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Hablan los muralistas: las secuelas del 19-S complican la situación del patrimonio artístico del Centro SCOP

Por Staff Códice Informativo - 31/03/2018

A seis meses del sismo del 19 de septiembre, la polémica rodea al Centro SCOP, sede principal (hasta ese día) de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), y uno de los edificios de la Ciudad de México con más daños ocasionados por el terremoto.

 Hablan los muralistas: las secuelas del 19-S complican la situación del patrimonio artístico del Centro SCOP

Foto: Jesús Vega

Texto y fotos: Jesús Vega

 

Construido entre 1953 y 1954, el Centro SCOP se hizo célebre por ser una de las manifestaciones arquitectónicas más polifacéticas del llamado movimiento de Integración Plástica, corriente nacionalista emanada por un lado, de las vanguardias arquitectónicas de mediados del siglo XX; y por el otro, de los movimientos plásticos que orbitaron en torno al Movimiento Muralista Mexicano.

Ahí la arquitectura de Carlos Lazo, Augusto Pérez Palacios y Raúl Cacho se terminó por fundir con el arte escultórico de Francisco Zúñiga y Rodrigo Arenas Betancourt, y con los murales en mosaico mexicano de Juan O’Gorman, José Chávez Morado, Arturo Estrada, Jorge Best, José Gordillo, Guillermo Monroy, Rosendo Soto y Luís García Robledo.

Con afecciones estructurales derivadas del temblor de 1985 que llevaron al ‘recorte’ de las secciones derruidas del edificio, el también llamado Centro Nacional SCT presenta nuevos daños a raíz del sismo del 19 de septiembre 2017: los cuerpos principales del edificio se han inclinado algunos grados y separado en direcciones opuestas. Lozas desprendidas y algunas ventanas rotas rematan la escena. A este respecto, Rodrigo Ramírez, oficial mayor de la SCT, señaló la negativa de varios empleados a reanudar labores en el complejo.

Las secuelas del sismo complican la situación del patrimonio artístico del Centro SCOP; la demolición de sus edificios es casi un hecho. Pero a diferencia de 1985, las obras de arte no muestran prácticamente daño alguno.


El yerno de Slim ‘al rescate’

Ante este panorama, la única iniciativa que se ha hecho tangible (y que cuenta con la aprobación la SCT) para el ‘rescate’ de los murales, es la planteada por el despacho del arquitecto Fernando Romero, ganador de la licitación para construir el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) y yerno del magnate Carlos Slim.

Dicha propuesta, respaldada por una exposición justificante que será presentada el próximo 28 de abril en la galería de Archivo Diseño y Arquitectura, muestra, en dos maquetas, a los murales del Centro SCOP ‘integrados’ dentro del complejo aeroportuario (un proyecto cuyo desarrollo y construcción ha estado enmarcado en una polémica propia), aunque en forma fragmentaria y visualmente mutilada por los pisos del inmueble.

Se trata de una inclusión que podría percibirse como forzada dentro del esquema arquitectónico original; algunos de los paneles más grandes se distribuirían en los accesos principales, mientras que los más pequeños estarían dentro de las salas de abordaje. La maqueta no contempla los conjuntos escultóricos, ni toda la superficie pictórica del complejo.

 

Arturo Estrada y Guillermo Monroy: entre la ignorancia y la indignación

A raíz de esta situación, los nombres de Juan O’Gorman y, en menor medida, José Chávez Morado, han resonado dentro de las discusiones alusivas al tema. Sin embargo, nulo caso se le ha hecho a las voces de Arturo Estrada y Guillermo Monroy, únicos artistas que sobreviven de los que participaron en el proyecto original del Centro SCOP, y que, junto a los ya fallecidos Arturo García Bustos y Fanny Rabel, integraron el grupo coloquialmente conocidos como ‘Los Fridos’ por ser alumnos predilectos de la afamada pintora Frida Kahlo (1907-1954).

Códice Informativo los entrevistó al respecto.

 

«Que no lo hagan plaza comercial»: Estrada

En una plática en su casa-estudio de Tlalpan en la que fue puesto al tanto de la situación, el maestro Arturo Estrada (Michoacán, 1925) sugirió que una acción así podría suponer la ‘privatización’ de piezas artísticas que originalmente fueron pensadas para estar a la vista del público.

«¿Dónde están las autoridades? Siquiera que los rescaten y traten de colocarlos en un lugar que uno sepa y que pueda gozar de este tipo de trabajo, que es una cosa original y de calidad de mundial» dijo Estrada, al recordar el silencio gubernamental en 1985 sobre el estado de su obra en el Centro SCOP, y su actual falta de comunicación con las dependencias culturales.

