Nuestro cuerpo, nuestro mensajero
Un síntoma o una enfermedad aparece en nuestras vidas es necesario echar un vistazo hacia adentro, incluyendo nuestras heridas emocionales no sanadas.
¿Cuánto tiempo tarda en sanar una herida física en nuestro cuerpo? Imagina que esa herida tardara meses o años en cerrar o incluso no lograra cerrar nunca. ¿Qué crees que pasaría? Lo más probable es que se infectaría e incluso terminaría por matarnos. Ahora imagina que nuestras heridas emocionales, resultado de experiencias dolorosas vividas en el pasado son las que mantenemos abiertas por meses, años o incluso de manera permanente.
De igual manera, el resultado tendría que ser desastroso. Sin embargo, al no ser estas heridas visibles, normalmente no las atendemos como merecen. La mayoría de las personas vamos por el mundo con experiencias dolorosas sin resolver, con emociones bloqueadas y con heridas no sanadas.
Pero la naturaleza y el universo son tan sabios que buscan la manera de hacernos saber que tenemos situaciones no resueltas por sanar y la manera de hacerlo es a través de nuestro cuerpo, cuya mayor virtud es su capacidad de comunicación. Nuestro cuerpo es un medio para transmitir información y compartir consciencia. Todos somos información y la mayor parte de esta información se encuentra en nuestro inconsciente.
La neurociencia moderna ha demostrado que nuestra percepción, es decir nuestra forma de interpretar al mundo, se genera de dentro hacia afuera y no de afuera hacia adentro. Vemos al mundo por lo que traemos dentro, no por lo que hay afuera. Y dicha percepción dependerá de nuestras creencias, juicios, experiencias, herencias familiares. De ahí el poder que cada uno de nosotros tenemos para cambiar nuestra realidad.
Todos tenemos un nivel de tolerancia a estímulos exteriores que nos impactan emocionalmente. Dicho nivel de tolerancia es diferente para cada persona, pues está sometido a los programas aprendidos, ancestrales, gestacionales o grabados a edades muy tempranas. Entonces, cuando una situación que vivimos supera ese umbral de tolerancia, todas las alarmas del inconsciente biológico se disparan y se produce un estrés.
Cada vez que recibimos un impacto fuerte e inesperado, el cual creemos que no tiene una
solución y además no lo expresamos, una emoción dentro de nosotros queda bloqueada u oculta y la reprimimos a nivel inconsciente.
Por ello, si un síntoma o una enfermedad aparece en nuestras vidas es necesario echar un vistazo hacia adentro y revisar el estilo de vida que llevamos, nuestras creencias, comportamientos, nuestras dinámicas y lealtades familiares, entre muchos otros factores. Nuestro cuerpo hace lo imposible para comunicarnos que tenemos algo que sanar en nuestro interior a través de un síntoma o una enfermedad. El síntoma es una invitación a generar un cambio y una reprogramación de creencias y comportamientos para poder liberar todas aquellas emociones reprimidas.
Debemos dejar de preguntarnos ¿Qué he hecho yo para vivir esta situación o esta enfermedad? Y en vez de esto preguntarnos ¿Cómo he de cambiar mi vida para que ésta se manifieste de otra manera? Una vez que comprendemos que hay detrás del síntoma, la enfermedad o la situación, debemos pasar a la acción.
Carl Jung decía “El que puede cambiar sus creencias, puede cambiar su destino”. Día a día y a través de pequeñas acciones reprogramemos una nueva percepción, una nueva creencia, una nueva manera de ver y entender la vida. No basta con saber, hay que ser, hay que actuar, hay que vivirlo.
Paulina Fol
Licenciada en Contaduría por la Universidad Latinoamericana y egresada de estudios de Derecho del ITAM. Sin embargo, desde hace tres años me describo como una buscadora incansable de la paz interior y la salud mental, emocional y espiritual; a través de la formación y entrenamiento en estudios de Desarrollo Humano, Autoconocimiento, Mindfulness, Angeloterapia y diversas disciplinas relacionadas con el crecimiento personal.