Este 2 abril, el gran perdedor será Estados Unidos
Este 2 de abril la economía mundial y los mercados internacionales deberán enfrentar una reconfiguración sin precedentes en las últimas décadas, dejando como gran perdedor al consumidor norteamericano

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Este 2 de abril la economía mundial y los mercados internacionales deberán enfrentar una reconfiguración sin precedentes en las últimas décadas, dejando como gran perdedor al consumidor norteamericano. Luego de que en los últimos años la economía mundial había desarrollado un proceso de alta integración, el comienzo de una nueva era proteccionista por parte de Estados Unidos pondrá en jaque a muchas de las cadenas de suministros de Norteamérica y el mundo.
La cruzada de Trump por regresar la producción de mercancías a su país es, por decir lo menos, inviable. El consumidor estadounidense deberá enfrentar, sí o sí, un aumento significativo en el costo de vida, lo que afectará sus dinámicas de consumo de una u otra manera.
Pongamos por ejemplo los automóviles, que han mantenido costos más o menos contenidos por la manufactura barata que se realiza en países de tercer mundo. Con la imposición de aranceles, Trump busca que las armadoras regresen sus operaciones a Estados Unidos, para evitar este cobró que a todas luces parece excesivo. Sin embargo, la verdadera pregunta es si un auto fabricado en Estados Unidos será más barato que un auto extranjero con 25% de aranceles.
Y es que el salario de un trabajador estadounidense será muy superior al que podría percibir un trabajador mexicano o asiático, lo que sin duda aumentará los costos del producto final, incluso si este es producido local. Con esto en mente, los autos aumentarán de precio para los norteamericanos, ya sea si son producidos en Estados Unidos o traídos desde el extranjero.
El engaño es creer que los costos de los autos que actualmente se producen en Estados Unidos se mantendrán bajo un escenario de guerra comercial. No podemos evitar pensar en que detrás de estas políticas están grandes empresarios que han visto amenazados sus negocios por la intensa competencia del mercado internacional, especialmente del chino.
Uno de los primeros nombres que vienen a la mente es el de Elon Musk, que busca proteger la corona de Tesla en el mercado de los autos eléctricos. De allí el gran interés de evitar que autos chinos lleguen al mercado Estadounidense, en especial los de BYD, que a pesar de los ataques, ya se posiciona como el principal fabricante de vehículos eléctricos a nivel mundial.
La falla en la lógica de Musk es que muchas de sus piezas, e incluso vehículos, provienen de China o el extranjero. El resultado evidente es que el precio de estas aumentará con la guerra de arancelaria, la cual, como ya se adelantó, será recíproca. Tanto Canadá, como China y la Unión Europea han anunciado que responderán con la misma virulencia las embestidas arancelarias de Trump.
El gran perdedor, como ya se ha dicho, será el propio ciudadano norteamericano, partidario o no de Trump, este será el que resienta la escalada de precios y la subsecuente falta de crecimiento económico que ya se vaticina para la nación estadounidense.
Las predicciones son nada optimistas, y se prevé que para los últimos años de la administración de Trump el PIB roce niveles por debajo del 2%, cifras a las que, definitivamente, no están acostumbrados los norteamericanos.