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Trabajo infantil, un panorama desalentador para México

Por Diana Luisa Cardona García - 06/10/2023

Del 2019 al 2022, el número de menores de edad que trabajan aumentó 1.7 %, al pasar de 11.4 % a 13.1 % la tasa de trabajo infantil entre la población de 5 a 17 años

 Trabajo infantil, un panorama desalentador para México

La reciente presentación de los resultados de la Encuesta Nacional de Trabajo Infantil dio a conocer que el problema de trabajo infantil sigue estando vigente, pues las cifras no muestran una tendencia alentadora.

Del 2019 al 2022, el número de menores de edad que trabajan aumentó 1.7 %, al pasar de 11.4 % a 13.1 % la tasa de trabajo infantil entre la población de 5 a 17 años. El valor de la encuesta va más allá del diagnóstico actual del problema, pues es en sus detalles donde podemos encontrar datos que nos dan una visión más clara del trabajo infantil en México.

No es de sorprender que las entidades con el mayor número de niños y jóvenes en situación laboral sean también las que presentan los mayores retrasos en competitividad. De acuerdo con la ENTI, Guerrero (24.5 %) y Chiapas (20.8 %) son las entidades con los porcentajes más altos de su población infantil que trabaja.

Coincidentemente, de acuerdo con el Índice de Competitividad Estatal del Imco, Guerrero (32) y Oaxaca (31) son los estados menos competitivos del país, es decir, aquellos que cuentan con los niveles más bajos en infraestructura, personal capacitado, salarios atractivos, diversificación económica, atracción de inversión, entre otras.

Aunque suene obvio, son estas mismas condiciones las que hacen que las familias tengan que enfrentar escenarios adversos en cuestiones económicas y que obligan a los niños a integrarse en el mercado laboral.

Ahondando más en los datos de la ENTI, podemos encontrar que hay algunos factores que potencian la salida de sus miembros más jóvenes al mercado laboral, por ejemplo, el encarecimiento de los productos alimenticios, enfermedad grave o accidente de un miembro del hogar o la pérdida de ingreso o quiebra de un negocio familiar.

Por otra parte, sobre las motivaciones de los más jóvenes para integrarse al mercado laboral, la mayor parte lo hace, asegura, por gusto o solo para ayudar (31.5%), para pagar su escuela o sus propios gastos (22.7 %), el hogar necesita de su trabajo o aportación económica (18.4 %), aprender un oficio (15.2 %) o para el pago de deudas (12.2 %).

Este escenario reafirma la necesidad de impulsar el crecimiento de la parte sur del país, que históricamente ha presentado un retraso frente a los estados del norte y el centro del país, por lo anterior, pese a los fallos en su ejecución, proyectos como el Tren Maya podrían potenciar las condiciones de calidad de vida entre los sectores más vulnerables, y convertir una política económica y un paliativo social ante la problemática del trabajo infantil.

Mientras los más jóvenes deban sacrificar su pleno desarrollo en pos de generar recursos económicos, seguirán vigentes las barreras de la inmovilidad social y, por ende, de un mejor tejido social. Qué se puede esperar de un niño al que se le han arrebatado las condiciones óptimas para su crecimiento, que no puede acceder a la educación, ni al esparcimiento, ni al libre desarrollo de su personalidad.

¿Cómo evitar que estos perfiles se vean atraídos por las ofertas económicas del crimen organizado, cuando esto, de manera engañosa, parecer ser la única oportunidad para escalar en la pirámide social? Sin duda, los gobiernos venideros deberán analizar estos aspectos a fin de revertir la dinámica de crecimiento y ver una disminución en el porcentaje de menores que trabajan en la ENTI del 2025.


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