Astillero/Julio Hernández López/La Jornada
No fue el papá, sino el hijo. Aprehensión en diminutivo: no El Chapo, pero sí el Chapito o, mejor dicho, uno de los chapitos. Ha […]
No fue el papá, sino el hijo. Aprehensión en diminutivo: no El Chapo, pero sí el Chapito o, mejor dicho, uno de los chapitos. Ha sido el máximo golpe dado hasta ahora en la temporada de especulaciones electorales relacionadas con el uso a conveniencia de los instrumentos institucionales de combate al crimen organizado (de los ex gobernadores tamaulipecos no ha habido nada, hasta ahora). Barajas negociables bajo la mesa para lucimiento de la casa apostadora o para mayor enturbiamiento de un proceso de por sí denso y preocupante.