Estrada agregó que, pese a que no se opone del todo al traslado de las piezas, considera que estarían mejor integradas en un espacio totalmente público, como un parque o jardín urbano. En el mismo sentido, el artista aseguró que, si la demolición del Centro SCOP es inevitable, habría que evitar que el espacio terminara convertido en un centro comercial o complejo corporativo.

«Yo trataría de reconstruir ahí mismo este tipo de trabajo y poner nuevas manifestaciones plásticas. Que se reconstruya el complejo, pero con jardines, tal vez, para hacer un nuevo tipo de arquitectura contemporánea. Estoy de acuerdo, hay que evolucionar… pero yo lo haría jardín, y así quedan los murales dentro de la ciudad. Prefiero que sea un área para el disfrute de la gente que vive cerca» enfatizó.

 

«Sería un atentado contra la Plástica Mexicana»: Monroy

De similar opinión fue Guillermo Monroy (Michoacán, 1924), quien señaló que ni él ni Arturo Estrada han recibido notificación alguna sobre la situación en la que se encuentra su obra mural.

«Nunca nos notificaron de las ideas que tienen de mover los murales a otro lugar, a nosotros, los dos supervivientes del (trabajo del Centro) SCOP» aseguró antes de manifestar su oposición al traslado de las piezas, acto que, consideró, no solo reduciría la posibilidad de que se admire dicho trabajo artístico, sino que además se podría interpretar como un ‘desprecio’ por la tradición muralista mexicana. «Sería muy triste y un dolor muy grande para México si eso sucediera porque es una joya de un valor grande para la plástica nacional», expresó como petición de que los murales se queden en su lugar original.

«Lo que estoy pidiendo, a todos los involucrados, es en recuerdo de aquellos grandes maestros que vertieron su espíritu, sus entusiasmos, sus emociones y sinceridad para hacer el Centro SCOP», y agregó que si los murales se trasladan«sería como querer olvidar la mente de ellos y despreciar mucho aquella emoción tan grande que grandes artistas, maestros míos, dejaron al realizar esa obra tan valiosa».

Tras ser cuestionado sobre qué recomendaría hacer para salvar a los murales, Guillermo Monroy fue enfático:«Que se demuela el edificio si es necesario, pero que, de ser posible, los murales permanezcan dentro del mismo espacio […] si se trata de salvar a las pinturas murales del SCOP, lo mejor que se puede hacer es dejarlos en su lugar; ahí donde nació, ahí donde se hizo».

En ambos casos, el estupor de los artistas frente al estado actual de sus obras (que creían destruidas o seriamente dañadas) se contrapone con sus remembranzas del emotivo homenaje que recibieron, en 2004, con motivo del 50 aniversario del complejo por parte de la SCT, el cual ya se antoja distante y empapado por un mar de promesas vacías e hipocresía burocrática.

 

Otros edificios dañados, en el abandono

Tras medio año del terremoto, el Centro SCOP se ha convertido para muchos en un símbolo de las deficiencias y la falta de interés de las autoridades por preservar el patrimonio histórico y cultural de la nación. No obstante, otros espacios afectados por el sismo del 19-S también son testigos de estas omisiones.

Es el caso del Santuario de Nuestra de los Ángeles, localizado en la Colonia Guerrero cuya cúpula colapsó parcialmente y actualmente lo único que se observa en el templo son andamiajes sin labores concretas de restauración.

Otra zona que se encuentra en esa circunstancia es la conformada por el corredor Roma-Condesa, donde cientos de casas de interés patrimonial han resultado dañadas. Bajo la sombra de la especulación inmobiliaria, se ha optado, en muchos casos, por una demolición discreta frente a cualquier proyecto de reconstrucción.

Algo similar ocurre con los templos que colapsaron en el estado de Puebla, donde miles de piezas de arte religioso, algunas datadas en el Virreinato, se han perdido, quizá, de forma irreparable.

Sobra decir que, tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, muchas ciudades medievales europeas fueron sometidas a sendos proyectos de reconstrucción para recuperar inmuebles y otras obras artísticas que, de otra forma, se habrían perdido para siempre. En México, mientras tanto, las demoliciones, que ya ocurrían antes del terremoto, continúan con su marcha voraz y ponen fin a monumentos que forman parte de la cultura e identidad del país, al tiempo que se fomenta un urbanismo enfocado al consumo y la gentrificación.


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