La historia de “B”
“Me gustaría golpearlo porque por su culpa, mi historia de vida ya no es la que yo anhelaba”, dice “B”.
Colaboración especial de Claudia Ivonne Hernández
Tenía 23 años cuando lo conoció. Estaba sola y con dos hijos. Se enamoró y confió ciegamente en el. No conocía nada sobre el trabajo sexual. Pero cuando menos lo imaginó, ya estaba dentro.
La historia de “B” es la historia de muchas mujeres que son víctimas de la trata. Por lo general se encuentran en una situación vulnerable, difícil… y eso, es aprovechado por los tratantes para explotarlas. Así se escribió la historia de “B”.
“Me dijo que nos fuéramos. Nos fuimos a Tlaxcala. Ahí me llevó a vivir a una casa en donde había más mujeres. Y me sugirió que preguntara. Que ahí me iban a enseñar a trabajar”.
“B” vivió durante casi un año en una casa en donde vivían otras mujeres que eran explotadas por sus parejas. La historia era la misma. Mujeres abandonadas, con una historia de vida complicada que no encontraban salida inmediata a sus problemas. Los hombres las enamoraban y luego las ponían a trabajar. Eran prostituidas.
“Había al menos unas 6 chicas. Todas habían llegado ahí igual que yo. Con engaños. Venían de otras partes de la república mexicana. Algunas eran de Tlaxcala, otras de Puebla. Pero todas teníamos que entregar cuentas. Yo no sabía qué era lo que tenía que hacer…”
Así que preguntó. La primera experiencia, me dice, fue complicada. Pero poco a poco y a la fuerza, se fue acostumbrando. Yo le pregunto por qué no escapó. Por qué no recurrió a las autoridades. Y cuando me contesta puedo imaginar el terror de la experiencia vivida:
“Es que estaba sola. No tenía contacto con mi familia, ni con mis amigos. Estaba sola en una ciudad que no conocía. Tenía que cuidar a mis hijos y él me hacía creer que con ese trabajo podría salir adelante… pero no fue así”.
Así opera un tratante: las enamora. Luego las apartan de su comunidad, de su familia, de sus amigos. Solas y lejos, vulneradas, entonces comienzan a ser explotadas. En este caso, sexualmente.
¿Qué pasaba si no conseguías cliente una noche? Nada me dice.
“Solo me decía que le tenía que echar más ganas. Pero a otras si las golpeaban. Otras si eran maltratadas por sus parejas”.
La historia por fortuna no terminó ahí. “B” pudo regresar a Querétaro. El hombre de quien se enamoró la “recomendó” con otra mujer que se dedica al trabajo sexual aquí. Y logró salir de aquella casa. Pero nunca logró salir del trabajo sexual.
¿Y el tratante? Le pregunto por él y me dice que no sabe. Que nunca jamás volvió a saber de él. Y que ni quiere saber. Que ahora que puede ver las cosas con claridad entiende que si no hubiera aparecido en su vida, seguramente su historia sería distinta. Ahora, vive al día, trabaja de noche y todos los días, llueva, truene o relampaguee. Ella mantiene sola a sus hijos. Tiene tres. Y dice que por ahora será imposible dejar este trabajo. Bien que mal, les da de comer. ¿Cuánto gana en una noche? “B” me dice que a veces nada. A veces gana hasta 2 mil pesos. Muy de vez en cuando y atendiendo hasta 5 hombres en una sola jornada…
Así es la historia de las víctimas de trata. Las que logran escapar de su tratante. Las que logran sobrevivir a la explotación. Las otras, las que mueren, se convierten en una cifra más.
“B” puede contarlo. Y se arrepiente de no haber sido lo suficientemente avispada para identificar al explotador. Cuando le pregunto qué haría su se encontrara a ese hombre de frente me dice tímidamente, “me gustaría golpearlo porque por su culpa, mi historia de vida ya no es la que yo anhelaba”.