de las activistas ambientales más reconocidas del planeta
El prodigio de comerte un mango dulce recién arrancado del árbol. Sentarte en el agua fría del Río Ayutla mientras la temperatura roza los 40 grados. Tomarte una siesta sobre la hojarasca de un bosque con la armonía eterna de los árboles al viento. Esas son las virtudes de vivir en contacto con la naturaleza. Un arrebato que para algunos, es el legado de una vida.
Una cosa es el amor. Otra cosa es la pasión. Ese sentimiento que arrasa la voluntad, que es capaz de perturbar la razón. Se manifiesta en las rabiosas lágrimas que brotan, cuando habla de la destrucción del medio ambiente, de los ojos de Paty Ruiz Corzo, quien hace 33 años dejó la comodidad de un Querétaro pueblerino para dedicar, sin saberlo, su vida a la naturaleza. Daba clases de música en el acomodado colegio John F. Kennedy. Un buen día todo perdió el sentido y por eso decidió mudarse a la Sierra Gorda de Querétaro junto a su esposo, originario de allí, y sus hijos Mario y Roberto.
Tal vez no sea coincidencia que al fondo suene Rajmáninov, mientras ella se expresa sobre su pasión. Romántico como pocos pudieron ser, el ruso fracasó con su Primera Sinfonía. Coqueteó con la dirección de orquestas, alejado de la composición por una fuerte depresión provocada por la falta de ideas. De allí salió gracias a la hipnosis y compuso el Concierto para Piano y Orquesta número 2, ese que suena tenue al fondo de la oficina de Paty, quien un día dejó el violín a un lado para dedicarse de lleno a la sinfonía de la naturaleza.
«Me vine por buscar un reencuentro con nuestras raíces, con lo sensato. Me harté del exceso de la vida consumista, de la sociedad con su banalidad. Estaba yo hasta la …. de estar en tanta intrascendencia, pasándolo bien. Una sociedad muy hedonista, de consumo, que roba, que no pide prestado, que no pide permiso, solo quita. Explota, horada, rompe, degrada, contamina. Me daba pena ser parte de eso».
La vida y el medio ambiente
Desde entonces, su legado de vida ha sido encontrar la armonía con la Sierra Gorda. ¿Cómo vivir en un entorno tan rico sin hacerle daño? De ahí proviene todo. En 1987, cinco años después de su retiro, Martha Isabel Ruiz Corzo – que aclara con el aburrimiento de quien lo ha contado mil veces que el ‘Paty’ se lo puso una hermana en su juventud – fundó el Grupo Ecológico Sierra Gorda.
Diez años después logró que, por decreto presidencial, se creara la Reserva de la Biósfera de la Sierra Gorda, una zona en la que confluyen una serie de proyectos de conservación ambiental, educación ecológica, desarrollo social, turismo sustentable y combate a la huella de carbono, todo desde la base social, que han sido ampliamente reconocidos a nivel mundial y que se han agenciado alrededor de 42 premios, los cuales ponen a Ruiz Corzo como una de las principales activistas ambientales del planeta.
«Yo no me vine a esto. Yo me vine a tener una vida bajo prácticas saludable, la búsqueda, no esperaba yo esto. Pero encontré respuestas en el camino, y entendí que lo mejor que podía yo hacer es dedicar mi vida al servicio de la tierra. No me interesa otra cosa».
Una tercera parte de Querétaro, paraíso de la biodiversidad
La Reserva de la Biósfera de la Sierra Gorda es cosa seria. Roberto Pedraza Ruiz, hijo de Paty, quien creció en la zona cuando su familia decidió cambiar de estilo de vida, es hoy un reconocido fotógrafo de la conservación y especialista en flora y fauna de la zona. Es autodidacta. Explica que la reserva es nada más y nada menos que el 33 por ciento del territorio total de Querétaro. Una tercera parte del estado. 383 mil 567 hectáreas de biodiversidad permanentemente amenazada por actividades como el ganado desordenado o la tala clandestina, así como la presencia invasiva del hombre.
