Plaza de almas. DE POLíTICA Y COSAS PEORES / Catón
Él tenía 40 años; ella 15. Jamás lo había visto hasta aquel día en que llegó a su casa a pedirla en matrimonio a su […]
Él tenía 40 años; ella 15. Jamás lo había visto hasta aquel día en que llegó a su casa a pedirla en matrimonio a su papá. Andaba en la cocina, y su padre la llamó. “Liberata: aquí está José María, que quiere casarse contigo. ¿Tú qué dices?” Ella le había echado una mirada de soslayo -“de sololayo” decía al contar aquello-, y una fracción de segundo le bastó para ver su guapura de varón. Bajó la frente y respondió con humildad: “Ay, papá. Yo qué sé de esas cosas. Usté dígale que sí”. Se casaron apenas corridas las amonestaciones.