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Desfila el quinto empleador más grande de México: los cárteles

Por Expertos TEC - 28/09/2023

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

El reclutamiento de los cárteles puede ser a la fuerza y a través de la amenaza, pero el Estado no puede negar el hecho de que si estos grupos criminales se han convertido en el quinto empleador de México es por su incapacidad y su abandono en muchas zonas del país

 Desfila el quinto empleador más grande de México: los cárteles

Hace un par de días los investigadores Rafael Prieto, Gian Campedelli y Alejandro Hope publicaron un artículo titulado “Reducing cartel recruitment is the only way to lower violence in México” (Reducir el reclutamiento de los cárteles es el único camino para disminuir la violencia en México) donde revelan que los cárteles son el quinto empleador más grande del país. Acto seguido se viraliza el video de un grupo de ciudadanos en Chiapas haciéndole camino de honor y aplaudiendo a varias camionetas que se presume son de un grupo vinculado al cártel de Sinaloa.

Ambos hechos llamaron la atención de las redes y no están desarticulados. La historia ha demostrado que en aquellas zonas donde el Estado no tiene la capacidad de proveer servicios básicos (agua potable, electricidad) y derechos (educación, empleo, salud, seguridad) el crimen organizado y los grupos armados encuentran un escenario idóneo para el reclutamiento. En otras palabras, un Estado ausente es directamente proporcional a la presencia del crimen organizado.

No se puede desconocer que en algunos casos este reclutamiento está vinculado a la amenaza y el miedo. Que la cooperación o no con estos grupos significa la vida o la muerte y que, considerando la incapacidad del Estado de proteger a sus ciudadanos de estos grupos en ciertas zonas, las personas no tienen otra opción.

Pero también hay que reconocer que muchas veces la cooperación surge del agradecimiento dado que estos grupos criminales reemplazan al Estado en sus obligaciones primarias.

La historia recuerda quizá al personaje más emblemático de este fenómeno, Pablo Escobar, en Colombia. Un hombre sanguinario al que se le atribuyen al menos 4 mil muertes y que llegó a suministrar el 80% de la cocaína a nivel mundial. Para muchos, fue un delincuente, para los pobladores del barrio que lleva su nombre en Medellín, la Comuna 9, fue un líder.

Un hombre que construyó medio millar de viviendas para la gente pobre que se quedó sin hogar luego de un incendio en una zona llamada Moravia. Un barrio que se encuentra en pleno centro de Medellín y que en 37 años de existencia nunca recibió inversión pública, hasta el 2021 que les construyeron un jardín de infantes para 300 niños de 0 a 5 años.

Para los ciudadanos de la Comuna 9 su Estado fue Pablo, y luego de la muerte de él, siguió siendo Pablo y su recuerdo porque el Estado siguió ausente. No es justo juzgar a estas personas como tampoco sería justo juzgar a los ciudadanos de Chiapas que aplaudieron al cártel de Sinaloa.

El reclutamiento de los cárteles puede ser a la fuerza y a través de la amenaza, pero el Estado no puede negar el hecho de que si estos grupos criminales se han convertido en el quinto empleador de México es por su incapacidad y su abandono en muchas zonas del país.

Un abandono que no es de hoy ni de hace 10 o 50 años, un abandono que es histórico y que logró ir ampliando sus tentáculos, permeando las instituciones públicas y desplazando al Estado, incluso, en lugares donde quizá no era ausente, pero sí era muy débil.

Los cárteles emplean a 175 mil personas a nivel nacional y cerca del 50% son menores. Algunos que han sido víctimas de secuestro o amenazas a sus familias, pero un gran porcentaje participa de grupos criminales por voluntad. Voluntad derivada de no tener acceso a educación y tampoco oportunidades de empleo, por lo que trabajar para un cártel puede ser la única opción para poder llevar algo de comida a su familia.

Desmovilizar a estos jóvenes implicaría que el Estado asuma sus responsabilidades, que los pueda rehabilitar, que les dé educación, un oficio, un empleo, un hogar y sobre todo seguridad, porque la traición de paga caro en el mundo delictivo.

Si el Estado no tiene esa capacidad, es imposible juzgar o negar las razones por las que los carteles son el quinto empleador de México y hay ciudadanos dispuestos a aplaudir y agradecer su presencia.

Lo que sí hay que juzgar es que el Estado no haya logrado detener el crecimiento de esta red criminal cuando tenía las capacidades para hacerlo, porque hoy el crimen organizado en México supera las capacidades de cualquier Estado.

Natally Soria Moya
Directora Asociada del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política
Tecnológico de Monterrey – Campus Querétaro
natally.soria@tec.mx
@NatallySoriaEc

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