La constante búsqueda de la felicidad
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar cuál es el motor que impulsa tu día a día? Todos los seres humanos nos encontramos en la […]
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar cuál es el motor que impulsa tu día a día? Todos los seres humanos nos encontramos en la búsqueda constante de un estado de bienestar y felicidad. Si bien es difícil definir estos conceptos, casi todos sabemos que queremos estar ahí. Para algunos, esto se puede traducir en éxitos laborales, para otros en obtener la casa de sus sueños, en formar una familia, en lograr relaciones y así, la lista puede ser interminable. Y al final, casi sin darnos cuenta nos encontramos inmersos en una carrera incesante creyendo que cuando lleguemos a la meta soñada alcanzaremos este estado permanente de felicidad y bienestar.
Sin embargo, en el camino o incluso aún logrado el objetivo, después de un tiempo, nos percatamos que no hemos alcanzado ese estado de felicidad duradera y podemos llegar a experimentar sentimientos de insatisfacción profunda, de vacío, de ansiedad, estrés y depresión. Es entonces, cuando comienzan a surgir cuestionamientos sobre nuestro sentido de vida y pensamos que esto nos sucede únicamente a nosotros e incluso en ocasiones nos podemos sentir desconectados y no conseguimos encontrar nuestro lugar en el mundo. Existen muchos ejemplos de personas que han llegado a obtener grandes éxitos en distintos ámbitos de su vida y que no logran encontrarse y caen en estados de profunda depresión.
Hoy en día, pareciera que la única pandemia que conocemos es la referente a la de COVID-19, pero poco se habla de la relacionada con la Salud Mental. Desafortunadamente, las sensaciones de insatisfacción, de vacío, estados profundos de depresión, estrés y ansiedad, han resultado ser una constante en muchas personas a nuestro alrededor y en el mundo entero. Las cifras demuestran que las enfermedades mentales son uno de los principales factores de riesgo en la salud y bienestar de las personas y esto continúa en aumento. Tan solo actualmente, la depresión es la principal causa mundial de discapacidad y contribuye de forma muy importante a la carga mundial general de morbilidad; y el suicidio es la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años de edad, según datos de la Organización Mundial de la Salud.
Pero, ¿por qué estas cifras van cada vez más en ascenso? Una de las respuestas a esta interrogante es que ante una sociedad y un mundo cada vez más consumista, materialista, competitivo y lleno de exigencias y de expectativas a cumplir, tenemos una tendencia mayor a considerar que nuestra felicidad proviene de circunstancias externas. Y ojo, no está mal el plantearnos y alcanzar ciertas metas, el error está en pensar que con las cosas y las situaciones externas lograremos un estado permanente de felicidad. Es decir, asociamos este estado únicamente al plano físico y entonces confundimos la felicidad con el placer.
Entonces, ¿cómo encontramos el camino para lograr este estado de bienestar? La clave está en conocernos a nosotros mismos y sanar desde dentro, pues todo lo que somos es una proyección de nuestro interior. El mundo, lo externo no determinan nuestras experiencias, sino que nuestras experiencias están determinadas por nuestras herramientas internas. Uno de los legados más importantes de Buda es quizá el saber que desde nuestro interior, desde el pensamiento creamos nuestra vida y nuestra realidad. Actualmente, la neurociencia, la física cuántica y la neurología confirman esto.
Por ello, es fundamental que seamos capaces de conocer y trabajar nuestras heridas de infancia, nuestras limitaciones, nuestras capacidades, aquello que nos hace reaccionar, nuestros miedos, emociones y pensamientos y practicar el amor propio. Estamos tan acostumbrados en enfocar nuestra mirada siempre hacia afuera, que hemos perdido el acceso a nuestro interior que nos llevará a encontrar nuestro sentido de vida, aquello que nos mueve.
La filosofía budista afirma que el sufrimiento primario por el que los seres sensibles transitamos reside en la incapacidad de entender en dónde radica nuestro bienestar. Se ha dejado de lado y se le ha dado poca importancia en nuestras vidas al mundo de la mente, de las emociones y del espíritu. Pues, ¿cuántas veces miramos hacia adentro?, ¿te has detenido a preguntarle a tu niño interior cuáles son sus heridas? y, ¿qué es aquello que tienes que sanar para lograr ese estado de bienestar y poder ser un adulto más eficiente y feliz? Alcanzar esto no es tarea fácil, pero definitivamente vale la pena trabajar en ello. Pues, así como nuestra salud física requiere de cuidado, trabajo y atención; nuestra salud mental, emocional y espiritual también demanda un arduo trabajo integral.
Paulina Fol
Licenciada en Contaduría por la Universidad Latinoamericana y egresada de estudios de Derecho del ITAM. Sin embargo, desde hace tres años me describo como una buscadora incansable de la paz interior y la salud mental, emocional y espiritual; a través de la formación y entrenamiento en estudios de Desarrollo Humano, Autoconocimiento, Mindfulness, Angeloterapia y diversas disciplinas relacionadas con el crecimiento personal.