Gratitud en el día a día

Desde pequeños nos enseñan que una de las palabras mágicas que debemos integrar en
nuestra vida para ser personas educadas y amables es la palabra “gracias”. De esta
manera, crecemos agradeciendo un sinfín de situaciones y acciones y nos parece tan sencillo hacerlo que el agradecer se vuelve una acción casi automática. Pero ¿alguna vez reflexionamos acerca de la verdadera importancia de la gratitud en nuestras vidas y logramos comprender el poder y la magia que hay detrás de la misma?

Marco Tulio Cicerón decía que la gratitud es la madre de todas las virtudes, lo que nos hace pensar que dicha virtud va más allá de un simple gracias. Según la Organización de las Naciones Unidas, la gratitud consiste en apreciar los aspectos (no materialistas) de la vida y la voluntad de reconocer que los demás desempeñan un papel en nuestro bienestar emocional.

Es una emoción fuertemente relacionada con la salud mental, la satisfacción vital, el optimismo, la autoestima, las relaciones sociales y la felicidad que perdura a lo largo de la vida. Es una habilidad esencial para lograr el autoconocimiento y la autogestión.

Por otro lado, existen diversos estudios que confirman que la práctica de la gratitud genera diversos beneficios emocionales y físicos. Según estudios realizados por Robert A. Emmons en la Universidad de California y su colega Mike McCullough en la Universidad de Miami, revelaron que las personas que habían estado practicando la gratitud a través de distintas herramientas presentaban menos problemas de salud y rendían un promedio de 1,5 horas más.

Sin embargo, a pesar de parecer una práctica tan sencilla, muchas veces pasamos por alto el apreciar y agradecer lo que tenemos a nuestro alrededor. Vamos por la vida en piloto automático dando por sentado el aire que respiramos, la comida en nuestra mesa, la cama en la que dormimos, la salud que tenemos. Y solemos poner el foco en aquello que carecemos, en la queja, en lo negativo. Sin darnos cuenta que la queja nos aleja de lo maravilloso de la vida.

Vayamos más allá. Cuando llega algo a nuestra vida que nos agrada o nos hace felices
puede parecernos fácil agradecer por ello, pero ¿somos capaces de agradecer aquellas
situaciones que no nos agradan o aquellas que nos generan dolor? Esto parece retador.

Sin embargo, agradecer los momentos más oscuros de la vida es de almas evolucionadas que saben que detrás de esas vivencias siempre hay un aprendizaje y oportunidades de crecer.

Cuando somos capaces de agradecer aquellas cosas que no podemos entender estamos
abriendo la puerta a la gratitud como un estado de conciencia. Es recibir la vida
independientemente de las circunstancias que estamos pasando. Esto implica confiar en la vida, pues tal vez no podamos comprenderlo en el momento, pero confiamos en que las cosas suceden para nuestro más alto bien. Robert Emmons explica que la gratitud es una decisión, una actitud que resiste el flujo de las altas y bajas en la vida.

La gratitud nos indica el grado de conexión o desconexión que tenemos con la vida. Llevar a cabo la práctica de la gratitud implica hacer de ella un hábito consciente. Aprendamos en nuestro día a día a tener instantes de calma y a poner nuestra atención en los más pequeños, pero valiosos detalles de la vida para apreciar y agradecer.