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Arquitectura es Femenina

Por Expertos TEC - 08/03/2023

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

Llega marzo. Llega el tiempo en el que demostramos activamente las reflexiones sobre el papel que juega la mujer en el mundo: las inequidades, las […]

 Arquitectura es Femenina

Llega marzo. Llega el tiempo en el que demostramos activamente las reflexiones sobre el papel que juega la mujer en el mundo: las inequidades, las inseguridades, la falta de un sistema que nos permita salir de la construcción social que se ha impuesto en el concepto “ser mujer”. Esto no nos es ajeno en arquitectura. Pienso en cuando estudié la licenciatura hace un poco más de quince años, de las 52 materias del programa, solo 12 eran impartidas por mujeres. Cuando llegué al programa de maestría, ninguna de las materias tenía como titular a una mujer; ninguna. Fue en el doctorado en donde, ya completamente fuera de la escuela de arquitectura, me topé con investigadoras de alto renombre, personas en las que podía reflejarme y ver como modelos a seguir.

Les comparto esta anécdota personal porque debo confesar que, hasta antes de pensar en este artículo, no me había percatado de estos números de manera consiente. Tanto se habla de reparar el papel que juega el colectivo femenino, este grupo que representamos la mitad de la población mundial, que por siglos ha estado al margen de diversas prácticas, y que en pleno siglo XXI sigue siendo un discurso, una filosofía quizás, pero no un plan de acción contundente, y menos para el mundo de la arquitectura.

El feminismo en la arquitectura ha ido tomando revuelo en las últimas décadas,
pero hasta la fecha apenas se perfila una teoría de la arquitectura que integre los valores del feminismo más allá del discurso sobre el papel de la mujer en el conjunto de la historia del arte y los bajos índices de participación en el entorno profesionista, y sobre todo como “famosas arquitectas contemporáneas”. La arquitectura de género se aborda solamente como una reformulación de los análisis sociales, culturales y espaciales de la mirada femenina, manteniendo una tradición masculina que es prácticamente invariable cuando se refiere a la configuración teórica de conceptos, de proporciones, de convenciones estéticas.

Sabemos que históricamente el rol de la mujer en la profesión se ha cuestionado y demeritado constantemente, aunque vemos grandes avances en años recientes, incorporando cada vez mas mujeres en todos los ámbitos referentes a la arquitectura y construcción. De un análisis hecho por la plataforma ArchDaily en donde muestra algunas visiones y reflexiones a nivel global que las mujeres de la industria de la construcción comentaron, se rescatan algunas ideas comunes como: i) la falta de reconocimiento a las capacidades profesionales, generalmente de los subordinados o pares -mayormente hombres; ii) acoso e incomodidad en el ambiente laboral, en donde las mujeres se sienten mal recibidas cuando llegan a obra, o al despacho, e inclusive acosadas en el sitio de construcción; y iii) desánimo e impacto en el crecimiento profesional, en donde se describe un esfuerzo adicional y luchas por las que mujeres tuvieron que pasar para continuar trabajando.

La deconstrucción de los roles de género ha sido algo que se ha trabajado en los últimos cincuenta o sesenta años, tratando de reestablecer el significado de cada rol, entendiéndose como un constructo social, no como algo intrínseco al género en sí mismo. Las mujeres se hacen, como dice Simone de Beauvoir, moldeadas a un rol enfocado en lo doméstico, en el cuidado y bienestar ajeno. Seguimos asumiendo que el cuidado es una actividad natural de la mujer, aunque cada vez vemos más estudios que demuestran que esto es transmitido por la sociedad.

La construcción teórico-política que ha vinculado consistentemente a las mujeres a lo doméstico y a los hombres a lo cívico tiene una larga historia en la teoría de la arquitectura y el urbanismo. El feminismo hizo hincapié en la asignación de la figura femenina a los espacios del “adentro” y al hombre como el habitante por excelencia del “afuera”. La identificación de “lo doméstico” con la mujer es, por un lado, consecuencia de la dominación y las imposiciones canónicas de las estructuras familiares, y al mismo tiempo, una proyección del espacio doméstico materializado a partir de elementos determinantes de la actividad y permanencia de las mujeres en el hogar.

