×

Busquedas Populares


×

Opinión



Secciones




La Transparencia como antídoto y el Retroceso en México

Por Paul Ospital - 13/12/2024

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Códice Informativo, y solo son responsabilidad del autor.

En México, estamos en una encrucijada: seguir el ejemplo de los países que han logrado construir democracias transparentes y funcionales o continuar por el camino de la subordinación, la opacidad y el deterioro institucional

 La Transparencia como antídoto y el Retroceso en México

La corrupción es un mal que destruye la confianza en las instituciones, perpetúa la desigualdad y erosiona los cimientos de cualquier democracia. En un mundo donde algunos países han demostrado que es posible combatirla con éxito, México parece estar yendo en dirección contraria. Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, los países con menor percepción de corrupción según el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), no llegaron a la cima por casualidad. Lo hicieron apostando por tres pilares esenciales: sistemas judiciales sólidos, altos niveles de transparencia y una cultura de rendición de cuentas. En contraste, México parece haber abandonado estas aspiraciones, sacrificándolas en el altar del poder absoluto.

En Dinamarca, la independencia judicial es un principio inquebrantable. Cualquier intento de influir en los tribunales sería impensable, y las sanciones serían inmediatas. Finlandia ha elevado la transparencia a un valor cultural que permea todas las esferas del gobierno, mientras que Nueva Zelanda ha hecho de la rendición de cuentas un mecanismo que funciona sin importar el rango o la posición de los involucrados. En estos países, los ciudadanos no solo confían en sus instituciones; las ven como aliados en la construcción de sociedades más justas y equitativas.

México, sin embargo, sigue atrapado en un ciclo vicioso donde la corrupción no solo se tolera, sino que parece institucionalizarse con cada nuevo golpe a la independencia de sus organismos clave. MORENA, ha reformado al Poder Judicial, subordinándolo al Poder Ejecutivo y eliminando la autonomía que debería proteger a los ciudadanos de los abusos del gobierno. Esta reforma, que debilita aún más las instituciones democráticas, es un paso en falso que pone en riesgo la separación de poderes y, con ello, el sistema de contrapesos esencial para cualquier democracia funcional.

Además, lejos de avanzar hacia una mayor transparencia, eliminó el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI). Este organismo autónomo era una herramienta crucial para los ciudadanos y los periodistas en su lucha por destapar actos de corrupción y exigir rendición de cuentas. Su desaparición es un retroceso monumental en materia de derechos y un triunfo para quienes buscan operar en las sombras, sin cuestionamientos ni vigilancia.

Lo más alarmante es que, a pesar de los pésimos resultados de la administración anterior en temas de seguridad, salud y economía, MORENA obtuvo una victoria arrolladora en las elecciones recientes. Este hecho pone de manifiesto una paradoja que no se puede ignorar: mientras la ciudadanía sufre las consecuencias de un gobierno ineficaz y corrupto, las urnas parecen legitimar estas prácticas. ¿Cómo es posible que un partido con tantos fracasos en su gestión no solo sobreviva, sino que prospere electoralmente? La respuesta puede encontrarse en la captura del discurso, el uso clientelar de los recursos públicos y una oposición desarticulada que no ha sabido ofrecer una alternativa real.

Mientras Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda avanzan hacia sociedades más equitativas y prósperas gracias a su compromiso con la transparencia y la rendición de cuentas, México parece hundirse más en el pantano de la opacidad. La subordinación del Poder Judicial y la desaparición del INAI no solo envían un mensaje de retroceso, sino que consolidan un sistema donde el poder absoluto queda libre de cuestionamientos. Sin una justicia independiente, sin transparencia y sin contrapesos, México está condenando a su democracia a un estado de fragilidad que podría ser irreversible.

El éxito de los países con menor corrupción no reside en fórmulas mágicas, sino en decisiones políticas claras y valientes que priorizan a las instituciones por encima de los intereses de corto plazo. En México, lamentablemente, estamos presenciando lo contrario: decisiones que erosionan la confianza, perpetúan la impunidad y dejan al ciudadano sin herramientas para defenderse de los abusos del poder.

La lucha contra la corrupción no es una utopía. Es una meta alcanzable, pero requiere voluntad política, instituciones fuertes y, sobre todo, ciudadanos que exijan un cambio. En México, estamos en una encrucijada: seguir el ejemplo de los países que han logrado construir democracias transparentes y funcionales o continuar por el camino de la subordinación, la opacidad y el deterioro institucional. El tiempo dirá cuál es el destino que elegimos, pero cada día que pasa sin corregir el rumbo es una oportunidad perdida para construir el país que merecemos.

Paul Ospital

Diputado local por la LX Legislatura del Estado de Querétaro. Maestro en Gobierno y Políticas Públicas y licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Se ha desempeñado en diversos cargos dentro del Partido Revolucionario Institucional a nivel local y nacional. Ha participado en paneles de análisis y discusión en distintos medios de comunicación y actualmente participa en una veintena de medios como columnista y colaborador.


Otras notas



De nuestra red editorial