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Una consecuencia silenciosa del confinamiento, la miopía

Por Expertos TEC - 30/03/2022

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

La falta de luz solar es la principal causa del aumento de esta enfermedad, que en 2050 afectará a la mitad de la población, según la OMS.

 Una consecuencia silenciosa del confinamiento, la miopía
Por Mariana Maya López, Profesora de la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño del Tec de Monterrey Campus Querétaro. mmaya@itesm.mx

Para todos es conocido que el confinamiento derivado de la pandemia nos ha impactado de muchas maneras, en particular a los infantes y adolescentes. Nuestras preocupaciones están centradas en el virus y en sus consecuencias inmediatas, pensamos que una vez superada la enfermedad se tiene superado todo; pero existen otras consecuencias que a largo plazo implicarán mayores daños si no las observamos. Estas consecuencias podrían ser silenciosas y podríamos pasar por alto simples acciones para compensarlas.

Antes de la cuarentena, solo un 15 por ciento de los niños y niñas usaba pantallas más de 90 minutos al día; durante la cuarentena, subió a un 73 por ciento. Estar frente a una pantalla o celular durante mucho tiempo estimula la visión cercana, lo que provoca que los ojos converjan de forma constante. Se ha pensando que esta situación es la causa principal de miopía, pero no existen estudios que demuestren de manera contundente esta afectación.

La falta de luz solar es la principal causa del aumento de esta enfermedad, que en 2050 afectará a la mitad de la población, según la OMS. Los rayos del sol liberan dopamina en la retina, una sustancia que evita que el globo ocular se haga más largo y ayuda a prevenir el aumento de la miopía. Carolina Picotti, médica, oftalmóloga infantil menciona que “si los niños no salen al aire libre y no reciben luz de sol, su cuerpo no genera este neurotransmisor y la enfermedad se dispara”.

Ninguna luz artificial puede reemplazar los rayos solares, se estima que los niños necesitan pasar alrededor de tres horas por día bajo niveles de luz de al menos 10.000 lux para estar protegidos contra la miopía, una cantidad de luz similar a la que recibiríamos permaneciendo bajo la sombra de un árbol en día de verano. Algo difícil de igualar en un interior: una oficina o un aula que esté bien iluminada no supera los 500 lux.

Este dilema entre entender los beneficios de exponerse a la luz solar contrasta con la tendencia de aumento en el uso de pantallas, porque es cómodo, práctico y adictivo, ahora hemos decidido estar en auto encierro, nos proporciona sensaciones de seguridad en el que muchos nos sentimos cómodos y acostumbrados, es más seguro y fácil tener a un niño frente al televisor que tomarse el tiempo para llevarlo fuera. El uso de espacios públicos ha disminuido, las personas ya no salimos y urgen estrategias para reactivarlos.

El reto entonces, será generar motivaciones para “querer salir”, encontrar nuevas dinámicas para caminar la ciudad, el campo, comer en exteriores o introducir nuevas formar de estudiar o trabajar. ¿Cómo se pueden ofrecer mejores experiencias en los espacios al aire libre? ¿Cómo se podrían repensar los patios de las escuelas o las oficinas o nuestras propias casas para garantizar estas dosis de lux?

Generar las respuestas a estas preguntas nos ofrece múltiples posibilidades para repensar la ciudad que habitamos, para imaginar nuevas maneras de trabajo, recreación y encuentro; imaginar una junta o una clase al aire libre ofrecen nuevas pautas para rediseñar lo establecido.

 

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