Recordando a Leonora Carrington
Una de las más grandes exponentes del surrealismo en femenino murió el 25 de mayo de 2011 en la Ciudad de México. En el segundo aniversario de su fallecimiento, una corta semblanza de su vida.
La de Leonora Carrington fue una vida de esas que merecen ser plasmadas en un libro y Elena Poniatowska hizo lo propio al publicar Leonora, en 2011, el mismo año que Carrington falleció a causa de una neumonía complicada. Británica de nacimiento, mexicana por adopción, Leonora fue pintora y novelista, una de las últimas sobrevivientes del movimiento surrealista de principios del siglo XX; desde muy temprana edad se sintió identificada con el surrealismo, sus primeros dibujos surrealistas los hizo a los 10 años, pero fue algunos años después, 1936 durante la Exposición Internacional de Surrealismo de Londres al ver la obra del pintor alemán Max Ernst, de quien más tarde se enamoraría profundamente, que esta corriente se convirtió en su pasión y en el medio de expresión de un alma rebelde e inquieta.
Carrington llegó a México en 1942, después de pasar una temporada oscura en varios países de Europa, marcada por el inicio de la Segunda Guerra Mundial y una crisis de inestabilidad emocional provocada por su rompimiento sentimental con Ernst, sin embargo en México encontró un selecto círculo de amigos entre los que figuraban Octavio Paz, Diego Rivera, Remedios Varo y Pierre Mabille, quienes la incitaron a incursionar en la literatura y continuar con su carrera artística. En México, además de conocer a su esposo, Emericko Weisz, con quien tuvo dos hijos, Leonora también entró en contacto con el misticismo de las culturas prehispánicas, en particular con la maya, e inspirada en esta pintó el mural El mundo mágico de los mayas, el cual se exhibe en el Museo Nacional de Antropología de la Ciudad de México.
Edward James, el creador de Las Pozas de Xilitla, fue mecenas de Carrington en el desarrollo de su carrera artística.