Ese es el territorio que protege el Grupo Ecológico de la Sierra Gorda, a través de una serie de asociaciones civiles y organizaciones no gubernamentales que están unidas en la Alianza para la Conservación de la Reserva de la Biósfera de Sierra Gorda.
Productos y Servicios Sierra Gorda aglomera la parte de ecoturismo y la comercialización de los productos de las comunidades. Sierra Gorda Ecotours es una operadora turística sustentable cuyas ganancias se reinvierten en la operación del grupo y Viva Sierra Gorda es la contraparte del grupo en California, Estados Unidos.
Bosque Sustentables A.C. es la división forestal del grupo, que reforesta suelos, capacita para el manejo holístico del ganado y, sobre todo, maneja el proyecto del pago de servicios ambientales con la venta de bonos para mitigar la huella de carbono.
Joya del Hielo A.C. se fundó en 1996 se dedica a la compra de tierras para la conservación. A diferencia de lo que sucede en otros país, en México las zonas protegidas son propiedad de particulares, y no del Estado mexicano. Esto implica que los dueños de las tierras, arrinconados por la necesidad, lleguen a acuerdos perversos con corporaciones explotadoras de recursos o utilicen esos espacio para el ganado desordenado, que al ser fauna exótica para la zona, terminan destruyendo el ecosistema. A través de esta organización, se les compran las tierras a sus dueños y se destinan para la vida silvestre.
«Manejamos 10 reservas, la primera fue en 1996. Al comprar ese terreno, que era legal la tala, botamos a los madereros con todo y sus bulldozers, su campamento de motosierristas. Para variar le estaban robando a la gente local, les pagaban una miseria por la madera. Eran señores analfabetas los expropietarios (…) Hoy manejamos 5 mil 600 hectáreas, 10 de ellas con reservas privadas. Todas son sitios con alto valor biológico», afirma Roberto.
Seguridad y naturaleza
La tala clandestina sigue siendo una de las amenazas más importantes que enfrenta la Sierra Gorda, en donde hay una gran presencia de pino, cedro blanco y encino, maderas muy apreciadas por la industria. A pesar de que es una actividad ilegal en la reserva, resulta prácticamente imposible cuidar casi 400 mil hectáreas de terreno, por lo que sin el apoyo de las autoridades, la buena voluntad del grupo ecológico resulta insuficiente.
Tras el reciente anuncio de la creación de la Gendarmería Ambiental, que estará operando desde diciembre próximo, Pati Ruiz Corzo espera que el gobierno federal disponga de un contingente para la Sierra Gorda, pues las policías municipales no tienen la capacitación suficiente para frenar estos delitos que desangran la zona.
«Pues yo quiero ver si me pesco uno de esos muñecos. Es una superpolicía que van a traer pistola, no es como la Profepa, surgió para las áreas protegidas, se supone. Estoy buscando tener un gendarme de esos en la Sierra. Es que es una falta de presencia de la autoridad que te da rabia. Se nos acaban de quemar casi 2 mil hectáreas hace tres semanas».
Vacas, el futuro del planeta
Mientras Paty Ruiz Corzo explica cómo funciona la maquinaria ambiental que instaló en la Sierra Gorda, en la sala contigua, ante un centenar de personas, Darren Doherty dicta una conferencia magistral. El australiano es un especialista reconocido a nivel mundial en agricultura regenerativa y ganadería holística, una novedosa técnica que promete mitigar la huella de carbono a un ritmo mucho más rápido que los grandes bosques.
El Grupo Ecológico Sierra Gorda no solo trabaja en Querétaro. En este tema, trabajan 23 ranchos piloto distribuidos en siete estados del país, como Guanajuato, San Luis Potosí, Sonora, Chihuahua o Baja California. Este año se llevarán a cabo dos diplomados de manejo holístico ganadero, en el que 40 educadores holísticos capacitarán a rancheros en prácticas regenerativos de suelos, formando sumideros de bióxido de carbono y de agua.
Los estudios señalan que suelos tratados de manera holística pueden captar tres veces más bióxido de carbono en el humus y raíces que en los árboles. Si se toma en consideración que el ganado es uno de los principales contaminantes ambientales del mundo, el cambiar a prácticas holísticas podría significar la salvación del planeta.
