El regreso de Trump y el futuro de México

Antes de que se tuvieran resultados de las elecciones en Estados Unidos, en el ambiente había una sensación de que, ganara quien ganara, para México no habría gran diferencia: ambos candidatos se habían pronunciado por políticas que potencialmente afectarían los intereses del país.

Pero una cosa es el lenguaje de campañas y otra las políticas aplicadas, y en eso, al menos con Trump, si tenemos una referencia previa. Ahora, con su virtual triunfo (habrá algunos procesos de reconteo y confirmación para validar la elección), Trump tendrá por delante un nuevo periodo en el que habrá de evaluar cuáles serán las promesas de campaña que cumplirá y cuáles “aplazará”.

Basta recordar su anterior periodo para confirmar que Trump es más un pendenciero que un radical, aquel megamuro que construiría en la frontera a fin de frenar la migración hispana a los Estados Unidos, y que tendríamos que pagar los propios mexicanos, al final nunca se cumplió.

No olvidemos también todos los aranceles con los que amenazó a la economía mexicana, los cuales, al final no cumplió o la posible renegociación del Temec, la cual tampoco se concretó a lo largo de su administración, aunque sí funcionó como un instrumento de amago que terminó por endurecer las políticas migratorias en nuestro país.

Sin embargo, estos antecedentes no anulan los posibles riesgos de una administración proteccionista por parte de Trump, sobre todo, ahora que la guerra comercial con China ha arreciado y México es visto por las empresas orientales como una puerta de entrada al mercado estadounidense.

Pese a esto, Trump fue un presidente más conciliador con las potencias que se disputan el poder a nivel internacional, así lo demostraron las reuniones con los mandatarios ruso, Vladimir Putin, y chino, Xi Jinping, e incluso, fue el primer presidente estadounidense en reunirse con Kim Jong-Un y pisar suelo Norcoreano.

Pese a lo polémico de su personalidad, Donald Trump es un experimentado empresario que ha incursionado en la política, y buscó imprimir este expertise en su política exterior. Elegir, pues, sus batallas. Algo que la administración de Biden no supo hacer, y por ello ahora sigue vigente una guerra en Ucrania, donde los estadounidenses podrían tener un revés de manera indirecta, pues sus ánimos de disminuir el poderío de Rusia podrían perfilarse al fracaso.

Es así que, con este contexto, se espera que la presidencia de Trump, una vez que se confirme su triunfo, podría ser menos dura que los planteamientos de campaña. A pesar de esto, los mercados ya comienzan a reaccionar con nerviosismo, y tomará algunos meses para que estos regresen a la calma. El peso mexicano volvió a caer frente al dólar y se aleja cada vez más de aquellos dulces 16 pesos que en algún momento alcanzó durante la administración de AMLO.

Sin embargo, de gobernar acorde a su anterior mandato, las condiciones económicas comenzarán a apaciguarse y la tranquilidad de los inversionistas permitirán que las relaciones comerciales entre México y Estados Unidos regresen al habitual espíritu de cooperación. A ambos países les conviene.