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La Trampa de Tucídides ampliada

Por Expertos TEC - 03/11/2022

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

En los últimos años, un término que se ha posicionado en el imaginario mediático y académico, dentro del análisis internacional, es la denominada “Trampa de […]

 La Trampa de Tucídides ampliada

Foto: Archivo

En los últimos años, un término que se ha posicionado en el imaginario mediático y académico, dentro del análisis internacional, es la denominada “Trampa de Tucídides”. En este espacio, comparto unas breves reflexiones sobre ese planteamiento, relacionándolo con diversos acontecimientos que considero tienen relación con la actual coyuntura del conflicto entre Rusia y Ucrania.

En el año 2015, el politólogo estadounidense Graham Allison se refirió a dicha trampa, en el contexto de cuando un poder va en ascenso y rivaliza con otro poder ya establecido y, en ocasiones, que está en decadencia. Allison parte de varios ejemplos históricos, iniciando con el desafío que Atenas planteó a Esparta, en la antigua Grecia, y llegando hasta el presente en el caso de China, como potencia emergente, y los Estados Unidos como la potencia establecida.

Si se hace un análisis a diferentes niveles, y quizá forzando un poco el esquema planteado por Allison, podemos visualizar más aristas que nos ayuden a explicar la escalada del conflicto ruso-ucraniano. El primer nivel sería el global. Es difícil refutar que existe un enfrentamiento entre los Estados Unidos y China y que tiene características multidimensionales. Quizá los diferendos comerciales son los más conocidos, pero también existen disputas en asuntos de desarrollos tecnológicos, específicamente en las telecomunicaciones, al igual que en el área militar y su influencia territorial. El caso de Taiwán es un buen ejemplo de esto último.

En un segundo nivel, tenemos “Trampas de Tucídides regionales”, si se permite esta noción. Me explico, el conflicto entre Rusia y Ucrania se puede entender mejor desde una aproximación respecto al enfrentamiento entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en el plano político-militar, y entre Rusia y la Unión Europea (UE), en el aspecto político-económico. Se puede reducir el binomio en una disputa entre Rusia y Europa, aunque el reto sería señalar cuál es la potencia emergente y la potencia establecida, pues existen diversos matices.

Propongo considerar a Rusia como la potencia emergente, pues si partimos de los más de 30 años que le tomó su reconstrucción parcial, después de la desaparición de la Unión Soviética, actualmente es clara su influencia regional e incluso global, si se considera el desarrollo militar o el aspecto energético. De tal suerte, Rusia tiene un avance en su posicionamiento respecto a la mayoría de los países europeos y la UE ha pasado de ser su aliada a su enemiga y con características de vulnerabilidad.

Por otra parte, si agregamos a la OTAN, vemos que existe un enfrentamiento regional entre Rusia, como potencia emergente y las potencias occidentales como el poder establecido. No hay que olvidar algunas excepciones, pues existen algunos estados que no siguen al pie de la letra las directivas de Washington y Bruselas.

El enfoque propuesto por niveles, en una “Trampa de Tucídides ampliada”, no solamente caracteriza a los rivales y su posición en la disputa regional, sino también observa las interrelaciones entre los dos niveles e incluso identifica, de manera más clara, el papel que las superpotencias desempeñan en los conflictos regionales, pero que contienen características globales.

Por ejemplo, las sanciones económicas y financieras destinadas a Rusia e impuestas por la UE y que parecían ser parte de una adecuada estrategia resultaron tener un efecto boomerang para le economía europea. La inflación, la escasez del gas natural y sus altos precios son algunos ejemplos de esta situación. Si buscamos las causas de este escenario, encontraríamos que China tiene mucho que ver con las compras que sigue haciendo del gas ruso y el apoyo que le da al gobierno de Moscú respecto a los movimientos financieros internacionales, bajo los paraguas institucionales regionales y globales chinos.

De igual forma, se observan nuevos posicionamientos que, al menos en los últimos 50 años no se observaban. Un caso es el de Arabia Saudita, país que recientemente se ha alineado más con los intereses energéticos rusos que con su tradicional socio estadounidense. Sin embargo, al mismo tiempo mantiene una alianza con Washington en aspectos de seguridad, en el contexto de la tensión que ambos tienen frente a Irán.

De esa forma, se observa que los intereses cambian, en algunas regiones confluyen y en otras son antagónicos. Si bien esto no es nuevo, ahora son más visibles, lo que ocasiona un incremento de la tensión. Esta situación se torna peligrosa, pues es más fácil el escalamiento no de uno, sino de varios conflictos.

Los medios de comunicación informarán más problemas entre Corea del Norte y Corea del Sur; inestabilidad en el África Subsahariana, Mali y Somalia son un ejemplo, así como las declaraciones y las acciones en la zona de Taiwán.

China y Estados Unidos inciden en la reconfiguración del mundo, con cambios que son rápidos y que lo serán aún más. Habrá que observar las decisiones y acciones de las potencias regionales que de acuerdo a sus intereses apoyarán en determinados escenarios a una u otra superpotencia.

Los niveles de interrelación se están complejizando y tenemos que estar muy pendientes, pues las escaladas en los conflictos serán muy rápidas. Entiéndase conflictos no solamente como enfrentamientos militares, sino como protestas sociales y crisis ambientales. El mundo en los próximos meses será muy agitado.

Joel Ángel Bravo Anduaga es profesor de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey campus Querétaro.
jabravoa@tec.mx
Twitter @bravojoelangel

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