El tabú de vivir de mi impacto social: las finanzas en el mundo del emprendimiento social
Es innegable que los emprendedores sociales desafían el statu quo y amplían los límites de lo que se puede abordar con este tipo de organizaciones
El emprendimiento social es una forma híbrida de organizaciones que combina la lógica de negocios (generar ingresos y rentabilidad) con una lógica de impacto (existen para atender y resolver problemáticas socioambientales). No debatiremos la validez de este modelo aquí, ya que los datos demuestran su viabilidad a través del impacto que han logrado cientos de emprendedores sociales en México.
Además, comprendemos que no todas las problemáticas se pueden resolver con este enfoque, pero es innegable que los emprendedores sociales desafían el statu quo y amplían los límites de lo que se puede abordar con este tipo de organizaciones. Sin embargo, el tema central que deseo abordar es el tabú o la incomodidad que rodea a la generación de dinero en el contexto del impacto social.
Después de trabajar durante 11 años con estos agentes del cambio, he observado un dilema ético recurrente entre los emprendedores sociales, quienes a menudo se sienten incómodos al pagar sus propios salarios o generar utilidades, ya que temen que esto desvirtúe su labor social y cuestione sus buenas intenciones. Persiste una percepción de incompatibilidad entre un mundo de impacto, que durante mucho tiempo estuvo dominado por la caridad, y uno de negocios, más asociado a la maximización de las ganancias.
Quiero abordar este dilema a través de la siguiente argumentación:
1. El dinero es un recurso necesario. Nadie, absolutamente nadie, puede vivir de buenas intenciones y aire fresco. Todos necesitamos dinero para sobrevivir, y las organizaciones no son una excepción. Buscar la sostenibilidad financiera para tu empresa social no es codicia, sino una condición sine qua non para su supervivencia.
2. ¡Debes generar ingresos para cumplir con tu impacto! Si no logras encontrar sostenibilidad financiera, el impacto que generas, por valioso que sea, desaparecerá junto con tu organización cuando ya no pueda sostenerse. Generar sostenibilidad económica no solo garantiza la perdurabilidad de ese impacto en el tiempo, sino que también te permite escalarlo.
3. ¡Debes pagarte un salario digno! Este salario debe ser acorde con tus habilidades y la inversión de tiempo que has realizado. Este es uno de los dilemas más fuertes en este tema, ya que los emprendedores sociales suelen ser personas altruistas que priorizan las necesidades de los demás sobre las suyas. Permíteme reiterar esto: ¡No estás haciendo lo correcto! Emprender es una tarea ardua que a menudo implica sacrificio de días de descanso y jornadas laborales extensas. Si los ingresos que generas no son suficientes para mantenerte, eventualmente te verás obligado a abandonar tu proyecto, y con ello, su impacto, cuando la situación ya no sea sostenible.
4. Vayamos más allá: si no te pagas un salario digno, te conviertes en parte del problema, no de la solución. Estás creando un empleo (el tuyo) que puede generar vulnerabilidad social, lo cual es contrario a tu intención de ayudar a los demás. La salud de una empresa social (o de cualquier organización) se define, entre otros factores, por la salud financiera de sus miembros, y la estabilidad económica de los individuos es un factor decisivo en ello.
En conclusión, debemos dejar de ver el dinero como un enemigo. El dinero en sí mismo no tiene valores, pero las acciones de las personas sí. Tu coherencia como emprendedor social no se define por si ganas dinero o no, sino por cómo utilizas ese dinero. Si la generación de ganancias te permite aumentar y mejorar constantemente el impacto de tu empresa social, entonces vas por buen camino.
Por: Romain Pouzou, Profesor Asociado del Departamento de Emprendimiento de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey.