Techos verdes: una inversión estética y responsable.

En la búsqueda del equilibrio ambiental dentro de los desarrollos urbanos, el hombre ha recurrido a diferentes métodos que muchas veces se remiten o asemejan a los empleados por las sociedades antiguas. Tal es el caso de los techos o azoteas verdes, una práctica que ya se empleaba hace siglos en países como Islandia y Tanzania.

Este método consiste simplemente en la construcción de jardines en fachadas y techos. Sus benéficas consecuencias tienen un impacto altamente positivo en la vida diaria de las personas y en el medio ambiente.

Las altas temperaturas en las ciudades, provocadas principalmente por el uso vehicular excesivo y la utilización de concreto en la mayoría de las superficies construidas, provocan la concentración de sustancias nocivas para la salud que, además de ensuciar, degradan los contextos urbanos y sus entornos.

Investigaciones en materia de ecología y urbanismo han arrojado que, de enjardinar tan sólo entre el 10 y el 20% de la superficie de una ciudad, se alcanzarían beneficios como la reducción en la variación térmica entre el día y la noche, la filtración de partículas de polvo y suciedad que hay en el aire, una mayor producción de oxígeno, mayor aislamiento térmico y sonoro en las construcciones y el embellecimiento urbano. Además, si se ejecutan correctamente, los jardines tienen una larga vida útil.

Esta práctica ya se ha implementado con éxito en ciudades como Chicago, Copenhague y Singapur, entre otras.

En nuestro país ya existen iniciativas que construyen azoteas verdes como Ecosfera, un proyecto emprendido por el arquitecto Rodolfo Hurtado en el Distrito Federal que ya cuenta con red de distribución en Querétaro.

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