Una oportunidad de justicia para los municipios más pobres
En Querétaro, la justicia presupuestal ha sido una tarea pendiente durante décadas. Los recursos siempre parecen concentrarse en los municipios más grandes, dejando a los más pequeños y pobres a merced de su propia suerte
En Querétaro, la justicia presupuestal ha sido una tarea pendiente durante décadas. Los recursos siempre parecen concentrarse en los municipios más grandes, dejando a los más pequeños y pobres a merced de su propia suerte. Pero ¿y si pudiéramos cambiar esta lógica? Precisamente por eso presentamos una iniciativa de reforma que busca hacer justamente eso: redistribuir de manera más equitativa los recursos provenientes del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), el famoso impuesto que se aplica a las gasolinas, el tabaco, las bebidas alcohólicas y otros productos específicos.
Primero, pongamos las cosas en contexto. El IEPS es uno de los impuestos más lucrativos para el gobierno. Cada año, genera millones de pesos que se reparten entre municipios para financiar obra pública, servicios básicos y otros proyectos. Hasta ahora, el 70% de estos recursos se distribuyen entre los municipios según su población: a más habitantes, más dinero. El 30% restante se otorga en función de los ingresos propios, es decir, se premia a los municipios que recaudan más dinero. Esta fórmula, aparentemente lógica, en realidad perpetúa una desigualdad profunda.
Los municipios más grandes como Querétaro, Corregidora, San Juan del Río y El Marqués, que concentran tanto la mayor población como los mayores ingresos, reciben la mayor parte del pastel. Mientras tanto, los municipios más pequeños, que a menudo enfrentan mayores carencias y menos oportunidades para recaudar ingresos propios, se quedan con migajas. Es un círculo vicioso: los que menos tienen reciben menos, y los que más tienen reciben más. ¿El resultado? Una brecha que se ensancha cada año.
La propuesta que ahora está sobre la mesa busca romper este esquema injusto. Aunque el 70% del IEPS seguiría distribuyéndose por población, el 30% restante se redistribuiría al revés: se asignaría a los municipios que menos ingresos propios generan. Esto no solo reconoce la disparidad existente, sino que busca corregirla con un enfoque de justicia social.
Para entender el impacto de esta iniciativa, veamos algunos ejemplos concretos. El municipio de Arroyo Seco, uno de los más pobres del estado de Querétaro, recibió apenas 360,000 pesos del IEPS el año pasado. Con la nueva fórmula, su asignación subiría a 2.2 millones de pesos, un incremento del 508%. Este dinero podría traducirse en caminos mejorados, acceso a agua potable y otras necesidades básicas que hoy parecen un lujo. Landa de Matamoros, que recibió 516,000 pesos, pasaría a 2.1 millones, un aumento del 322%. Estas cifras no son abstractas; representan cambios tangibles en la calidad de vida de miles de personas.
¿Y qué pasa con los grandes municipios? Querétaro, por ejemplo, perdería apenas 12 millones de pesos, un ajuste que ni siquiera sentirían en su presupuesto de más de 7,000 millones. Con la cantidad de ingresos propios que generan por parques industriales, desarrollos inmobiliarios y otros rubros, pueden compensar esa pérdida fácilmente. Este pequeño sacrificio por parte de los grandes municipios tiene un impacto monumental para los más pequeños.
Esta reforma no se trata de castigar a los que más tienen, sino de darles una oportunidad real a los que menos tienen. Es un esfuerzo por equilibrar la balanza y garantizar que los recursos lleguen a donde más se necesitan. Además, es una apuesta por fortalecer a los municipios que, pese a sus limitaciones, han demostrado una administración financiera eficiente y sin escándalos de corrupción.
Implementar esta reforma sería un paso histórico hacia un modelo presupuestal más justo y solidario. No solo es una cuestión de números; es una cuestión de valores. ¿Queremos seguir perpetuando un sistema que favorece a los mismos de siempre, o estamos dispuestos a apostar por el cambio? Esta iniciativa no altera el presupuesto general, no genera nuevos impuestos ni requiere de grandes sacrificios; simplemente redistribuye lo que ya existe con un enfoque más equitativo.
El debate está servido. En los próximos días, los legisladores tendrán en sus manos la oportunidad de demostrar que entienden la urgencia de atender a quienes más lo necesitan. No es una propuesta en contra de nadie, sino a favor de muchos. La pregunta es si tendremos el valor de romper con el status quo y apostar por un Querétaro más justo.
La redistribución del IEPS podría marcar un antes y un después en la forma en que asignamos los recursos en este país. Ya no se trata solo de hacer cuentas, sino de entender que detrás de cada peso hay vidas que pueden cambiar.
Paul Ospital
Diputado local por la LX Legislatura del Estado de Querétaro. Maestro en Gobierno y Políticas Públicas y licenciado en Ciencia Política y Administración Pública. Se ha desempeñado en diversos cargos dentro del Partido Revolucionario Institucional a nivel local y nacional. Ha participado en paneles de análisis y discusión en distintos medios de comunicación y actualmente participa en una veintena de medios como columnista y colaborador.