Esto se materializa en diversos aspectos del diseño y construcción arquitectónica. La vivienda tipo que ha permanecido en México desde el modernismo se asume como uno de tantos mecanismos societales que ratifica la construcción hegemónica de los roles de género. La casa mexicana se sigue pensando, diseñando y materializando como un espacio femenino, abonando a los roles asignados en la habitabilidad cotidiana del espacio doméstico.
En la “farándula arquitectónica mexicana” se siguen aplaudiendo espacios edificados y entornos construidos que fomentan la externalización de discursos que satisfagan intereses materiales, simbólicos, puestos a disposición de una condición social, económica y política tradicional. Esto conlleva a una desigualdad en la representación y menor presencia de las mujeres en las élites de la arquitectura contemporánea mexicana.

Según estadísticas del observatorio laboral con cifras del 2022, el 29.3% de la fuerza laboral mexicana en arquitectura y urbanismo está representada por mujeres, y de éstas, menos del 5% son dueñas o titulares de despachos de arquitectura. Con estos datos, podemos imaginar lo difícil que puede ser sobresalir y convertir la conversación de cualquier foro, congreso, o concurso simbólicamente adueñado por el discurso masculino, en un entorno seguro para hablar de arquitectura de género, o arquitectura feminista.

Todavía hoy, a pesar que, en años recientes el premio Pritzker (premio más importante de arquitectura del mundo) ha reconocido de manera importante a despachos que procuran una mayor inclusión y un cambio en la dialéctica socioespacial con un enfoque de mayor equidad, premiando el trabajo de más mujeres en el gremio, como a Yvonne Farrell y Shelley McNamara con su despacho Grafton Architects en el 2020 y a Anne Lacaton junto con su socio Jean-Phillippe Vassal en el 2021, vemos que el discurso en la teoría crítica y en la práctica sigue pesando estructuras obsoletas como las que dejó el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM) hace casi 100 años. La evolución hacia nuevas maneras de discutir la arquitectura, con mayor representación, mayor equidad, diversidad e inclusión parecen fuera de los parámetros generales. Los esfuerzos por incluir y hacer avanzar a las mujeres en el gremio, empieza por supuesto en abrir espacios para esa discusión en cada una de las instituciones, foros, congresos relacionados a la disciplina.

Vemos esfuerzos importantes en las diferentes asociaciones y colegios gremiales, sin embargo, en el imaginario colectivo de nuestra comunidad mexicana de arquitectura, seguimos contando con los dedos de una mano arquitectas que trasciendan el contexto local, y que de boca en boca no seamos capaces de mencionar. La visibilización de las arquitectas nacionales e internacionales debe ser una estafeta que cada institución del gremio debiera cargar. Proyectos como “un día, una arquitecta” liderado por la Dra. Zaida Muxi y la Dra. Inés Moisset, son herramientas que nos facilitan estas tareas. Discutir arquitectura femenina y arquitectura feminista debiera estar en todos los currículums de las licenciaturas en arquitectura. Cada encuentro, cada foro, cada cumbre, cada reunión gremial es una oportunidad para reencontrar a tantas arquitectas que han sido borradas por la historia, estudiar sus aportaciones y reconocer a aquellas que actualmente están cambiando los paradigmas de la profesión.

Llega marzo. Llega el tiempo en el que lo colectivo nos obliga de manera activa a pensar en “la mujer” como concepto. En arquitectura es el momento en el que debemos cuestionar y cuestionarnos qué estamos haciendo para no solo equiparar mujeres arquitectas con hombres arquitectos, sino reflexionar si la arquitectura hecha por mujeres puede (o debe) ser distinta a la que estamos acostumbrados. Debemos cuestionar si en las aulas debemos enseñar la arquitectura como nos la han enseñado, y si realmente estamos encontrando y reconociendo públicamente a las otras voces que también hablan de cómo debe construirse la casa y la ciudad. Es hora de reconocer que la Arquitectura es Femenina.

Dra. Viviana Barquero
Directora Regional del Departamento de Arquitectura del Tecnológico de Monterrey, Región Centro Sur.
@vivibarquero

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