La humanidad al centro en la era de la Inteligencia Artificial

La Inteligencia Artificial (IA) pareciera que está invadiendo hasta las paredes de la cocina (la tuya, la mía, la de todas las personas), y nos está costando mucho trabajo entender sus bondades, peligros, determinar sus límites e, incluso, si es que debemos regularla.

La realidad es que la IA avanza más rápido de lo que podemos regularla, y nos está obligando a todas las personas, especialmente en educación, a reevaluar sus alcances y entender su potencial para poder utilizarla bajo un ojo crítico.

¿Tenemos miedo? No realmente, estamos aprendiendo cómo utilizar la IA como una herramienta útil para potencializar el trabajo del estudiantado. Lo que sí me preocupa, es que mis estudiantes decidan que lo que les arroja cualquier herramienta de IA es la única verdad, y no cuestionen lo que está produciendo, y el impacto de llevar ese resultado al mundo.

¿Creo que es útil? Definitivamente, pero no se nos puede olvidar que el sistema de aprendizaje que utilizan herramientas como ChatGPT para generar información, es incapaz de distinguir los sesgos culturales, raciales y de género que existe en el mundo, la información y las redes.

No somos los únicos en esta conversación, la huelga de escritores y actores de Hollywood ha hecho a las grandes productoras preguntarse si la IA podría reemplazarles, al final, aparentemente las herramientas para hacerlo ya existen, podemos generar voces, imágenes, textos enteros y personificaciones con el prompt adecuado, que, además, pueden decir, hacer y parecerse a lo que la productora decida. Esto es problemático en muchos niveles, pues termina por hacer parecer que el trabajo de todas las personas de esta industria se puede simplificar tanto, que una máquina es capaz de hacerlo, y en términos de la creación artística, para mí eso no es real.

Para empezar, la representación de la diversidad en los medios sigue siendo un área dolorosísima para la industria: los estereotipos de raza, género, y los cuerpos hegemónicos siguen dominando el contenido audiovisual, dejando fuera, o representadas de formas desventajosas a las personas que no se parecen a lo estereotípico. Debemos transformar lo que existe representando a las culturas y personas en todos los lenguajes artísticos, y ese, es un trabajo enteramente humano.

La reflexión de los sesgos, discriminaciones y violencias que se perpetúan en los contenidos audiovisuales (en el mundo en general), es alimentada por el contexto cultural y social de los espacios que habitamos; y del cuestionamiento de la realidad actual bajo la lupa de los derechos humanos, la igualdad, la equidad y la justicia. La IA no se puede encargar de producir los discursos “porque puede”; de hacerlo así, estamos condenados a perpetuar y sistematizar (más) las violencias y discriminaciones que nos atraviesan a todas las personas.

En ese sentido, quienes trabajamos en educación tenemos un reto adicional: forjar y sensibilizar al humano inherente a nuestros estudiantes, no importa la edad que tengan. Fomentar la sensibilidad artística, como sea que esta termine manifestándose, que cuestiona los espacios, diseños, representaciones e historias que creamos para el consumo del mundo.

En el Tec de Monterrey, todos los días nos cuestionamos cómo estamos ayudando al estudiantado a hacerse estos cuestionamientos, a analizar con un ojo crítico la evolución de la tecnología, sus alcances e impacto; a utilizarlo como una herramienta más de trabajo y a potencializar su propio desarrollo intelectual.

Desde la Escuela de Arquitectura, Arte y Diseño estamos viendo avances impactantes en la automatización de modelados 3D, captura de movimiento, creación de imágenes y contenido, pero no se nos olvida que es la sensibilidad artística y el bagaje emocional, inherente al individuo e irreemplazable por la máquina, lo que alimenta las ideas disruptivas y genera contenido de valor. El contenido que es transformador para el mundo.

Ethna Castillo, directora de Proyectos Académicos, EAAD.
ethna.castillo@tec.mx
Twitter: @ethnizz