Regular trasnacionales, el autogol en la FIFA
La semana anterior nos enteramos de la detención de funcionarios de la FIFA y de otras personas más sujetas a investigación por las autoridades judiciales […]
La semana anterior nos enteramos de la detención de funcionarios de la FIFA y de otras personas más sujetas a investigación por las autoridades judiciales norteamericanas, y aparentemente se dejaba intocable la figura del zar del fútbol, Joseph Blatter. Incluso, en senda elección, éste último de nueva cuenta fue designado Presidente del organismo internacional referido.
La ONU en su vigésima sexta reunión, celebrada en 2014, a través de su Consejo de Seguridad, emitió una resolución para regular la actuación de las grandes empresas corporativas pero los llamados lobby agreements han sido por demás contundentes lo que han hecho infructuoso tratado internacional alguno, pese a que esta tendencia se marca desde los años setentas. En el año 2005 surgen los Principios Rectores sobre Empresas y derechos humanos promovidos por John Ruggie aprobados por la propia ONU, pero en 212 el Secretario General de este organismo, señaló que solamente eran normas morales, de buena fe y no jurídicamente vinculantes, lo que coloca a las transnacionales en la simple voluntariedad.
El problema normativo es éste, ya que se depende de esa buena fe, y no hay responsabilidad internacional legal alguna de estos corporativos, quienes tienen la obligación de respetar la ley y, si no lo hacen, deben recibir sanciones a novel local, pero también, a escala internacional. Sin embargo, parece que no existe instancia para contrarrestar el enorme poder político, económico y jurídico de las empresas transnacionales y la fuerza de la lex mercatoria y de un edificio de alta impunidad que se sostienen por los acuerdos de globalidad imperante en un derecho internacional a modo, tipo soft law. De ahí que, en este contexto, muchos gobiernos y naciones se encuentren subordinados a las grandes corporaciones.
El FIFAGATE, es la muestra de un poder desbordado, de una exigida justicia ya transnacionalizada en la cual aparecen dentro de una lista de presuntos responsables, sujetos que han burlado sobretodo, la generosidad del aficionado quien es quien finalmente paga en la cadena de consumidores previos, las consecuencias de un deporte cada vez más alejado de su objetivo real. Señor Blatter, dónde quedan sus frases, bailes y poses ridículas, simplemente usted con los suyos se hicieron autogol.
Espero, por lo tanto entre tanta porquería, que la pelota no se manche. Me pongo de pie, como dijera el inolvidable don Angel Fernández, todavía el fútbol es y seguirá siendo una esperanza para la sana convivencia humana.