“La literatura puede interpelar a la memoria histórica”: Luis Jorge Boone
El poeta coahuilense dijo en entrevista con Códice Informativo que su escritura hace un ejercicio de creación a partir de la memoria, principalmente sobre el territorio en el que nació.
Era marzo del 2011, la llamada guerra contra el narco, iniciada por el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, tocó las puertas de los habitantes de Allende, Coahuila. El cartel de Los Zetas propició una matanza contra pobladores de ese municipio, que ya era azotado por la violencia desde antes.
Hubo al menos 42 víctimas documentadas a partir de expedientes oficiales, aunque los testimonios de las personas indican que pudieron ser cientos de víctimas en esa masacre que ocurrió en un fin de semana.
En ese universo vive El Chaparro, quien es un niño de 9 años y personaje principal que el escritor Luis Jorge Boone construyó para su novela “Toda la soledad del centro de la tierra” (Alfaguara, 2019). Para el autor, esa novela fue una escritura que lo colocó en un lugar en el que nunca había elegido estar, pero que le parecía necesario porque una realidad así no debía olvidarse y borrarse de la memoria.
“Es recordar que un hecho social que ocurre y ocurrió en nuestro país, que fue el extermino de los pueblos a manos del crimen organizado, ciertos pueblos aislados, muy pequeños, indefensos ante estos grupos criminales que hacían todo esto con la mano en la cintura y sin meter el alma, sin la mínima decencia humana y sin el digno respeto por la vida”, dice en entrevista.
De ese ejercicio, piensa que hay ocasiones en las que las historias se imponen para que sean contadas: “Yo creo que estas obligaciones o prerrogativas del narrador de ficción nos ayudan de una manera directa, como sociedad, en adentrarnos a la historia del presente que también es borrosa y se tarda en llegar, y bueno la ficción lo que puede hacer es hacerla durar en otra vía, labrarla en otra piedra para que otros ojos la conozcan, y es duro, yo creo que por eso no me había puesto en este lugar”, puntualiza el escritor originario de Monclova, Coahuila.
Luis Jorge Boone, considera que la literatura puede interpelar a la memoria histórica ante los momentos que atraviesa el país; por eso, en su escritura hace un ejercicio de creación a partir de la memoria, principalmente sobre el territorio en el que nació.
Para él, narrar la violencia sin caer en lenguajes que revictimicen o caigan en el amarillismo de los medios de comunicación, tiene que ver con buscar la realidad que está atrás de todas esas noticias en los periódicos, y se remite a los escritores Ricardo Piglia y Roberto Calasso, para decir que la información y la ficción son dos cosas totalmente distintas.
“La información no tiene fin y nos está bombardeando constantemente y la historia, la ficción, por fuerza tiene un principio y un final, entonces tiene algo que no tiene la vida y que no tienen los hechos de la vida y se lo tenemos que poner nosotros”, añade el también poeta.
Refiere que para lograr esto, su novela está hecha de tantos pedacitos y de tantas voces, de tanta vida y tanto dolor que le permitieron narrar a las víctimas y a los sobrevivientes, con su sufrimiento y su soledad. Así se le ocurrió construir un personaje que correspondiera a esta historia, a través de El Chaparro, un niño que, describe, es la persona más indefensa en la historia, merecedora de cariño, afecto, con derecho a tener un techo y la compañía de sus padres.
“Un niño que tiene derecho sentirse amado, pero que no tiene casi nada de esto y me pareció que ahí estaba la metáfora que podía dejarme contar esta historia. A mí no me interesaba, para nada, darle un lugar o un espejo al criminal y eso me parece que no solo era un acto ético, sino también de estética y la ética era lo primero y esa ética se tiene que reflejar también en la estética, entonces yo tenía que narrar una voz que correspondiera a todo”, cuenta.
Sobre cuál es la responsabilidad del escritor al narrar estas historias y esa ética de la que habla, Luis Jorge Boone, señala que el primer compromiso es contar una historia que sea verdadera y “por verdadera no quiero decir que haya sido exactamente como pasó, sino que sea una historia que refleja lo que realmente somos como seres humanos, nuestras contradicciones, nuestros miedos, nuestros claroscuros”.
Y refiere que es ahí cuando, a su parecer, ocurre un choque entre el lector y el libro; un enfrentamiento que puede resultar de muchas maneras y que puede resultar incontrolable, por lo que es responsabilidad de cada quien en cómo se enfrenta al texto, al arte.
