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¿Somos esclavos de nuestros sistemas de creencias?

Por Paulina Fol - 31/05/2023

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Cuando llegamos a la edad adulta, nuestro sistema de creencias no es nuestro, sino un reflejo del entorno familiar en el que hemos crecido.

 ¿Somos esclavos de nuestros sistemas de creencias?

Foto: Especial

Al nacer somos hojas en blanco, computadoras sin programas instalados. Nuestra mente se encuentra limpia de condicionamientos externos. Conforme vamos creciendo se va instalando un sistema de creencias en cada uno de nosotros, el cual nos ayuda a tener una estructura base para relacionarnos con el entorno y sobrevivir. Dichas creencias, entonces, se convierten en ideas instaladas en nuestro mapa mental; sobre en cómo interpretamos el mundo y percibimos nuestra realidad. En cada familia existen frases y conductas repetitivas que nos hacen salir al mundo, a vivir nuestras experiencias, desde esa perspectiva.

Evidentemente, cada persona va adoptando ideas y creencias que tienen que ver con su entorno. Es decir, adoptamos todo lo que nuestros padres dicen, creen y hacen. En pocas palabras, incorporamos todo aquello que nuestros padres son, pues ellos -haciendo lo mejor que saben- proyectan inconscientemente su manera de ver la vida sobre nosotros.

Así, cuando llegamos a la edad adulta, nuestro sistema de creencias no es nuestro, sino un reflejo del entorno familiar en el que hemos crecido. Si bien, este sistema de creencias nos ayuda a aprender y a generarnos una identidad, también puede generar en nosotros una estructura limitante y poco flexible; que puede traernos muchos problemas en nuestra vida adulta si no sabemos adaptarlo o cambiarlo según el contexto y experiencia vivida.

El escritor Alex Rovira asegura: “No vivimos a la altura de nuestras capacidades, vivimos a la altura de nuestras creencias”. Pues, lo que pensamos es lo que creamos. Son nuestras creencias, las que nos hacen verdaderos maestros de la limitación, pues son las que condicionan nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos. Determinan nuestras capacidades, nuestros valores, nuestra relación. En pocas palabras, el sistema de creencias se vuelve todo lo que soy.

Por su parte, el Dr. Miguel Ruiz en su libro Los Cuatro Acuerdos menciona que “un sistema de creencias es como el Libro de la Ley que gobierna nuestra mente”. Pareciera que no es cuestionable y que cualquier cosa que se encuentre en él es nuestra verdad. Por ello, cualquier cosa que hacemos en contra de nuestro sistema de creencias nos hace sentir culpables, inseguros y con un sentimiento de miedo.

Ahora bien, es importante señalar que, si las creencias que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida no generan ninguna disfuncionalidad, no es necesario cambiarlas. Es decir, si el contexto en el que se genera una creencia es el adecuado, no hay ningún conflicto, pues dicha creencia se vuelve funcional para nuestra vida. Pero ¿qué sucede si alguna de mis creencias no se adapta a la experiencia o al contexto e incluso genera conflicto en mi vida? Ese es el momento en el que es necesario replantearnos la programación que traemos instalada y analizar cuál es la creencia que se encuentra detrás de mi conducta, de mis emociones y de mi manera de funcionar. Se requiere una gran valentía para desafiar nuestras propias creencias, ya que estas operan de manera inconsciente.

Las creencias no son ni buenas ni malas, lo importante simplemente es que sean flexibles. Pues sucede que cuando somos adultos expresamos opiniones y defendemos lo que creemos y nos comportamos de cierta manera sin cuestionarnos de manera consciente de dónde viene todo eso. No somos conscientes que el no cuestionarnos nuestro sistema de creencias nos puede llevar a afectar nuestra vida, nuestra salud y bienestar.

La vida está deseando, que seamos felices, que seamos prósperos, que seamos extraordinarios y que contribuyamos a la vida de los demás. Pero parece ser que muchas ocasiones pensamos que no es así y que es la vida la que nos pone los obstáculos. Sin embargo, lo complejo no es la vida en sí misma, lo complejo son los programas mentales que todos nos creamos, pues estos son el reflejo de las emociones que sentimos, las decisiones que tomamos, y los comportamientos que manifestamos. De ahí la importancia de saber que las creencias están para cuestionarse y no para determinarnos.

Paulina Fol

Licenciada en Contaduría por la Universidad Latinoamericana y egresada de estudios de Derecho del ITAM. Sin embargo, desde hace tres años me describo como una buscadora incansable de la paz interior y la salud mental, emocional y espiritual; a través de la formación y entrenamiento en estudios de Desarrollo Humano, Autoconocimiento, Mindfulness, Angeloterapia y diversas disciplinas relacionadas con el crecimiento personal.


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