«Es la solución a nivel mundial. Echar a andar una ofensiva de vacas con ganaderos que hagan que sus vaquitas trabajen. Antier presentaron un proyecto de un socio de nosotros en Chihuahua, este amigo mete 2 mil vacas por hectárea, y las mueve con un cerco eléctrico. La cantidad de caca que dejan las vacas, todo meadito, todo volteado el suelo, y todo podado. Donde ellas van podando, se van secando las raíces abajo. Es totalmente de intento, moverlas así, para que en el subsuelo se vayan haciendo esponjas de raíces», explica Ruiz Corzo a este respecto.
La verdadera riqueza
Todo este trabajo, de reconocimiento somero en Querétaro, ha sido multipremiado en todo el mundo. El último es de los más importantes, apenas el marzo pasado la National Geographic otorgó a Ruiz Corzo el World Legacy Award, en la categoría de ‘Conservación del Mundo Natural’.
El Campeones de la Tierra, el Rolex Awards for Enterprise, el premio de la Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad o el Premio Wangari Maathai de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques son solo algunos de estos reconocimientos. El Foro Económico Mundial (FEM) tiene, entre sus 50 proyectos globales, el del GESG, y Paty Ruiz Corzo ya ha sido invitada para participar como oradora social en diversas reuniones del foro. Si el Premio Nobel tuviera un premio para activistas ambientales, Ruiz Corzo ya lo habría ganado.
En abril, Paty fue reconocida por Amazing Women en el Women’s Forum for Economy & Society celebrado en la Ciudad de México, un foro en el que participaron personajes de la talla de Carlos Slim. La activista ambiental cuenta que sostuvo una conversación con el magnate mexicano tras hacerle un comentario sobre el valor comercial que tienen los bosques por los servicios ambientales que ofrecen. El planteamiento económico, que no altruista, atrajo a uno de los hombres más adinerados del mundo, a quien la activista espera atraer a la Sierra Gorda para que pueda experimentar la verdadera riqueza del mundo.
«Seguramente el señor se sentiría muy a gusto. He traído gente muy picuda, y cuando por primera vez tienen la oportunidad de la sencillez, ves cómo la disfrutan. Una vez vino una banda del Consejo del Fondo Mexicano, presidentes de bancos. Me los llevé al bosque y les dije que era hora de la siesta, había unas botellas de Coca Cola grandes y se las puse de almohada, se acostaron en la hojarasca. En la vida habían hecho algo tan en contacto. Estuvieron tan felices, todos esos viejos tomando la siesta en la hojarasca, en la vida habían tenido un placer de esos. La tierra tiene un aroma. La frescura. Eso no lo conoce el señor Slim, ojalá lo tenga un día yo aquí».
Entre el silbido eterno de las cigarras
En la Sierra Gorda de Querétaro no existe el silencio. Las cigarras llenan el ambiente con su ritual de apareamiento y las ramas de los árboles chocan entre ellos cuando el incesante viento las pone a bailar. La tranquilidad de la Sierra Gorda no se encuentra en la ausencia de ruido, sino en la armonía de sus sonidos.
Y sobre las curvas de la carretera, donde el paisaje es hipnótico, hay muchas razones para agradecer. Por las pequeñas fondas manejadas por señoras emprendedoras que por unos cuantos pesos sirven un festín. O por esas lejanas comunidades en las que los vecinos siembran verduras orgánicas. Hojas de espinaca que podrían servir de sábana, jitomates rojos y jugosos como si estuvieran dibujados, o enormes coles del tamaño de un balón.
Y ni el calor bochornoso arruina la experiencia, cuando a orillas del Río Ayutla el agua templada en perpetuo movimiento salpica sobre el rostro. A unos metros, ramas interminables que no se sabe si provienen de un árbol o de un ejército de ellos dan sombra mientras cuelgan, por cientos, mangos verdes que aún deben madurar.
La ansiedad en la Sierra Gorda no pasa por esperar la quincena, sino por resistir a julio, cuando esos frutos, ya naranjas o amarillos, estén listos para endulzar paladares. De ese tamaño son las angustias en la Sierra Gorda, y así de fácil es la felicidad.