“Idealmente a mí me gustaría dejar en el lector o la lectora una memoria de esto que pasó y que se encendiera en algún lugar una llama que despierte nuestra humanidad hacia esa historia, pero no va a pasar todo el tiempo porque el lector no está nunca para cumplir los deseos del autor. Son caminos un tanto independientes que se siguen” y agrega, “y lo digo con intención: consumimos arte, pero a veces no nos dejamos consumir por el arte en el proceso y ahí ocurre un vacío y una pérdida”.
Actualmente, Luis Jorge vive en Berlín, Alemania. Desde allá escribe su nueva obra; a la distancia del país que lo vio crecer reflexiona sobre los territorios que le anteceden, aquellos que formaron su lenguaje desde que tenía 18 años, y la forma en que sigue escribiendo sobre un lugar en el que ya no vive, pero constantemente regresa a él.
”A veces me preguntan si vuelvo al desierto de Coahuila, pero lo que pasa es que una parte de mí nunca se ha ido y es la parte de mi memoria”, dice Boone, entonces recuerda que hace 25 años un amigo suyo muy querido le dijo que las personas escriben bajo la luz con la que se aprendió a ver determinado momento del mundo.
“La luz que a mí me enseñó a abrir los ojos y ver hacia afuera y querer reflejar lo que yo veía en un libro mediante las palabras, es el desierto, Monclova, ciudad frontera, la región centro de Coahuila, es el norte del país, las carreteras, las fronteras”, expresó.
Para él, esa luz es bajo la que siempre termina escribiendo, no importa en lugar en donde se encuentre, “si estoy en este lado del mundo o en la Ciudad de México en donde viví 20 años, yo no me voy de ese lugar”, cuenta, pero reconoce que es un lugar que solo existe en su memoria.
“Tengo que recordar, y es valioso afrontarlo así, que es un lugar que ya tampoco existe, una ciudad que ya tampoco existe porque lo que fue hace 25 años hoy ya es un territorio totalmente distinto, una realidad en que viven los jóvenes de esta generación y que yo entiendo mucho menos de lo que llegué a entender aquella vez. Escribo prácticamente bajo una luz que ya no existe, sobre este lugar que ya no es el que era antes”.
Luis Jorge sentencia que los temas de los que los escritores y escritoras escriben, los obtienen de su propia infancia y juventud, “y nuestra madurez siempre será buscar la forma de volver a contar esos temas”.
“Los hombres y las mujeres que están narrando, poniendo versos, que están ensayando, que están haciendo novela, cuento, teatro, están tratando de narrar ese mundo en el que crecieron, ese mundo que los sorprendió y ese mundo que les resultaba distante, pero que también les resultaba maravilloso y ahora que encuentran su lugar en la escritura”, subraya el narrador.
Suelten a los perros (Ediciones Era, 2021), es el libro de cuentos con el que Luis Jorge Boone se hizo acreedor del Premio Nacional de Cuento “Agustín Yáñez” 2019. En esta obra, Luis Jorge regresa otra vez a Coahuila, pero esta vez para contar las cosas cotidianas, las pérdidas y las rupturas de protagonistas varones que cuestionan su propia masculinidad.
“Son personajes que están poniendo en duda lo que significa ser hombre y están poniendo en duda sobre si ellos realmente quieren cargar con esas representaciones; si quieren ser el seguro, el duro, el violento”, dice Boone, quien acepta que la imposición de la masculinidad tradicional fue una inquietud que siempre tuvo desde muy joven.
En su última obra, esa búsqueda sobre otras formas de vivir su identidad, se la heredó y se las confrontó a sus personajes, “porque es algo que a mí me preocupaba porque orgánicamente es algo que ha tenido que ver en mi vida”.
“Desde muy jovencito estuve buscando otras formas de ser un varón, no tener que ser violento, tener una sensibilidad distinta, incluso congeniar con la búsqueda de la comunidad gay, aunque no pertenezco a ella, soy un fiel lector y admirador de sus batallas en la escritura, al menos los poetas más entrañables para mí son homosexuales y son quienes me enseñaron la pasión escrita”.
Luis Jorge Boone es autor de los poemarios Bisonte mantra (2016) y Contramilitancia (2020), entre otras obras. Será uno de los invitados para la sexta edición del Hay Festival Querétaro y conversará con el escritor sinaloense, Elmer Mendoza, el viernes 3 de septiembre.