La Reforma Judicial: Una realidad

La Suprema Corte de Justicia dentro del periodo neoliberal no fue un contrapeso respetado, sino un cómplice a modo, no siempre actuó con apego estricto a la letra de la ley, estuvo lejos de ser una defensora de los principios de la constitución. Todos los días, en todos los tribunales, en todos los juzgados alguien violaba, manipulaba o torcía la ley. Esa era una realidad innegable: la impunidad y la corrupción fue un sello característico de la impartición de justicia en las últimas décadas.

La mayoría de los ministros serán recordados como defensores, no de los intereses de la sociedad mexicana sino de los más poderosos. Los ciudadanos no olvidamos, la absolución de personajes como Rosario Robles, el descongelamiento de las cuentas bancarias de la esposa de García Luna y de Cárdenas Palomino, la cancelación de órdenes de aprehensión, liberación de exfuncionarios públicos y delincuentes de cuello blanco como Juan Collado, Cabeza de Vaca y Emilio Lozoya. El Poder Judicial mantiene una deuda con las víctimas de la violencia: en lugar de procurar justicia, jueces y magistrados otorgaban beneficios procesales a presuntos delincuentes, relacionados con narcotráfico y delincuencia organizada.

Este modelo de justicia sembró legalidad, pero cosechó injusticias, basta recordar el freno a las reformas constitucionales como la Ley Eléctrica, la reforma Político–Electoral, propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador que representaban el anhelo de millones de mexicanos.

Finalmente, las contradicciones de la oposición que defiende lo indefendible lo observamos con el senador panista por Querétaro que se desgarra las vestiduras señalando la importancia de la carrera judicial y se le olvida que hace unos días los diputados locales de su partido nombraron como magistrado a un perfil que no cumple con el requisito de la carrera judicial, dado que en su trayectoria solo se le ha visto organizar elecciones electorales.

Por eso la reforma judicial es una necesidad y hoy una realidad.

Llegó el momento de superar esa visión de justicia a modo, de empresarios inmorales, de políticos corruptos y de jueces ausentes. Con esta reforma tenemos la posibilidad de garantizar verdaderamente el derecho humano al acceso a la justicia, derecho que ha sido una deuda histórica.