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Brasil, el gigante que se cae

Por Eduardo Magaña - 27/04/2016

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

De ser una de las esperanzas y ejemplos del continente, el país sudamericano sufre de sus peores crisis políticas y económicas

 Brasil, el gigante que se cae

Cuando en 2001, economistas de Goldman Sachs acuñaron el acrónimo BRICS (Brasil, Rusia, India y China – algunos agregaron a Sudáfrica), como las economías que vendrían a dominar el mundo, muchos se preguntaron: ¿Cómo Brasil? Pero efectivamente, gracias a reformas, medidas económicas, enmiendas constitucionales, voluntades políticas y empresariales a finales de los años 90’s y principios de los 2000’s, Brasil volaba alto.

El país se volvió el ‘Gigante que despertaba’ (A Giant Awakens, Foreign Affairs marzo 2009), o como decía The Economist en noviembre de 2009, ‘Brasil despegaba’ (Brazil Takes Off). Las reformas fueron especialmente efectivas y duraderas gracias al expresidente Fernando Henrique Cardoso, quien gobernó Brasil de 1995 a 2003, y que efectivamente es el padre del llamado ‘Milagro Brasileño’.

Tuve oportunidad de conocer y conversar con el Presidente Cardoso (ya expresidente en 2009. Todo un estadista, desafortunadamente sin la mano izquierda que caracterizaba a Lula – su carisma y su popularidad, pero cuya charla cautivaba a quien fuera. Luiz Inácio Lula da Silva, popularmente conocido como Lula, fue presidente de la República de 2003 a 2010, cuando le traspasó el mando Dilma Rousseff, la hoy controvertida Presidenta de Brasil.

La final del Campeonato Mundial de Futbol 2014, fue también el principio del final de un milagro que poco existió y que hoy es una severa crisis económica. El PIB de Brasil fue peor que el de cualquier otra gran economía en 2015, tuvo una contracción del 3,8 % según la agencia nacional de estadísticas IBGE.

Esto, además de la crisis política en la que se encuentra actualmente logró titulares recientes como el de The Economist del 21 de abril de este 2016 Brazil: the great betrayal (Brasil: la gran traición). Brasil pagará los costos del populismo que Lula da Silva vendió como milagro económico y que hoy tiene a la mayor economía de América Latina con una economía, un descontento social al borde del estallido y una corrupción que ha sido la causante de la más reciente y mayor crisis política que el país ha vivido desde los tiempos de la dictadura.

También tuve la oportunidad – en el zénit de su mandato – de conocer a Lula, el gran carismático, y hoy aún querido por una gran porción del pueblo brasileño, pero odiado por otra e incluso, perseguido por la justicia por corrupción. La presidencia de Lula da Silva les costará muy cara a los brasileños.

Pero lo que más ha dañado a Brasil estos últimos meses han sido las grandes traiciones: los empresarios que se enriquecieron e incurrieron en corrupción al mayor nivel, los diputados, de los cuales El País dice que más del 50 por ciento tiene cuentas con la justicia y Dilma a quien acusan de traicionar al pueblo manipulando cifras económicas además de corrupción. Dilma Vana da Silva Rousseff, mejor conocida como Dilma, es la actual presidenta de su país desde el 1 de enero de 2011, cargo al que se fue reelecta en 2014.

Dilma era la Jefa de la Casa Civil, algo equivalente a un Jefe de Gabinete, durante la presidencia de Lula. A Dilma también la conocí, y me pareció una mujer de real inteligencia, una estratega nata que sabía perfectamente cómo se iba a desarrollar Brasil en los siguientes años; aunque lograron el Mundial de Fútbol el 2014 y los Juegos Olímpicos el próximo mes de agosto en Rio de Janeiro, además de muchas otras mejoras para el país, Brasil se encuentra en una terrible encrucijada.

Brasil, un país lleno de riqueza natural, cultural y diversidad étnica y cultural; se dice que es el verdadero melting pot (crisol de culturas); con millones de japoneses, turcos (como les dicen a los de origen otomano), italianos, africanos, franceses y de decenas de naciones más, que han logrado una cultura rica en mucho más que fútbol, samba y playa – como muchos vemos a Brasil en el imaginario popular.

Espero que Brasil salga adelante, que los políticos y los empresarios hagan su labor para que el país que tiene un enorme potencial para ser otro polo de desarrollo de nuestra América Latina salga del atolladero y crezca como los brasileños merecen. Como pequeña postdata, ojalá en México aprendamos algo de esta experiencia ajena…

Eduardo Magaña

Especialista y consultor en asuntos internacionales, Presidente de la Cámara de Negocios Kazajstán-México y Delegado de KFA en el país. Con experiencia de vida en 21 países de América, Europa, África, Asia y Oceanía, lugares en que ha mantenido los más altos contactos. Ha sido también colaborador de publicaciones en Forbes, NYT y Foreign Affairs.


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