El deterioro democrático en Venezuela
Venezuela, que alguna vez fue una de las democracias más prósperas de América Latina, llegó a la elección presidencial del 28 de julio de 2024 […]
Venezuela, que alguna vez fue una de las democracias más prósperas de América Latina, llegó a la elección presidencial del 28 de julio de 2024 en un estado de deterioro democrático alarmante.
La reelección de Nicolás Maduro, empañada por acusaciones de fraude y manipulación electoral, es un reflejo de la profunda crisis institucional y política que se ha venido gestando durante décadas. Esta situación no es el resultado de un evento aislado, sino de un proceso sistemático de erosión democrática que comenzó con Hugo Chávez y se ha profundizado bajo el gobierno de Maduro.
Hugo Chávez llegó al poder en 1999 con un mensaje de justicia social que resonó entre las masas descontentas. Sin embargo, su gobierno pronto mostró signos de autoritarismo. La promulgación de una nueva constitución en 1999, inicialmente vista como un avance democrático, se utilizó para consolidar el poder presidencial y debilitar las instituciones independientes. Bajo Chávez, el sistema judicial y el legislativo fueron cooptados, comprometiendo la independencia judicial y reduciendo el espacio para la oposición política. Los medios de comunicación críticos fueron hostigados y censurados, y la Ley Resorte de 2004 estableció severas restricciones sobre el contenido de los medios, golpeando significativamente la libertad de prensa.
Con la muerte de Chávez en 2013, Nicolás Maduro asumió la presidencia y lejos de corregir el rumbo, profundizó las prácticas autoritarias de su predecesor. Las elecciones presidenciales de 2018, ampliamente denunciadas por irregularidades, consolidaron su control sobre el país. La represión de la oposición se intensificó, con líderes opositores encarcelados, exiliados o inhabilitados políticamente. La Asamblea Nacional, dominada por la oposición tras las elecciones de 2015, fue sustituida de facto por la Asamblea Nacional Constituyente, controlada por el oficialismo, socavando aún más las bases democráticas del país.
Para 2024, la calidad democrática en Venezuela ha colapsado completamente. Las instituciones electorales, como el Consejo Nacional Electoral (CNE), están totalmente alineadas con el gobierno de Maduro, y las elecciones se llevaron a cabo en un ambiente de intimidación y falta de transparencia. La Organización de los Estados Americanos (OEA) y otros observadores internacionales denunciaron serias irregularidades en el proceso electoral. La OEA afirma que el régimen de Maduro ha distorsionado los resultados, presentando evidencias de que el candidato opositor Edmundo González Urrutia seria el vencedor con una clara mayoría, pero los resultados oficiales proclamaron a Maduro como ganador.
La libertad de prensa y de asociación en Venezuela también se ha visto gravemente restringida. Los periodistas que critican al gobierno enfrentan amenazas, acoso y encarcelamiento. La censura y la autocensura se han convertido en la norma, con pocos medios independientes operando bajo constantes riesgos. Las organizaciones de la sociedad civil han sido objeto de represión, con restricciones severas a sus operaciones y financiamiento.
El populismo ha jugado un papel central en este deterioro democrático. Chávez, y luego Maduro, utilizaron un discurso populista para polarizar a la sociedad, creando una narrativa de “nosotros contra ellos”.
Paul Ospital
Diputado local por la LX Legislatura del Estado de Querétaro. Maestro en Gobierno y Políticas Públicas y licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Se ha desempeñado en diversos cargos dentro del Partido Revolucionario Institucional a nivel local y nacional. Ha participado en paneles de análisis y discusión en distintos medios de comunicación y actualmente participa en una veintena de medios como columnista y colaborador.