Las duras lecciones de la tragedia migrante

Uno de los aspectos que más se criticó cuando ocurrió el caso Ayotzinapa fue el intento que emprendieron autoridades y medios de comunicación de criminalizar a las víctimas, pues en varias ocasiones se destacó que los estudiantes habían secuestrado camiones, con el objetivo de evitar que la opinión pública generara simpatía hacia las víctimas y que, a estas últimas, se les considerara responsables de su funesto destino.

Lo anterior es curioso porque, ante la tragedia migrante ocurrida en un centro de detención de Ciudad Juárez, con la intensión de desestimar la responsabilidad de su administración, Andrés Manuel López Obrador señaló que los migrantes habían sido los propios responsables del incendio y con esto, perdió la oportunidad histórica de distanciarse de sus antecesores al asumir las responsabilidades que le corresponden y actuar en consecuencia: sancionando de manera ejemplar a los responsables de la tragedia.

Sobre todo, luego de conocer un video de las cámaras de seguridad de dicho centro, en el que se puede observar que los guardias huyeron del lugar dejando encerrados a los migrantes, mientras el fuego crecía de manera acelerada en el interior de las celdas.

La indignación de colectivos en defensa de los migrantes no se hizo esperar, y unas horas después ya había cuestionamientos en torno a la postura de López Obrador, pues el presidente ya estaba inculpando a los migrantes mientras las investigaciones sobre el incidente, hasta el día de hoy, siguen en curso y aún no existe un dictamen oficial de los hechos. Además, parece ser que se pierde de vista un elemento central, migrar no es un delito y las personas que estaban “retenidas” en este centro estaban bajo responsabilidad y resguardo del Estado, quien está, en todo momento, obligado a salvaguardar el bienestar de los migrantes.

Una de las lecciones principales para Andrés Manuel es que, ser oposición y criticar las formas de gobierno es diferente al hecho mismo de gobernar. En el pasado, López Obrador aseguró y recomendó distintas estrategias de cómo ser un mejor gobierno que los que comprendieron el periodo neoliberal; sin embargo, en la práctica, el actual presidente no ha dejado de caer en las mismas prácticas, e incluso, de peor manera, del pasado.

¿Dónde está ese humanismo del gobierno “más humanista”?, es la pregunta que más de alguno ahora se plantea a la luz de los hechos. ¿Dónde está la sensibilidad ante la tragedia? De nada sirven las condolencias, las promesas de transparencia y cero impunidad si no existe la convicción y el reconocimiento de la responsabilidad de su gobierno ante el tema migrante.

Más aún cuando los acuerdos con Estados Unidos han generado una política más represiva en contra de los migrantes provenientes de Centroamérica, quienes ya de por sí enfrentan situaciones sumamente adversas al recorrer grandes distancias con apenas lo necesario para sobrevivir.

La gente no migra por placer, sino por los escenarios adversos que enfrentan en sus lugares de origen y esa idea debería ser el eje rector de cualquier política en torno a los migrantes. Qué poco duraron las promesas de mejores condiciones para los migrantes hechas por el actual gobierno federal, que no ha hecho más que chocar contra el muro de la realidad.