El PRI hace aguas a nivel nacional y local
Braulio Guerra Urbiola, quien militara por 30 años en esta fuerza política, también dio a conocer su renuncia
Luego de que los actuales liderazgos, tanto a nivel nacional como local, se encargaran durante los últimos años a sabotear y disminuir la ya de por sí vapuleada credibilidad del Partido Revolucionario Institucional (PRI), este lunes se dieron a conocer las renuncias al partido de figuras como Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu y Eruviel Ávila, por citar algunos.
Y es que la debacle institucional se acentuó con la llegada de Alito Moreno a la dirigencia nacional de esta fuerza política, pues bajo su gestión el partido perdió nada más y nada menos que 11 gubernaturas; pésimo negociador, se ha empecinado en mantenerse en el poder, junto a sus aliados, sin brindar oportunidad a las otras corrientes internas del priismo, dejando relegadas de las candidaturas a muchas figuras con largas trayectorias, lo que a la postre ha derivado en las rupturas que hoy se materializan en una renuncia que, se prevé, sea masiva.
En lo local las cosas no son diferentes, Abigaíl Arredondo tampoco ha sabido llevar una gestión positiva, pues la supervivencia del PRI en Querétaro pende de la hipotética alianza electoral con el Partido Acción Nacional (PAN), lo que caiga de la mesa del PAN sería, para el Revolucionario Institucional, un tablilla de salvación para el estrepitoso naufragio que se avecina.
En concordancia, este mismo lunes, Braulio Guerra Urbiola, quien militara por 30 años en esta fuerza política, también dio a conocer su renuncia, y es que, en sus propias palabras, “las sociedad buscan en los movimiento sociales y en la justicia, nuevas formas de participación”, esa participación que no se les permite en los partidos políticos tradicionales.
En la tradición naviera, es ampliamente reconocido un mandato no escrito en el que se establece que el capitan habrá de hundirse con el barco, como una muestra del honor de quien carga con tal distinción y responsabilidad. En el PRI, nada más alejado de esto. Más allá de las cuestiones de honor, lo que mueve a su actual dirigencia no es más que el principio básico del máximo beneficio.
No es de extrañarse que ni Alito ni Abigaíl Arredondo se hayan planteado abandonar tan paupérrimas gestiones para permitir, así, la llegada de alguien más, de alguna otra propuesta que pueda revivir a un partido que ha venido agonizando desde hace casi 25 años. En 2009 en Querétaro y en 2012 a nivel nacional, como a veces pasa con los desahuciados, mejoró momentáneamente su “salud”, y más de alguno lo calificó como el renacimiento del PRI.
Este año, la realidad es tan dura, que nadie apostaría un peso por su permanencia en el sistema político mexicano. Este PRI, el que está muriendo, forma parte de una época que no se adecúa a las exigencias de la ciudadanía, pues los excesos, la falta de transparencia, y la ausencia de autocrítica han alejado, lentamente, al electorado.