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Querétaro, el quiebre que viene

Por - 12/11/2012

I. Bola de estambre: La ilusión de la modernidad  A comienzos del XX, el pensamiento dominante era el de la modernidad. Se tenía fe en […]

 Querétaro, el quiebre que viene

I. Bola de estambre: La ilusión de la modernidad 

A comienzos del XX, el pensamiento dominante era el de la modernidad. Se tenía fe en que gracias a los avances científicos y tecnológicos el hombre superaría cualquier reto. La industrialización, la construcción de caminos y carreteras, el crecimiento de las ciudades fueron sinónimos de lo moderno.

50 años después, tras dos guerras mundiales y la posibilidad del exterminio global garantizado por la carrera nuclear, la fe en el desarrollo al infinito decayó. Sin embargo, en lugares como Querétaro la idea de la modernidad tardó en llegar. La ciudad se mantuvo al margen, detenida en el tiempo mientras en otros lados hubo impulsos industrializadores desde los primeros años del siglo XX.

II.- Tejido fino: la explosión demográfica tardía 

Las ciudades son como los árboles, con anillos que muestran los periodos de bonanza o de sequía. El queretaro que vemos hoy no tiene más tiene 60 años. Colonias como la Cimatario o Jardines de Querétaro apenas cumplieron su medio siglo de vida, lo cual en términos de la historia, es apenas un abrir y cerrar de ojos. Quienes nacieron aquí en la década de 1960 les tocó vivir unos límites de la ciudad ligeramente mayores a los que había en 1900.

Entre 1895 y 1940, la población de Querétaro promediaba los 200 mil habitantes. En 1950 comenzó una dinámica de crecimiento. Para 1960 la población total del estado era de 355,045 habitantes. Entre 1980 y el 2000 se duplicó la población, al pasar de 739 mill a un millón 400 mil habitantes. El censo del 2010 reporta una población de un millón 827 mil residentes en el estado. Ver http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/censos/poblacion/2000/perfiles/perfil_qro_2.pdf

En 1960, la principal actividad era la agroindustria “la producción de leche evaporada, que es costeable debido a que la zona cuenta con centros productores de leche fresca que constituye la materia prima básica; la industrialización del maíz y de otros cereales; la fabricación de artefactos de mica y baquelita; y las industrias textil y harinera. Es también importante la producción de alimentos para animales y la de fertilizantes agrícolas”, relata el reporte del VII Censo General de Población, levantada en 1960.

El mismo documento reporta que en Querétaro existían 1,736 automóviles, particulares y 27 oficiales; 11 camiones de pasajeros particulares, y 2,407 camiones de carga particulares y 20 oficiales. Ver: http://www.inegi.gob.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/censos/poblacion/1960/qro/VIIICGPEQRO60I.pdf

Para el año 2012, en palabras del gobernador José Calzada Rovirosa al presentar la “Agenda Querétaro Sustentable” la semana pasada, Querétaro contaba con un parque vehicular de 260 mi vehículos y este año circulan 600 mil.

III. Cabos sueltos: los cinturones de óxido 

El crecimiento poblacional, urbano al infinito es imposible porque los recursos para mantenerla son limitados, principalmente agua y tierra, cuando eso ocurre se pierde competitividad, término tan mencionado en la entidad en los últimos días. En algún momento las grandes ciudades llegan a ser víctimas de su éxito e inician periodos de declive. O bien se enfrentan a la naturaleza volátil de los capitales. Nada garantiza que las inversiones extranjeras que llegan hoy, en 10 años permanezcan.

Es una película ya vista, en México y en el mundo. En los Estados Unidos a un grupo de ciudades se les llamó el cinturón industrial a comienzos del Siglo XX. Fincaron su desarrollo en la actividad metalmecánica. Eventualmente las empresas migraron a otras zonas y dejaron a las factorías como monumentos al fracaso de la modernidad. Delaware, Illinois, Michigan, y otras ahora son apodados como el Rust Belt o cinturón del óxido.

La pregunta no es si habrá un cenit y declive en el ahora “idílico” crecimiento queretano. Eso podemos tomarlo como algo inevitable, e incluso deseable para restar el estrés sobre los recursos y servicios ambientales para mantener cierta calidad de vida.

La pregunta es cuándo y qué tan violento será el declive. ¿En la planeación de la Agenda Sustentable y el Instituto Metropolitano de Planeación se contempla este escenario o se mantiene como único posible el crecimiento ad infinitum de la modernidad?

Tengo la impresión de que, lamentablemente, la clase política queretana opera bajo la lógica de la modernidad, lo cual les genera una ceguera ante la posibilidad de que haya un proceso de decadencia queretana.

Cuando las políticas públicas en otras latitudes apuntan a la terciarización de la economía, aquí apostamos todavía a la industrialización. En otros estados y países apuestan por el transporte público y energías renovables, pero aquí seguimos haciendo vialidades para uno de los emblemas modernistas: el automóvil y las SUV como vehículos del poder.

Cuando el quiebre llegue y sus efectos sean evidentes, muchas de las obras de infraestructura que se pensaron como soluciones de hoy serán tristes recordatorios de que la ilusión del crecimiento al infinito, tarde o temprano se esfuma.


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