Febrero 10, 2017
Qué bueno que los miembros del Senado de la República quieran asumir una postura de austeridad ante el momento que vive el país. El problema […]
Qué bueno que los miembros del Senado de la República quieran asumir una postura de austeridad ante el momento que vive el país. El problema es cuando la austeridad se vuelve discurso y su impacto real en las finanzas públicas es nulo.
Para su sesión que pretendía conmemorar el Centenario de la Promulgación de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, el 5 de febrero pasado en Querétaro, los senadores habían pedido 80 habitaciones en los hoteles Doña Urraca, Mesón de Santa Rosa y La Marquesa para alojarlos a ellos y a sus equipos de trabajo.
Una semana antes, los senadores pidieron la cancelación de estas porque ya no asistirían al evento como una “medida de austeridad”.
Pues resulta que los hoteleros no aceptaron regresar el 100 por ciento del recurso, y de las 80 tuvieron que pagar por 60 habitaciones que no fueron usadas.
Por sus ocurrencias de último minuto, los senadores terminaron gastando dinero en absolutamente nada, pero le llamaron “austeridad”. Suena más bien a dispendio irresponsable, ¿no?